CAPITULO 23: " Al carajo todas las reglas" (Fuck all the rules!) "

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Joaquín se acercó más a Emilio mientras él le pasaba el brazo por los hombros. Los dos estaban sudando, pero a Joaquín no le importó un carajo y apoyó la mejilla en el pecho de Emilio. Se sentía pegajoso contra su mejilla caliente. Podía oír los latidos irregulares de su corazón mientras trataba de igualar su respiración. Joaquín estaba haciendo exactamente lo mismo.

Joaquín deseó poder tomar una foto de ese momento en particular, para que fuera captura por siempre y poder ver la foto cuando quisiera. Quiso recordar lo desordenadas que estaban las sábanas de Emilio, y la ropa esparcida en el suelo. Quería recordar la forma en que el sombrero había volado por la habitación, y los papelitos cayendo como lluvia en el suelo. Demonios, incluso le hubiese gustado guardar la hora de su alarma.

Estaba tan feliz y complacido, era ridículo. Nunca pensó que podría sentirse de esa manera.

En el momento en el que la voz de Kiko resonó en el apartamento, su corazón comenzó a latir con furia ante la sola mención de Emilio, y cuando Joaquín salió corriendo de su habitación, con Emilio de pie junto a la puerta casi le hizo soltar un chillido. Se había sentido increíblemente vertiginoso, como si no lo hubiese visto en meses en vez de días.

A pesar de que había logrado contener el grito, no pudo controlar su cuerpo y se abalanzó fuertemente contra él. Nunca se había sentido más en paz, o más cómodo que en el momento en que su cuerpo chocó contra Emilio.

Se había sentido tan bien, tan perfecto. Aún con su traje y corbata, podía sentirlo completamente debajo de sus manos, mientras sus brazos lo agarraban fuertemente, el calor que se sentía en ese momento era abrazador. Y para colmo, saber que Emilio lo había extrañado tanto como él lo extraño, fue increíble, lo amaba, maldita sea, amaba a Emilio Osorio. Ese momento se había sentido tan bien, tan perfecto, hasta que Kiko lanzó la bomba sobre el juego que tenían Emilio y él.

—Así que, ¿no vas a decirme cuánto te costó este collar? —Joaquín preguntó mientras sus dedos, trazaban la forma de éste, una y otra vez. Podía sentir a Emilio mirando hacia abajo mientras Joaquín jugaba con él.

—No —bromeó, pegándole a su costado.

—¿Por qué no? No es como si me importara. Bueno, me importa, pero no por la misma razón que los demás. Sabes que no debiste haber gastado tanto dinero en mí. Es caro. Simplemente dímelo —le rogó y Emilio se río entre dientes, negando la cabeza.

—Nunca.

—Simplemente puedo buscar en Internet —argumentó como una niño petulante y Emilio sólo se río un poco más. Y lo haría, se dijo a sí mismo. Tenía que saber lo mucho que Emilio había gastado en él.

—Hazlo si quieres. No me importa. Sólo sé que gastaría mucho más en ti, si no fueras tan malditamente obstinado al respecto —replicó él y Joaquín le golpeó el brazo.

—Yo no soy obstinado Emiliano.

—Terco, igual que una mula.

—Jódete, Emiliano.

—Ya lo has hecho, cariño. Ya lo has hecho.

—Uf —se quejó y trató de alejarse, pero Emilio lo atrajo con más fuerza, su cara ahora estaba enterrada en su pecho.

—Así que, ¿cuándo te dijo Kiko que ya sabía del juego? — preguntó Joaquín. Vio como una pequeña ola de tristeza pasó por su rostro antes de que apareciera esa pequeña sonrisa pícara, torcida, que amaba tanto.

—Ayer —respondió Emilio mientras lo estaba mirando fijamente y Joaquín no pudo evitar sonrojarse. Había tal intensidad en su mirada, siempre fue así, pero ahora se sentía diferente, se sentía más clara.

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora