Capítulo 2: "V es por Vampiros" (PARTE 2/2)

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Cuando Joaquín salió de su dormitorio, usaba lo que se compró en la tienda de disfraces, se elogió a sí mismo ante el espejo, le quedaba bastante bien.

La habitación estaba iluminada con toneladas de velas de vainilla. Era intoxicarte, todo en ella, no sólo el olor, sino también el ambiente de la misma.

-Joaquín --escuchó llamarle Emilio desde la cocina, Él lo había dicho en una voz ronca y profunda, mucho más rica que su voz normal sonaba. Caminó hacia él lentamente, casi con miedo. Sabía que sólo era Emilio, pero en este momento era un vampiro sediento de sangre.

--Te ves radiante Joaco, esta noche eres solo mío, Por favor, siéntate y cena conmigo --Él inclinó la cabeza hacia abajo mientras su amigo caminaba hacia él y se sentaba enfrente. En la mesa, había un festín de comida. Había una larga ave, probablemente un pavo que había asado, patatas, verduras y dos largos vasos con fino vino tinto.

--Come, mi amor --dijo él con esa voz ronca. Joaquín nunca lo había escuchado de esa manera, amaba realmente esa voz.

--Esta noche necesitarás energía --dijo sugestivamente mientras tomaba lentamente su vino.

--¿No vas a comer? –preguntó Joaquín, llevándose a la boca un trozo de papa; estaba deliciosa.

-Tendré mi comida más tarde. No te preocupes, amor --dijo, sonriendo mientras lo miraba fijamente.

Emilio lucía increíble. Joaquín no estaba avergonzado de admitir que su mejor amigo era un hombre de buen aspecto. Él siempre lo era. Él tenía una fuerte mandíbula, gran cabello, una sonrisa que deslumbraba a cualquiera, pero en este momento, él era la personificación del sexo, y de sus más salvajes fantasías. Parecía que él le había atinado a uno de los secretos de los libros eróticos de vampiros que había escondido en su armario, lejos de Emilio.

Llevaba la ropa que le había comprado, bien. La camisa blanca remarcaba perfectamente su amplio pecho. Había dejado los primeros tres botones desabotonados, que permitía vislumbrar un poco de su pecho liso, fuerte, que estaba debajo. El pantalón negro le sentaba muy bien, y los colmillos, Oh, Dios, los colmillos, pensó Joaquín. No podía esperar para sentirlos en su cuerpo.

--¿Cómo está la comida, amor? ¿Es de tu agrado? -pregunto Emilio

--Es maravillosa --respondió, tomando otro bocado de su comida.

--Me alegra oír eso --respondió él, sin quitar los ojos de Joaquín. Era increíblemente sensual. Joaquín podía sentirse a sí mismo calentarse por eso. Su cuerpo se sentía como si estuviera en fuego, y él todavía no lo había tocado siquiera.

Él continuó mirándolo, y eso entorpeció sus movimientos. Joaquín estaba hipnotizado por su mirada, tanto así que casi no reparó cuando Emilio se lanzó desde la silla y encima de la mesa. Él se agachó delante de Joaquín, todavía en la mesa, estirando la mano para tocar su cara.

--¿Por qué has venido? --preguntó él como si estuviera sufriendo mientras acariciaba su cara, sus ojos revoloteaban por la suavidad.

--Me has invitado --respondió Joaquín, defensivamente. Emilio bajó de la mesa, y se paró detrás de la silla de su "acompañante".

--¿Por qué? --susurró en su oreja, causando que todos los vellos del cuello se le erizaran.

--Me has invitado --repitió, entre dientes apretados. Emilio gruñó frustrado y pateó la silla debajo de Joaquín, pero lo agarró antes de que tocara el suelo. Él lo sostuvo con su espalda apoyada en su pecho, Emilio se sorprendió al notar cuan fuerte era el pecho de Joaquín, pero el menor se quedó anonadado cuando Emilio lo agarro de esa forma, No tenía idea de la fuerza que tenía Emilio.

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora