CAPITULO 12: "Seis menos, 20 más por ir"

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Sin descanso e inquieto son las mejores palabras para describir el sueño de Joaquín la noche anterior, no podía despejar su mente. Eventualmente, Joaquín decidió mantenerse despierto, y después de unas horas, vio el sol asomándose a través de las cortinas de la ventana de Emilio antes de volver a mirarlo como lo había estado haciendo.

Observó mientras dormía profundamente a su lado, su pecho subiendo y bajando de manera uniforme con cada respiración que tomaba.

Joaquín no podía dejar de admirarlo. Emilio era realmente perfecto en todos los sentidos de la palabra, con su figura alta, delgada, en forma, su pelo rizoso despeinado, y una cara que las mujeres y los hombres adoraban.

Él era aquello que Joaquín refería a menudo como "fuera de este mundo". Emilio tenía el tipo de belleza que sabías que no eras siquiera digno de mirarlo, como si fuera un dios. Había casi un aura de grandeza alrededor de Emilio, y siempre había sido así, incluso cuando eran niños.

Y mientras pensaba en ello, Emilio era algo mucho más que sólo su compañero de habitación, mucho más que su amante de fin de semana y mejor amigo.

Él era su alma gemela.

Emilio sabia absolutamente todo de Joaquín, él sabía lo que lo hacía reír o lo que lo hacía llorar, sabía exactamente cómo empujar su paciencia y romper su determinación, sabía cuánto amaba el futbol, pero odiaba la mantequilla de maní, sabía cómo hacerlo sentir vivo. Emilio lo conocía como conocía la palma de su mano.

Él era su alma gemela, y el domingo, cuando la revelación lo había golpeado durante el desayuno en el comedor, le dio un espanto de mierda, así que cuando Emilio casi lo había besado la noche anterior, Joaquín quedó sin aliento. Era muy difícil de controlar, no porque fuera en contra de las reglas, sino porque lo había querido, maldición, lo había jodidamente deseado. Que el beso que le dejó en la esquina de la boca todavía ardía después de haber dormido.

Joaquín lo había querido, y eso lo asustó porque era algo tan íntimo. Cuando a los dieciséis años ambos habían decidido que no se besarían a lo largo de todo el proceso de perder sus virginidades. Emilio había apuntado que era demasiado personal, y Joaquín había aceptado de todo corazón. Besar era para parejas. Sin embargo, si Joaquín había sido más rápido, habría dicho que el sexo era para parejas también.

Y era su maldito miedo, y él quedó sin aliento, lamentablemente, porque en el momento en que sus labios tocaron la comisura de su boca, tuvo que controlarse por estar tan cerca de conseguir lo que realmente desea y luego negárselo era cruel.

Le había herido más de lo que había pensado alguna vez que lo haría.

A pesar de que Joaquín salió de su habitación por la mañana y había ido al cuarto de baño para ducharse, todavía podía sentir el beso, y sentía unas enormes ganas de llorar, maldición, Emilio era su mejor amigo, como carajo dejo que algo así pasara, sabía que el juego cambiario absolutamente todo, había tenido sus dudas, pero Emilio había logrado actuar de la misma manera, pero tenía la sensación de que hoy sería diferente.

Mientras se duchaba, no podía dejar de recordar la noche anterior. Le dolía todo el cuerpo, incluso el cuello por tener que contenerse de gritar.

Siguió evocando la imagen de Emilio encima suyo, sus ojos yendo como dardos de sus ojos a sus labios, y Joaquín casi creyó que él también había querido eso tanto como él. Fue sacado de sus pensamientos por un golpe persistente.

—Hey, ¿puedo pasar? —suplicó, obviamente tenía que usar el baño, por lo que Joaquín accedió rápidamente.

—Gracias —murmuró aún medio dormido.

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora