CAPITULO 13: "L es para Bibliotecario (L is for Librarian)" (PARTE 2/2)

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La mañana del sábado se alargó por lo que pareció eterno para Joaquín, y podía apostar que era agonizantemente doloroso para Emilio, porque lo escuchaba suspirar cada vez que el miraba la tele para chequear la hora.

A las cinco, Joaquín dejó caer una bolsa en el cuarto de Emilio. En esa bolsa, había una serie de instrucciones de cómo armar su cuarto y qué verter, junto con un par de anteojos de montura verde, una corbata negra, y una paleta (para azotar, golpear)

Joaquín entró en la habitación, usando una remera escote en v, unos pantalones totalmente ajustados, el cabello todo despeinado y con un libro en la mano. El representaba un tipo muy corriente que iba en busca de libros a una biblioteca, que a diferencia de los demás, este iba a ver exclusivamente al bibliotecario.

Se tomó un momento para admirar a Emilio cuando entró en su habitación. Él había seguido sus instrucciones al pie de la letra. Estaba usando la camisa, su pecho prácticamente rompiéndola; sus pantalones eran ajustados de la mejor manera posible, dejando ver a Joaquín lo excitado que él se encontraba. Y estuvo casi por correrse en el momento en el que lo vio con los anteojos. Era justo como se lo había imaginado. Él se veía ten jodidamente sexy sentado a la mesa que había traído a la habitación.

Tenía una laptop en la mesa, los sonidos de dos personas dándose duro, jugando en el fondo, y justo bajo su silla, Joaquín pudo ver la paleta, si no estaba todavía del todo duro por tan solo mirar a Emilio, lo estaba ahora.

Caminó lentamente por el cuarto, pasando los dedos por los estantes de libros, para provocar a Emilio.

Lo escuchó gruñir y mascullar la palabra —joder— mientras estaba de espaldas. Se mantuvo en el personaje y sacó un libro, El Kama Sutra, y le preguntó a Emilio si era bueno.

—¿Este es bueno? Necesito un libro informativo, algo que me ayude a asombrar al chico con el que estoy saliendo.

Miró como su amigo se acomodaba y se ponía de pie para pararse junto a él. Si creía que los pantalones lucían bien con él sentado, se veían jodidamente increíbles cuando caminó al lado de él. Los músculos de sus muslos sobresalían, y cuando se detuvo junto a Joaquín, dio un paso atrás para admirar su trasero, su firme, firme trasero, pidiendo ser agarrado.

—Este es bueno— gruñó el, su voz más ronca de lo que Joaquín la había escuchado jamás. —Pero yo recomendaría este— respondió, sacando una copia de El libro del sexo.

—¿De verdad? ¿Por qué? —Preguntó Joaquín, sus ojos abrasando a Emilio. De nuevo, lo observó tragar, su manzana de Adán rebotando en su garganta. Estaba nervioso y el pequeño castaño lo podía ver, había estado agarrando el cuello de su camisa, tirando de él muy seguido.

—Es informativo y no tan complicado. No tienes que ser tan flexible—

—Pero yo soy muy flexible —Gruño Joaquín y tuvo que evitar reírse entre dientes cuando Emilio murmuró —descarado— en voz baja.

—Bueno, siempre puedes sacar ambos libros, pero debes devolver el que tenías en tu mano primero, así que, ¿por qué no vienes al escritorio y yo registraré este mientras tú vas revisando los otros? — sugirió el, sonriendo con suficiencia, y Joaquín sintió un relámpago correr por su espina. Sabía lo que se venía. Sacudió su cabeza y lo siguió.

Emilio pausó el video que estaba mirando y tomó asiento, tomando los libros de Joaquín, agarrando la copia de La Letra Escarlata de él, fingiendo pasar algo sobre el código de barras. Un pitido resonó en la habitación y de repente el libro fue lanzado a la pared. Joaquín jadeó y dio un paso atrás.

—¿Por qué hiciste eso? — gritó.

—Ese libro estaba demasiado atrasado. Nosotros no apreciamos los libros atrasados. Interfieren con el trabajo, y la gente que devuelve sus libros tarde es castigada— su voz era fuego, puro sexo destilando, cada sílaba.

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora