CAPITULO 24: " TENEMOS QUE HABLAR"

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Chicos, Chicas quedan 6 capítulos para finalizar esta historia, muchas gracias por leerla, votar y dejar sus comentarios.

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Mientras Emilio dormía, Joaquín miraba cómo su pecho subía y bajaba con cada respiración que tomaba. Miraba sus pestañas vibrar mientras un sueño se reproducía en su mente. Lucía tan pacífico y sereno. Sus labios formaban un mohín como siempre que estaba profundamente dormido; lucía como si estuviera esperando ser besado. Su cabello estaba desparramado por la almohada, su tono castaño contrastando hermosamente contra el cubrecama azul.

Pequeños reflejos de la luz de la tarde se colaron por la persiana y pintaron ligeros dibujos en el hombro de Emilio y Joaquín se inclinó para besar dulcemente uno de ellos. Joaquín dejó su mano viajar por los suaves mechones de pelo que estaban más cerca. Su cabello estaba transpirado, pero aun así olía bien, el olor de Emilio. Era un aroma al que Joaquín se había acostumbrado desde que eran niños.

Maldición, se veía absolutamente perfecto. Era realmente sobrecogedor, y Joaquín no podía creer cómo no se había dado cuenta por tanto tiempo. No era que no supiera que su mejor amigo era atractivo. Era difícil no notar las miradas que recibía cuando los dos iban a algún lado. Era fácil ver que Emilio era atractivo, pero nunca se había tomado el tiempo para realmente mirar al hombre que había sido su amigo por los últimos casi veinte años.

Había sido un chico perfecto desde que eran niños. Tenía ese cabello indomable que no podía peinar, y la sonrisa más bella en un niño que Joaquín hubiera visto, incluso hasta el presente. Hasta cuando tuvo aparatos su sonrisa era brillante.

En la secundaria se hizo increíblemente evidente que Emilio era atractivo. Tuvo su estirón en segundo año y de repente se inclinaba sobre Joaquín. Había desarrollado más músculos en el verano desde primer año. Su cara había perdido la adorable redondez que tenía, y se volvió más angular, más masculina, y más atractiva.

Se había convertido en un hombre e incluso allí, Joaquín estaba ciego de lo que era. Sólo veía a Emilio, su mejor amigo, el chico con el que robaba helado del congelador. Era el chico que había ido en bicicleta todo el camino hasta su casa para celebrar su cumpleaños con él, por una promesa tonta que habían hecho cuando eran más pequeños. Era el chico que lo hizo sonreír cuando le rompieron el corazón por primera vez, y el chico que se las arreglaba para hacer su día mucho mejor con una pequeña broma interna.

Pero ahora Emilio era el hombre del que Joaquín se había enamorado. No había dudas sobre ello. Estaba con la cabeza en las nubes, real, loco, profundamente enamorado del hombre a su lado, el hombre que había estado allí por los pasados veinte años, y lo peor de todo, el hermoso hombre dormido a su lado no tenía ni idea de la confusión que Joaquín tenía. No tenía idea de la forma en que su corazón se llenaba y explotaba cada vez que él sonreía en su dirección. No tenía idea de cómo su cuerpo se sonrojaba cuando él pasaba su mano por su mejilla o mordía el lóbulo de su oreja.

No sabía qué tan profundamente Joaquín se había enamorado de Emilio, y lo peor era que él tenía la sensación de que no era correspondido. Emilio obviamente seguía viendo a el niño que había reservado todas sus cajas de cereal para comprarle la remera de Speed Racer que él quería desde los siete años. Lo veía como el chico de catorce años que tuvo que rescatar porque era muy ingenuo para adivinar las intenciones de un chico mayor. Y eso le molestaba de tal manera, odiaba ser el más débil, es más sensible, simplemente lo odiaba.

Emilio todavía lo veía como su maldito mejor amigo.

Y eso lo destrozaba por dentro.

Sintió lágrimas llenar sus ojos y el familiar nudo en su garganta que se formaba cuando pensaba en ello. Sus dedos se sacudieron mientras acariciaba el pelo de Emilio y unas pocas lágrimas silenciosas cayendo lentamente por sus mejillas.

Joaquín suspiró, su respiración entrecortada mientras las lágrimas se acrecentaban. Sus ojos viajaron por la línea angular de su mandíbula, su mano siguiéndolos, hasta que tocaron sus labios. Habían sido tan suaves y blandos cuando lo besó. El beso había sido hermoso y todo lo que Joaquín había esperado, pero había cambiado todo, y eso era lo último que necesitaba. No podían besarse de nuevo; dolía mucho que eso no significara nada para él.

Seguía siendo sólo su mejor amigo. ¿Por qué se conformaría con Joaquín cuando podía tener a alguien mucho mejor?

Las lágrimas pararon y decidió levantarse e ir a por agua. Tomó su ropa del suelo y se la puso. El movimiento de la cama y sus acciones causaron que Emilio saliera de su sueño.

- ¿Qué haces? - preguntó y se sentó lentamente en la cama. Se frotó los ojos tratando de acostumbrarse a la luz. Sólo había dormido por un poco más de una hora.

-Voy a buscar un vaso de agua, - Joaquín respondió entre sollozos tratando de ocultar sus emociones.

- ¿Has estado llorando Joaquín? -. preguntó Emilio con voz preocupada. Rápidamente salió de la cama, sin importarle estar desnudo, y caminó hacia Joaquín. Posó sus manos en su cara y lo miró fijamente a los ojos.

-Bonito, ¿Qué pasa? -. preguntó y apretó a Joaquín contra él.

-Tenemos que hablar, Emilio. - Murmuro Joaquin alejándolo.

Emilio se separó de Joaquín y lo miró.

- Nada bueno sale de esas palabras, Joaquín.

- Maldición Emiliano, eso ya lo sé, - dijo Joaquín y miro cómo Emilio se sentaba en la cama. Palmeó el lugar al lado de él para que Joaquín se sentara.

- ¿De qué tenemos que hablar? - preguntó, con inquietud y miedo en su voz. Joaquín sintió su corazón romperse en su pecho. Aquí estamos, pensó. Estoy por destruir veinte años de amistad. Estoy por perder a la persona más importante en mi vida.

- Lo sabes perfectamente Emiliano, de nosotros, tenemos que hablar de nosotros-.

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora