CAPITULO FINAL

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Dos semanas después...

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Nervioso es la palabra para describir a Joaquín mientras esperaba a que su vuelto despegara. Su pierna continuaba balanceándose de arriba hacia abajo en rápidos y erráticos movimientos, mientras seguía juntando las puntas de sus dedos. El comportamiento nervioso había llamado la atención del pasajero sentado a su lado, quien no era capaz de dejar de mirar a Joaquín.

—¿Tienes miedo de volar? —preguntó el hombre a su lado impaciente.

—Oh, no, para nada —contestó mientras detenía sus movimientos. —Sólo estoy algo ansioso por llegar a Nueva York.

—¿Verás a un ser querido? —el señor preguntó y Joaquín no pudo evitar dejar de hablar con él, aunque en otra situación lo hubiera ignorado. Emilio era más capaz de esto, de poder entablar conversaciones con extraños a donde fuera.

—Sí, la verdad, a mi novio —contestó Joaquín con sinceridad, bajando la cabeza y girándola hacia otro lado. Más para esconder la gran sonrisa en su rostro.

— En serio? Eso es genial, si no te importa que pregunte, ¿Cuánto tiempo llevan juntos? —Él señor pregunto curioso

—Esa es una larga historia.

—Bueno, es un vuelo bastante largo — replicó el hombre.

—Nos conocimos cuando éramos niños y no fue hasta hace poco que supimos lo que estaba allí. Creo que salió de la nada, pero, para ser honesto, siempre estuvo allí.

—El amor funciona en extrañas formas...

— Soy Joaquín, un gusto — se presentó y sacudió la mano del hombre.

—Cuauhtémoc, pero dime Temo —respondió. —Bueno, les deseo lo mejor.

Joaquín le agradeció y dejaron de hablar. Por un momento, quiso golpearse a sí mismo por monopolizar la conversación de esa manera. Durante el resto del vuelo continuó con sus movimientos, ocasionalmente manteniendo conversación con Temo acerca de cosas sin importancia, como los ridículos precios de la aerolínea.

Trató de leer el manuscrito que traía con él, pero su mente continuaba vagando en otro lugar. Estaba totalmente distraído con el texto, constantemente leyendo dos veces la misma oración. Ni siquiera la película que pasaron durante el vuelo logró llamar su atención; estaba muy ansioso y listo para saltar del avión. Trató de echarse una siesta, pero fue inútil; estaba muy nervioso. Para la quinta hora, estaba prácticamente saltando en su asiento.

Cuando Joaquín comenzaba a cabecear, el capitán anunció que iban a llegar a la pista de aterrizaje. Mientras el avión aterrizaba, los nudos en el estómago de Joaquín comenzaron a apretarse. Uno, porque está la parte del vuelo que jodidamente detestaba y dos, porque iba a ver a Emilio. La anticipación lo estaba matando.

Se sentía como una eternidad cuando Joaquín fue capaz de bajar del avión. Caminó con Temo para reclamar su equipaje y allí fue cuando los nervios se volvieron peores. Era ridículo estar así de nervioso, fueron mejores amigos con Emilio por más de 20 años, pero eso realmente no era lo que pasaba. Estaba ansioso por ver a Emilio, por abrazarlo, demonios, por olerlo.

—¿Estás bien Joaquín? —preguntó Temo, con un brilló de diversión en sus ojos.

—Sí, maldición, estoy tan nervioso.

—Sólo puedo imaginármelo –se río Temo mientras tomaba su equipaje y hacía un gesto para despedirse —Suerte para ti

—Gracias Temo

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora