Prefacio

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Semanas antes de la entrega de poderes de la constructora y la firma

Víctor

Las investigaciones dieron sus frutos, exhaustivas, costosas pero efectivas llegaron a mis manos días antes de concretar lo que tenía pensado hacer. Fue un enredo que me costó entender pero al fin de cuentas, aunque en teoría podría solucionarlo, la realidad era que tendría mucho que hacer antes de dejar todo en regla.

Quería desligarme de mi pasado, de cada cosa que me relacione con el apellido Bathory, adoptar el apellido de mi madre apenas tenga todo listo para cuando parta al extranjero, yéndome lejos de lo que alguna vez ambicioné, pero que ahora lo único que deseo es dejarlo ir.

Me costó al principio entender lo que bajo mis narices pasaba; tantos años regulando todo, teniendo control de cada acción, que en un abrir y cerrar de ojos eso por lo que tanto trabajé se estaba desmoronando. Consideré entonces que ya no era el indicado de estar al frente de la firma y la constructora, que era tiempo de dejar que mi vida tomara el curso que hace veinte años atrás debí seguir.

Así que mi primer destino fue lo que por mi propia mano y esfuerzo erigí, que junto con alguien que creía nunca me fallaría, llevé a la cima, solo para convertirse en el sitio dador de tantos problemas, de tantas desgracias.

Llegué temprano a la firma como otras veces, solicité a las únicas personas en las que confío con lo que a trabajo respecta, para que se presentaran en mi despacho, no hubo contras ni trabas. Los dos hombres con los que mi familia trabajó por largos años se presentaron creyendo que seguiríamos en pie con lo del proyecto Casias pero ese día mis intenciones eran otras.

Como era de esperarse fui el último en llegar a esa reunión privada, los dos abogados con formalidad se levantaron de su asiento para saludarme con un apretón de manos. Tomé el lugar que siempre ocupo para dirigir, dar órdenes, que luego de ese día ya no ocuparía más.

—Siéntense, por favor —les pido, enseguida acatan mi petición.

—Señor Bathory, quisiera hablarle de la investigación que hicimos, encontré...

—Hoy no quiero hablar de eso, Tadeus —interrumpo al veterano abogado, consiguiendo que me vea desconcertado—. Sé que les dije que esta reunión era para seguir hablando de la investigación que hicimos, pero hoy solo vengo a pedirles algo.

Doy un suspiro, viéndolos con detenimiento, siendo la duda la que por un instante se apodera de mis pensamientos, dejando varias preguntas que aunque las resuelva con hechos concretos, quedarán siempre a la deriva.

—Disolveré la sociedad que tengo con Néstor Zoellick, así como dejar de tener todo nexo con la firma, sus asociados, abogados, clientes y demás.

Dos pares de ojos me ven atónitos, incapaces de creer lo que he decidido, les toma varios segundos reaccionar, creo que es debido a que no hay burla, ni recelo, nada de mi parte, solo determinación, una decisión irreversible que nadie, ni ellos me harán cambiar de parecer.

—Señor Bathory, ¿está seguro de lo que está planteando? —cuestiona el hombre a mi izquierda, quien se ha quitado las gafas por la impresión provocada por la noticia.

Reparo en Henry; entiendo que mi decisión no la tome a bien, pues hemos trabajado tantos años, siendo quien me alentaba, convirtiéndose en mi mentor, maestro, guía y hasta el que limpia mis destrozos. Más que eso, creo, lo puedo considerar como el padre que nunca tuve. Sabe que no es la primera vez que quise hacer algo similar, hace diez meses atrás quise mandar todo al carajo cuando Johanna murió, pero me convenció de no hacerlo por lo que dejó, por cuidar el futuro para Torrance aunque en ese entonces me costó.

Cuestión de amor © [Cuestiones III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora