CAPITULO 17: " D es para Desafiar (D is for Defy)"(PARTE 1/2)

784 80 1
                                    

El poder era algo que Joaquín nunca pudo realmente manejar. Él definitivamente era un seguidor y no un líder. Nunca pudo dominar realmente una conversación, así como nunca fue alguien que desafiara las reglas. Mayormente dejaba a Emilio manejar ese aspecto de su amistad. Joaquín lo molestaba frecuentemente llamándolo "Su alteza" y "Su majestad" solo para fastidiarlo, pero no lo había hecho en años.

Eso era un problema en su amistad a veces – la necesidad de Emilio de controlar y la incapacidad de Joaquín de decirle que no – los había llevado a meterse en muchos problemas cuando tenían once años y a él a su salto del acantilado. Joaquín nunca dejó que ese pequeño acontecimiento se deslizara. Joaquín carecía totalmente de "coraje" para regañar a Emilio. Tal vez era cierto, Joaquín había pensado en ello en varias ocasiones, pero había algo tras su falta de rebeldía contra su mejor amigo y todos sus ridículos planes y aventuras. Le gustaba verlo feliz. No había nada más hermoso para Joaquín que Emilio iluminando esa sonrisa blanca y perlada en su dirección, incluso si eso implicaba comprometerse a sí mismo de alguna forma, y sabía que él era exactamente igual.

Si Joaquín era honesto, la sonrisa de Emilio cortaba el aliento. Incluso cuando tenía cinco años y había perdido un diente mordiendo una manzana en el recreo, su sonrisa seguía siendo preciosa – con hueco y todo. La lució orgullosamente en la foto escolar, y su madre encontró esto adorable. Joaquín creyó que era genial porque todavía no había perdido un diente, y Emilio podía tomar agua y escupirla por la brecha, mientras él se reía de lo absurdo que era, pero a los cinco años era un truco muy bueno. Cuando Emilio sonreía, toda su cara se iluminaba, las esquinas de sus ojos se arrugaban, y sus hoyuelos aparecían en sus mejillas. Como su padre, Emilio tenía los hoyuelos Osorio.

Joaquín amaba esa sonrisa casi tanto como lo amaba a él, ese era el motivo por el cual nunca le decía que no a nada. Era físicamente imposible. Todo lo que él debía hacer era decirle su loco plan, fuera quemar crayones o perder su virginidad, Joaquín replicaría que era una idea tonta, y Emilio simplemente sonreiría y diría que eso lo haría feliz, y eso sería todo para que Joaquín accediera.

Era casi jodidamente imposible negarse cuando él era displicente, pero cuando sonreía, era tan imposible como caminar sobre el agua.

Pero para ser justos, Joaquín sabía que él tenía sus momentos de mando. Recientemente había atado a Emilio a su cama. El pensamiento lo hizo sonrojarse. No podía entender eso. En el momento, había tenido plena confianza en lo que estaba haciendo, pero más tarde cuando pensaba en ello, todo su cuerpo se ponía raro. Era inexplicable, el repentino incremento de confianza que tenía cuando estaba por tener sexo. Era como una persona completamente diferente, y francamente, Joaquín adoraba eso de sí mismo, pero otra vez veía un lado negativo. Joaquín era así de aventurero solamente con Emilio.

Sí, había tratado cosas en sus pasadas relaciones, pero nunca se había atrevido a hacer las cosas que había hecho con Emilio. Había una sensación de facilidad alrededor de él. Podía ser él mismo y venir con las más locas ideas, y él no discutiría. Él jugaba sin reservas.

Ese pensamiento lo acosó cuando se sentó en la oficina. Joaquín había vivido algunas de las muchas fantasías que invadían sus sueños, pero Emilio no lo había dejado entrar en su cabeza, y Joaquín estaba seguro de que algo pervertido acechaba allí.

Continuó adivinando cuáles serían las fantasías de Emilio. ¿Lo deseaba en la parte trasera de su auto? ¿O en la capota, como en un video de Whitesnake? Joaquín quería saber. Aunque todas las veces de los fines de semana de Emilio habían sido alucinantes, habían sido insulsas comparadas con sus locos juegos de rol. Hasta la noche anterior había sido serena. La noche anterior había sido diferente de todas.

Quedó cegado por las imágenes de la noche pasada en su camino al trabajo e incluso cuando se sentó en la oficina. Había pensado en eso brevemente esa mañana mientras se arreglaba para ir al trabajo, pero en ese momento las cosas estaban claras y vívidas en su mente, y las lágrimas aparecieron en sus ojos recordando absolutamente como se había hecho cada una de las cicatrices.

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora