Ethan
Puede que exagere, pero cuando Dominic mira de ese modo, como si quisiera comer del muerto, me recuerda a su padre, sin embargo a él le tengo respeto, por eso temo por lo que pueda hacer para cumplir esa sentencia de patearme en los bajos. No obstante, Torr parece que poco o nada le importa que esté enfadado porque de inmediato pega un grito agudo por la emoción, da varios saltitos y como siempre hace conmigo corre hacia él.
—¡Dom, te extrañé tanto! ¡Ah! —exclama más que eufórica. El aludido sin más remedio relaja su fruncido semblante para recibirla de brazos abiertos. Lo estrecha con fuerza, dándole un beso en la mejilla que recibe a ojos cerrados por el ataque de cariño.
Con confianza se sienta en su regazo, importándole poco que de vuelta Dom me vea con enojo. Percatándose de ello, luego de mirarme de reojo y lanzarme un beso que sin evitarlo recibo con una media sonrisa, centra su atención en Dom a quien le agarra por debajo de la mandíbula y lo obliga a que la encare, siendo severa.
—¿Por qué estás enojado con él? —pregunta, cruzando los brazos con brusquedad. Dom rueda los ojos por lo que le espera, y con eso deseo que le quite ese mal humor.
—No lo defiendas —alega, inconforme—. Te dije que ante cualquier idiota que se pasara de listo contigo la pagaría, no importa si ese idiota es mi amigo.
Desafiando a su suerte, Torr se ríe por lo que acaba de decir, enojándolo más y está vez, parece que estuviéramos ante el mismísimo Víctor en persona.
—Torr, no me tomes...
—Shh —lo acalla, colocándole la mano sobre la boca. Los ojos mieles de Dom, oscurecidos por el enfado, se clavan en ella, topándose con su sonrisa. Lo observa con adoración, liberándole la boca para luego sostenerle el rostro con ambas manos y darle un beso en la frente—. Creo que estoy lo bastante grande para diferenciar a los idiotas —repone, observándole con atención—, y ambos sabemos que Ethan no es un idiota. Ya arreglamos nuestras diferencias y estoy segura que de aquí en adelante estaremos bien.
El hombre en silla de ruedas se queda viéndola con detenimiento un par de segundos más hasta que, rendido, suelta un bufido, poniendo los ojos en blanco. Con eso sé que Torr ha ganado la conversación. No obstante, eso no quita que de vuelta me enfoque, achicando la vista para luego apuntarme sagaz con un dedo.
—Una falla más, Zoellick, una más y no la cuentas.
—Dom —advierte Torrance, torciendo los ojos, tallándose la frente.
Por mi parte quedo más aliviado, pero sé que en cualquier momento va a pasar algo inesperado, tal vez un guarura contratado por él para que haga lo que no puede. O en el más probable de los casos, que me tome desprevenido y sea el quien me golpee las pelotas. Conozco lo bien que protege a Torrance, que protegíamos pues también en esas ocasiones intervine, como su primera cita donde el idiota sólo la invitó por una apuesta con sus amigos, dejándola plantada y tomando fotos del suceso, de cómo la dejó sola en el parque, esperándolo. Dom cuando fue a recogerla al instituto, lo agarró del cuello y lo zarandeó, yo por mi parte le advertí que si se volvía a meter con ella me encargaría de que se lamentara toda la vida por ello. Éramos muy sobreprotectores, pero era porque ella no lo hacía, en ese entonces, antes de que se volviera en la chica fuerte que es.
—¿Y dónde está Cinthya?, también vino, supongo —pregunta Torrance sin levantarse del regazo de Dom quien moviliza la silla, rodeando la isla en medio de la cocina. Pasa por mi lado sin siquiera inmutarse, en cambio mi chica me guiña el ojo y vuelve a dispararme un beso que intercepto como si lo agarrara en el aire para meterlo en mi bolsillo.
Siguiendo a los hermanos Bathory, llegamos a la sala donde encontramos a tres personas dialogando. Una amable rubia habla a gusto con una mujer vestida con un traje señorial verde oscuro, acompañadas de un hombre que porta jean y una camisa a cuadros azul. Ronnie, Hope y Cinthya platican en una de las salas de la casa, que da hacia la zona de la piscina. Cuando nos ven se levantan de su asiento, siendo Torr quien grita de emoción para correr a abrazar a la prometida de Dom quien igual de animada la recibe. El encuentro memorable dura varios minutos en finalizar hasta que Ronnie y Hope se excusan en retirarse dejando a los recién llegados, a Torrance y a mí, en lo que parece una charla seria porque el ambiente cambia de repente. Nos sentamos en la sala, Dom junto a un sillón individual donde Cinthya se ubica. Torr y yo en un sofá largo, donde ella entrelaza nuestras manos, consiguiendo que Dom entorne la mirada, desconfiando aún de lo que hay entre nosotros.
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Cuestión de amor © [Cuestiones III]
RomantikCONTENIDO +18 | 3er libro de la trilogía "Cuestiones" Cuando el orgullo es tal que ciega cualquier acción, el tiempo es poco para revertir cualquier decisión. Pero cuando hay amor, se es capaz de cambiar y entrar en razón. Secretos, confesiones, tra...