CAPITULO 19: " TEN DOWN, ONLY SIXTEEN TO GO" (diez menos, dieciséis más para ir)

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Cuatro horas.

Ese es el tiempo que Joaquín tardó en dormir esa noche.

Joaquín y Emilio habían dejado el parque veinte minutos después de su encuentro un poco al estilo adolescente. Se había sentado en silencio sobre las barras infantiles, recuperando el aliento y sólo mirando el cielo de la noche antes de que el momento de humedad se sentía en el aire y Joaquín fue él que sugirió marcharse antes de que comenzara a llover. Si fuera por Emilio, probablemente se habría quedado allí toda la noche, pero se alegró de que no lo hizo.

El camino a casa fue algo que Joaquín nunca podría olvidar. No podía recordar un momento en el que se hubiese reído tanto. Se echó a reír de Emilio histéricamente durante todo el camino a casa mientras intentaba arreglar el desastre en sus pantalones. Si bien el tenía el mismo problema, no se notaba tanto ya que sus pantalones eran oscuros, pero igual se sentía todo pegajoso. Emilio se quejó todo el tiempo acerca de cómo la parte superior de sus bóxers se habían adherido al camino de vello que conducía a su miembro, demostrando con vehemencia su frustración. Cuando llegaron prácticamente al departamento, Joaquín voló a su habitación para cambiarse.

Joaquín al salir de su habitación, noto que Emilio estaba en el salón y la mejor parte de toda la escena fue ver a Emilio cuando, en su intento de quitarse los pantalones en el sofá, consiguió que su pierna se atorara en estos. Joaquín pensó que tal vez habría sido mejor si se hubiese quitado los zapatos en primer lugar después que finalmente se dejara de reír, pero fue una caída fuerte.

Finalmente se levantó, enseñándole el dedo, corrió al cuarto de baño y en no más de cinco minutos, llamó a Joaquín para que fuera con él, pero él contestó que estaba ocupado. Le oyó gritar antes de cerrar la puerta del baño con un 'Haz lo que quieras'. Joaquín había mentido, sabía lo que podría llegar a pasar si iba con Emilio y no era lo que el queria, no en ese momento.

Cuando Emilio llevaba quince minutos en la ducha, no podía dejar de oír su voz y pensar en lo que había ocurrido en el parque. ¿Había oído bien? Había pensado que él había dicho 'te amo', pero cuando le preguntó, todo lo que él respondió fue 'wow'.

Estas dos pequeñas palabras le habían provocado un escalofrió en el cuerpo, millones de sensaciones nuevas, como si de un momento para otro lo hubieran golpeado y no podía respirar. Dolía terriblemente, pero la peor parte era saber que en realidad le dolía que no lo hubiese dicho.

A pesar de que se duchó esa noche, lo único que podía pensar eran esas dos pequeñas palabras, —Te amo—. Podría jurar que lo seguía escuchando en el hueco de su cuello.

—Te amo —había dicho, maldición estaba casi seguro de ello.

Su corazón las había escuchado, y había empezado a latir más fuerte que nunca. Había golpeado contra su pecho con una fuerza tan sorprendente que no podía creer cómo su imaginación le había hecho una broma como esa.

El corazón le dolía de la peor manera posible. No se había sentido así incluso después de romper con su primer novio, a pesar de que había salido sólo por cuatro meses, esa misma noche había llamado a Emilio y al día siguiente ya estaba mucho mejor, se despertó como si nada hubiese pasado, pero dos pequeñas palabras que Joaquín había imaginado escuchar de Emilio, de su mejor amigo, le causó un dolor más grande de lo que jamás hubiera imaginado y no podía comprender porque se sentía de esa forma, el juego lo estaba montando, no solamente a él, sino también a Emilio.

Durante cuatro horas, acostado allí en su cama, mirando el cielo raso blanco pensando en lo que había sucedido, reproduciendo todo. Cada vez que trataba de dormir, cerraba los ojos y veía todo lo que pasó. Sintió todo, y lo peor de todo es que también podía oírlo.

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora