Francesca
Estos cinco días me resultaron eternos; entre el trabajo en la constructora, las visitas al hospital y estar en casa entrada la media noche, termino más que agotada, aunque eso poco o nada me afecta. No he dormido bien desde el accidente de Víctor quien aún no despierta. Los doctores afirman que está bien, solo falta en él responder. Eso en vez de aliviar me preocupa más pues siempre me llega ese pensamiento de que jamás reaccionará.
También está el futuro de la constructora y lo que nos fue revelado por Henry Butch; cuando supe quién estaba detrás del accidente que Víctor sufrió, no pude creerlo en nada porque aquel hombre con el que siempre trabajé y hasta le tuve confianza, distaba de ser vengativo, que hiciera daño a tal magnitud de querer matar a alguien. Aunque solo eran especulaciones de que Oscar Nilan fue quien provocó el accidente, lo que se descubrió de él; su participación indirecta en el fraude del proyecto Casias, que tuvo un hermano que falleció hace más de veinte años y cuyo nombre usó para crear una cuenta bancaria y pagar a varios implicados en el fraude, incluido Gerald, mi ex prometido, daba para señalarlo como el ejecutor de ese atentado.
Así mismo, se descubrió toda lo que hizo Johanna Bathory, costándome aún más comprender cómo es que Víctor ayudó en muchas de esas ocasiones a que su hermana no llevara el negocio a la quiebra; lo que parecía el querer quitarle la constructora para tener el control absoluto, era para proteger ese patrimonio y evitar lo que fuera embaucada. Todos los empleados no podíamos creer que hasta ese grado resultara la investigación del fraude del Proyecto Casias, algunos ya estaban buscando empleo por anticipado, yo sin embargo, no sabía qué hacer puesto que mi mente estaba siempre con Víctor.
Quisiera decir que no todo era malo, pero mentiría porque mi jornada, aparte de que era agobiante, me la pasaba con temor debido a que me asignaron un escolta, debido a que Oscar Nilan seguía libre; por petición Tadeus y Henry, tanto los hijos de Víctor como yo, nos fueron asignados guardaespaldas. A donde quiera que fuera era recogida y llevada por uno de ellos, pero por fortuna era alguien que conocía. Me asignaron a Pancer quien igual estaba entrenado para asuntos de ese tipo, comentándome que no era la primera vez que Víctor recibía amenazas, lamentándose de no estar allí porque de ser el caso, jamás hubiese sufrido ese accidente. Para dónde tuviera que ir tenía que llamarlo, o en su defecto me esperaba afuera del establecimiento en el que me hallara. En las noches una patrulla vigilaba fuera de casa, cosa que me inquietaba a veces pero pasado el tercer día me llegué a acostumbrar porque confiaba que nada malo pasaría.
Viernes en la tarde mi trabajo es poco. Isabela ha sido un gran apoyo, me ha suplido bien todas estas tardes que dedico para ir a visitar a Víctor. Estoy en el hospital, junto con Pancer, llegamos al piso donde lo tienen internado. En la sala de espera encontramos tres rostros familiares; Dominic, su prometida Cinthya y Torrance quienes apenas nos ven nos saludan.
Desde mis visitas al hospital fue inevitable el que habláramos, preguntándome cómo conocía a Víctor y demás. Obvio no pude omitir detalles de mi relación con él, confesando lo mucho que me importa y destacando las cosas buenas que hizo por mí. En esos encuentros, para pasar las horas, hablamos de él, conociendo un poco más de su familia, lo mucho que lo estiman sus hijos, aunque no me pasa desapercibido que su relación con ellos no ha sido la mejor; ojalá cuando despierte, mejoren las cosas entre ellos.
—¿Y puedo pasar a verlo? —cuestiono luego de saludarlos a todos y preguntarles cómo han estado.
—Sí, adelante, aunque sigue inconsciente —comunica Dominic, luego de pasarse la mano por su ondulado cabello. Se le ve cansado igual que todos los presentes.
—Gracias. —Le palmeo el hombro, esbozando una media sonrisa que corresponde del mismo modo—. Él está bien, es lo que importa ahora.
—Lo sé —murmura.
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Cuestión de amor © [Cuestiones III]
RomanceCONTENIDO +18 | 3er libro de la trilogía "Cuestiones" Cuando el orgullo es tal que ciega cualquier acción, el tiempo es poco para revertir cualquier decisión. Pero cuando hay amor, se es capaz de cambiar y entrar en razón. Secretos, confesiones, tra...