No era la primera vez que oía a Emilio diciéndole amor. La primera vez había sido en la primera letra, estando en el personaje, pero lo había dicho recientemente. No sabía si era algo inconsciente, pero no importaba. Le gustaba que lo llamase así.
Por el resto del día, holgazaneó en la sala mirando televisión y partidos de futbol. A las tres, estaba inquieto y preguntándose constantemente si Emilio lo llamaría. No fue sino hasta las cinco que se rindió y lo llamó para preguntarle cómo iba todo. Le dijo que la presentación había ido bien y que esa noche cenaría con algunos de los peces gordos de Adidas.
De fondo, Joaquín podía oír los sonidos de trabajo en la mesa, pero también oyó claramente los sonidos de un hombre tratando de sacar a Emilio del teléfono.
—Uuuuuh, creo que alguien tiene un admirador —Joaquín bromeó tratando de mantener su voz serena. Estaba echando chispas, los celos fluyendo de cada poro de su cuerpo. Estaba a tres mil millas, preguntándose quién sería ese hombre.
Emilio gruñó al teléfono, y eso instantáneamente relajó a Joaquín. Podía escucharlo disculparse en la mesa para hablarle afuera.
—Joaquín, este hombre me está volviendo loco. Es el hijo del jefe ejecutivo y trata de flirtear conmigo, con su padre sentado justo frente a mí. Necesito irme a la mierda de aquí, pero no puedo. Realmente quiero afirmar esta campaña. Es muy importante.
—Sólo adúlalo un rato, trata de hacerle un cumplido diciendo algo — Joaquín propuso y Emilio río.
—Sí, lo haré, pero es muy raro que esté tratando descaradamente de meter mano del otro lado de la mesa con su padre y mi potencial cliente sentado ahí. Es extraño — se quejó y Joaquín río.
—Sobrevivirás Emi, lo prometo.
—Espero — dijo riendo. —Mira, debo ir adentro, pero te llamaré más tarde ¿sí?
—No hay problema. Hablamos luego, Emi. Cuidado con el puma — río odiosamente al teléfono, colgando luego de oír a Emilio decirle 'Púdrete'.
Esperó hasta las nueve cuando Emilio finalmente lo llamó.
—Hey, — lo saludó, y lo escuchó suspirar de alivio cuando la cama crujió bajo él. Se lo pudo imaginar, metiéndose en las sábanas nuevas del lujoso Hotel Pennsylvania.
—Estoy tan feliz de que todo haya terminado. Mañana podré dormir.
—¿Quieres dormir ahora? Podemos hablar mañana —Joaquín sugirió, aunque realmente deseaba hablar con él.
—No, estoy bien. Quiero que hablemos —respondió, y Joaquín sonrió en el teléfono, sacudiendo la cabeza, recordando que no podía verlo.
—¿Cómo estuvo tu día? — preguntó y se giró, haciendo a Joaquín preguntarse qué diablos estaba haciendo.
—Nada, me quedé en casa —respondió distraídamente. Estaba atento a los sonidos de fondo. —¿Qué estás haciendo?
—Desvistiéndome, — respondió él y por un segundo, un relámpago de calor cruzó por Joaquín. Se imaginó qué prenda se estaría quitando. Sin otro pensamiento, apretó el botón de altavoz del teléfono y agarrándolo, se levantó de su cama y corrió por el pasillo hasta el cuarto de él. Sin encender la luz, merodeó en la oscuridad unos segundos, pasando por encima de algunas prendas de Emilio, antes de dar un vistazo al cuarto y ver el sombrero yaciendo en su mesa de luz. Joaquín prácticamente se arrojó al sombrero y lo atrajo hacia él, sacando el primer pedazo de papel que sus dedos tocaron, y corriendo de nuevo al medio iluminado pasillo.
—M —murmuró al leer su letra.
—¿Qué? —preguntó Emilio, y Joaquín lo oyó detener sus movimientos.
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Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓN
FanfictionEl saco el sombrero del cajón, lo sacudió dos veces y se lo tendió a Joaquín. Ellos sabían cual letra era, pero esa era la forma en que en que habían llevado el juego desde los cuatro meses atrás donde habían empezado.