Cuestión de amor © [Cuestiones III]

6. Llamadas sin respuesta

Francesca

Pasaron semanas luego de la charla que tuve con Víctor que me dejó tan sumida en ella, recordando el modo en que me habló. Lucía tan cambiado; el cansancio en su mirar, la resignación en sus palabras, todo eso hizo que de alguna manera le tuviera empatía, comprendiendo sus motivos, el desligarse de la firma y la constructora. Sólo que algo más me dictaba que ocultaba más razones.

Ese día tuve el impulso de seguirlo, de preguntarle más, de perdurar esa conversación donde al fin, luego de tantos intentos, se abría conmigo, pero no pude luego de lo que sucedió entre nosotros. Sin embargo, con todo este tiempo trascurrido, siento que fue un error dejarlo ir porque no he dejado de pensar en él, preguntándome cómo está, si estará bien.

Es molesta esa incertidumbre de no saber nada; aunque le pedí a Isabela que averiguara sobre Víctor, aunque lo llamé en una que otra ocasión para concretar aquella cita pendiente, no obtuve ningún resultado, aumentando más la ansiedad.

A pesar de estar acostumbrada a su presencia, fue extraño ver a Tadeus Smith ocupar el lugar de Víctor, como justo ahora, mientras recoge unos papeles con los presupuestos de una obra concluida, donde revisamos que los pagos se realizaran conforme a lo estipulado en los contratos.

De vez en cuando tuve el impulso de preguntarle sobre él, solo que dudaba que me dijera algo porque sé la fidelidad que le rinde, así como a Johanna Bathory. Solo que me cuesta pues ya va para un mes que no sé nada de él. Estamos a mitad de año, el tiempo corre muy rápido si no es que antes de finalizar el año Víctor cumpla su promesa de dejar la firma y la constructora, puesto que el proceso del fraude del proyecto Casias marcha bien.

—¿Pasa algo, señora Carmín? —pregunta el avejentado hombre, mirándome a través de sus lentes de grueso marco. Para no ser evidente le sonrío en lo que niego con la cabeza.

—Nada, solo que, todo este asunto del proyecto Casias y el retiro de Víc... El señor Bathory, es complejo, ¿no cree? —indico, esperando no note mi torpeza al referirme a Víctor por su nombre, solo para guardar apariencias.

Tadeus de momento entrecierra los ojos, quitándose las gafas en el proceso. Diría que me indaga con solo la mirada, pero aparto esos pensamientos cuando baja la cabeza para tallar con sus dedos sus párpados. Da un suspiro prolongado, dejando en el escritorio los documentos que le he pasé para que revisara.

—A veces creen que porque soy viejo y casi no veo, ignoro lo que me rodea —habla, con la vista al frente, mirando a la nada. Su sonrisa no se borra, así como la calidez que irradia en su mirar—. ¿Sabe? —Me enfoca en esta ocasión, siendo atento. Presto atención—. Los Bathory me han parecido una familia muy compleja, dejando que el dinero gobierne sus vidas. Los únicos que buscaban más que el dinero algo de afecto fueron Torrance y Víctor, porque sus ambiciones nunca fueron de tener lujos o propiedades. Solo que a Víctor las circunstancias lo convirtieron igual a Douglas, creyendo que tener dinero le daría esa felicidad de la que siempre careció.

Aquel hombre que desde siempre respeto tanto por su edad como su sapiencia, da una bocanada de aire mientras desliza sus manos por su cabello, peinándolo hacia atrás, aunque es como un acto reflejo para despejar el cansancio. Se queda mirando hacia la mesa, a los documentos que revisamos.

—Creo que Víctor no sólo está haciendo todo esto porque se cansó de esta vida que creyó le daría de lo que le hacía falta, sino porque huye de algo. —Tadeus me encara de repente, y aunque no debería intimidarme pues su expresión es gentil, me inquieto por lo que pueda deducir en este momento, pues hay algo más, una cierta complicidad que oculta en su haber—. Sólo diré una cosa, señora Carmin.

Está vez me tenso; algo que puede no gustarme, saldrá de su boca. He tratado que lo que pasó con Víctor se mantenga con suma discreción, pero creo que he sido muy evidente. Tadeus baja la mirada, colocándose las gafas, retomando los documentos sobre la mesa.