Francesca
Cuando llegamos al hospital junto con Tadeus, no supe a dónde ir, solo quería verlo, que saliera de cualquier habitación donde lo tuvieran internado y dijera: «estoy bien, no te preocupes». Pero nada de eso pasó. Fue una tortura el trascurso de las horas, no sabíamos nada de él, solo nos avisaron que estaba en quirófano, dejándonos más que preocupados. A momentos me sentía como una intrusa, solo Tadeus y Henry sabían por qué estaba en la sala de espera, no obstante, esos pensamientos eran lo de menos cuando entendía el motivo de mi espera a ese pronóstico positivo.
De vez en cuando veía a Dominic y a Torrance, la clara impotencia en sus rostros; aquella chica que hace poco supe que era también hija de Víctor, no hacía sino caminar de un lado para otro. Iba a la recepción con la que contaba la UCI, preguntando si ya sabían algo de su padre, a su vez que se asomaba por una puerta donde se prohibía el acceso, impaciente por saber lo mismo que yo. Dominic por el contrario, ceñudo, a veces se quedaba mirando a la nada, revolviéndose el cabello. Era en esos momentos donde me colmaba la tristeza, concibiendo que no era la única que quería a Víctor, que no todos lo detestaban como él aseguraba.
Y no solo eran sus hijos, también estaban los abogados Henry y Tadeus, que aunque no demostraran sus emociones abiertamente, con sólo su mirar comunicaban cuánto les afectaba la situación. Horas después se sumó otra persona; Pancer, quien llegó más que alertado preguntando por el estado Víctor. Éramos pocos, pero si sumábamos la angustia que teníamos, me atrevo a decir que se comparaba a más de una docena de personas.
Confinada en un asiento distante de la sala, miraba ansiosa la puerta donde salen los doctores, la cual lleva más de media hora sin abrirse. Apretando mis manos entre sí, ruego que todo salga bien. Quiero decirle lo que siento, quiero tantas cosas. Mis ojos se empañan otra vez, obligándome a cerrar los párpados para retener las lágrimas; no sé cómo es que no me he soltado a llorar.
Oigo unos pasos aproximarse, no me atrevo a ver pues siento que me romperé. Esa persona que llega, se sienta a mi lado, la oigo suspirar.
—Se nota que quiere mucho a Víctor —habla una delicada voz. Me esfuerzo en enderezarme y ver a mi derecha donde está Torrance quien está más serena, aunque sus ojos irritados indiquen otra cosa. Sonríe con pesar, ocultando su tristeza como todos los que estamos en esta sala aguardando por buenas noticias—. A veces creí que no tenía sentimientos, pero basta con ver a quienes están aquí para saber que si los tiene.
Cabizbaja, pasando saliva, suspira en breve para mitigar su aflicción. Me muerdo el labio, a tientas de preguntarle sobre su relación con Víctor. Me cuesta creer que sea su hija, que él y... su hermana, intimaran. Puede que le llame así de cariño, pero lo que él me reveló... No podría juzgarlo en esta situación tan delicada. Además que no me importa, lo único que quiero es que esté bien.
—Igual lo quieres —menciono, cortando el silencio. Me echa un vistazo, sin emoción alguna. A pesar de que sonríe de media boca, es más su abatimiento.
—La verdad no sé, solo quiero que esté bien —murmura, apoyando los codos sobre sus rodillas, encorvando el cuerpo hacia adelante.
Detallo su perfil, sus ojos mieles que tienen una estela de verde alrededor, iguales a los de Víctor cuando se enoja. De repente su expresión se transforma a una de dolor; frunce el ceño, empuña las manos, hasta cierra fuerte los párpados que no logran atrapar una lágrima que desciende por su mejilla.
—Es que no se lo perdonaré —chanta en voz trémula, cargada del dolor que la posee—, no le perdonaré si se va. No se lo perdonaré. —Baja la cabeza, agarrándose el cabello en puños.
No soporto, igual la vista se me vuelve borrosa cuando los sollozos se presentan. No me importa si parezco atrevida, me le arrimo, pasando mi brazo tras su espalda a la altura de sus hombros y la pego a mí. Sin contenerse un quejido escapa de su boca, dejando atrás esa fortaleza que demostraba. La acompaño en su dolor, dejando que las lágrimas se liberen.
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Cuestión de amor © [Cuestiones III]
RomanceCONTENIDO +18 | 3er libro de la trilogía "Cuestiones" Cuando el orgullo es tal que ciega cualquier acción, el tiempo es poco para revertir cualquier decisión. Pero cuando hay amor, se es capaz de cambiar y entrar en razón. Secretos, confesiones, tra...