CAPITULO 16: "Restableciendo las reglas, dieciocho por ir"

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Atontado, confundido. Esas eran las mejores palabras para describir a Joaquín en la mañana del jueves, al mirar a Emilio durmiendo a su lado. Sus labios estaban curvados en algún lugar, entre una sonrisa y el mohín en el que estaban siempre, y su brazo lo sostenía firmemente contra él. El brazo se sentía pesado y confortable contra Joaquín, y no pudo evitar deslizar sus dedos hacia arriba y abajo sobre la suave piel.

La urgencia de inclinarse hacia adelante y besarlo lo tomó por sorpresa cuando sus ojos se concentraron en sus labios sonrosados. Después del día anterior, no sabía qué pensar de Emilio, de su mejor amigo. Estaba realmente conmovido por la muestra que había tenido la noche anterior. Debía haber sido absolutamente desgarrador verlo, pero haber sido parte de ello, haber sido la persona a la cual él le estaba pidiendo perdón, lo llevó hasta las lágrimas.

Había sido algo que Joaquín nunca olvidaría, especialmente cuando desde hacía rato, todo en lo que él podía pensar era en Emilio.

Más tarde, su mente estuvo centelleando imágenes de él besando a Emilio en cualquier momento. Durante la usual reunión general de producción del lunes, Joaquín discutía la nueva novela que estaba editando, una novela básica de misterio, cuando accidentalmente llamó al protagonista masculino Emilio. Por suerte para Joaquín, nadie se dio cuenta, pero el desliz Freudiano lo había tomado por sorpresa. Era inexplicable, pero para ser franco, Joaquín no necesitaba ninguna explicación. Sabía que era por el maldito y jodido juego, el cual, estaba empezando a dominar sus vidas.

Continuó viendo el rostro pacífico de Emilio, sus nudillos rozando suavemente sus pómulos, antes de decidir finalmente levantarse. Tenía que llegar al trabajo pronto, y no podía permitirse gastar más tiempo remoloneando en casa.

Lentamente, hizo su camino hasta el baño para ducharse, y al querer entrar, se resbalo y cayó al piso de espalda.

—Mierda— dijo más fuerte y se levantó lentamente hasta llegar al inodoro, se estaba orinando.

—¿Qué? — preguntó Emilio exasperado, entrando a los empujones en el baño, sorprendiendo a Joaquín.

—Diablos, Emilio. ¿No puede una persona hacer sus necesidades sin que tú entres corriendo al baño? — bromeó Joaquín, metiéndose en la bañera, siseando cuando sus pies tomaron contacto con el frío piso de mármol.

—¡Gritaste! — dijo él, somnoliento, su voz ronca por el sueño. Se frotó los ojos mientras trataba de despertarse.

—Lo lamento, pero me acabo de golpear la espalda y me duele.

Emilio frunció el cejo, suspirando irritado. —¿En serio? Déjame ver Joaquín, quiero ver si te hiciste daño— Murmuro, metiéndose en la ducha con Joaquín.

—No Emilio, quítate, no fue nada — se quejó empujando su pecho.

—¿Por qué?

—Acabo de decírtelo, te dije que no fue nada, pero igual voy a ir a hacerme un chequeo antes de ir al trabajo y aparte quiero tomar una ducha yo solo, así que quítate.

Emilio se mofó, enfurruñado. —No me importa, me voy a quedar, Así que cállate y pásame el jabón., tengo que ir a trabajar.

—Oh, porque yo no— Murmuro Joaquín, pasándole el jabón, haciendo que sonriera, adoraba cuando hacia irritar a Joaquín.

—Así que, ¿Cual es exactamente el gran problema? — preguntó Emilio.

—Se suponía que el sábado fuera mi día, desde que tú rompiste las reglas y usaste el día de ayer como tuyo, pero ahora no podemos porque tengo una jodida reunión y no puedo faltar, tuve suerte los últimos dos meses, siempre la hacen durante el principio de la semana, pero por motivos personales los encargados que hacen estas reuniones, la van a hacer un sábado y todo el personal tiene que asistir— dijo Joaquín, saliendo de la ducha.

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora