CAPITULO 18: " P es para zona de juegos ( P is for Playground) (Parte 1/2)

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«En cualquier momento y en cualquier lugar,

Eres mi amor de zona de juegos»

—Playground Love— de Air.


—¿Él es qué? —Miriam preguntó y Joaquín vaciló en su respuesta. De repente sintió como si estuviera sentado en un horno y podía sentir el sudor que empezaba a formarse en su frente.

—Vamos, Joaco, no es justo que tanto Emilio como Kiko sepan, y que yo no lo sepa, eso es simplemente malo —trató Miriam de provocarlo, sonriendo mientras Niurka asentía con la cabeza. Había algo en la sonrisa de Miriam que Joaquín sabía que había descubierto algo, la conocía como la palma de su mano, era casi como si supiera algo incriminatorio sobre Joaquín.

— Perdón, pero no me siento cómodo hablando de esto en la mesa —respondió Joaquín.

— Vamos Joaco, nadie te va a juzgar por una simple follada de una noche —alentó Miriam a la conversación cuando Joaquín se detuvo. En cuanto escuchó eso de Miriam, los ojos de Joaquín se abrieron mientras su mandíbula se tensaba. No podía creer que Miriam había tenido la audacia de decir tan cosa en una cena especial con Juan y Niurka a no menos de cuatro pies de distancia de él.

—¡Miriam! — Emilio defendió a Joaquín que permanecía atónito y en silencio, mirando a Miriam. Kiko se echó a reír estruendosamente, mientras que Niurka y Juan también lo hicieron. La diversión de la situación sólo irritó más a Joaquín.

—Esto es demasiado humillante—murmuro Joaquín enojado.

—Oh, querido, no hay nada de qué avergonzarse —Niurka intentó consolarlo, pero no sirvió de nada, Joaquín ardía, se le veía en su cara, pero especialmente en sus ojos.

—Esto es jodidamente humillante —repitió Joaquín, levantándose de la mesa. Emilio lo imitó, pero Joaquín con la poca paciencia que tenía lo miro y le dijo que se sentara.

—Miriam, ¿puedo hablar contigo a solas en la cocina? ¡Ahora mismo! —Joaquín pidió, hablando entre dientes, mientras se alejaba de la mesa. Sus puños estaban cerrados en sus costados mientras escuchaba el clic-clac de los tacones de Miriam a sus espaldas. El sonido, en ese momento, era la cosa más irritante que Miriam había oído nunca.

Quería matar a Miriam, si fuera hombre ya se hubiera agarrado a las trompadas, pero no era el caso, no había casi nada que pudiese decir ella para evitar matarla en ese mismo momento. Casi.

—Es Emilio —declaró Miriam mientras entraba a la cocina. Su nombre silenció a Joaquín mientras Miriam lo decía.

—¿Qué? —preguntó como si no tuviera idea de lo que Miriam estaba hablando, pero su voz fue demasiado alta. Sus nervios habían respondido sospecha de su amiga.

—El hombre... el de la follada de una noche, fue Emilio.

—No, estas equivocada Miriam —mintió Joaquín. Sí, era Emilio, pero no fue de una sola noche. Eran veintiséis noches más o menos.

— Vamos Joaquín, por favor, sí lo es —silbó Miriam. —No me mientas, Joaquín Bondoni, has estado enamorado de Emilio desde que eran niños. No te habrás dado cuenta, no lo habrás visto, pero todo el mundo a tu alrededor sí. Es ridículo lo ciegos que son.

—Miriam maldición, baja la maldita voz —replico Joaquín, y Miriam supo en ese mismo momento que estaba cien por ciento en lo correcto.

—Realmente es Emilio —susurró, y Joaquín asintió con la cabeza, suspirando en derrota mientras se sentaba en una de las sillas. Miriam se sentó frente a él y miró a su amigo, sus ojos expresaban claramente lo que quería saber.

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora