17. Buenos días, amor

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Ethan

Despertar en las mañanas no es mi fuerte, suelo programar más de tres alarmas para salir de la cama pues mi sueño es muy pesado. Sin embargo, en esta ocasión, tengo motivos de sobra para levantarme sin despertadores.

Alguien se remueve a mi lado, recostándose sobre mi pecho, obligándome a parpadear un par de veces para adaptar la vista, encontrándome con el más grandioso de los lienzos.

Desnuda, Torr duerme, con una sábana que apenas cubre su torso y glúteos, mientras que una de sus piernas se descubre para descansar encima de una de las mías. Sus suaves senos se aprietan contra mi brazo, luciendo de tentación. Sin querer mi miembro se activa, recordando lo que pasó anoche después de llegar a su casa y cenar. Decir que hicimos el amor es poco, fue más que eso pues las caricias fueron las que más tomaron partida, y no bastó una vez para dejar en claro cuánta falta nos hizo el uno al otro.

Apenas tapándose mi entrepierna con el cobertor de su cama, froto mi miembro para aliviar la erección. Tengo ganas de hacerle el amor de nuevo, pero debo ir a trabajar y por la claridad de la mañana, creo que llegaré tarde. Solo que no me atrevo a despertarla pues está demasiado tranquila. Resuelvo mirar hacia el techo, dejando que su blanco me brinde concentración.

Anoche mientras llegábamos a la mansión y comíamos, hablamos de lo que pensábamos hacer durante lo que queda de año. Me contó algo que me costó asimilar; Víctor siendo el padre que siempre necesitó, acudiendo por ella para que volviera a estudiar leyes. A eso surgió el tema de que dejó la firma y la constructora en manos de sus abogados de confianza, sacando ambos la conclusión de que algo demasiado grave pasó para que actuara de ese modo tan precipitado.

Por otra parte me guardé para hoy contarle lo que descubrí de mi padre, a parte, preferí no revelarle lo que haré dentro de un mes luego de dejar mi cargo en la firma; quiero que sea una sorpresa. Es raro volver a esa época de universitarios, pero al menos compartiremos esa etapa, así no estudiemos la misma carrera.

Cierro los ojos por reflejo cuando el roce de una mano pasa por mi abdomen, dibujando mis abdominales. Sonrío al percibir un húmedo beso en mi pectoral izquierdo donde Torr reposa luego su mentón. Bajo la mirada topándome con esos orbes mieles que tanto me gustan y esa cara perezosa que me dedica. Su cabello revuelto es perfecto al igual que sus mejillas ruborizadas al natural.

—Buenos días, It —saluda, con ese gesto inocente que tanto me altera.

—Buenos días, amor —aludo. Sus ojos se abran de par en par, su rostro se sonroja por completo, actitud que no entiendo pero que me enorgullece provocar.

Nunca le di motes cariñosos, de hecho a ninguna de mis novias anteriores, ni siquiera a la que alguna vez fue mi prometida, porque no le hallaba sentido. Ahora es diferente, siendo imperativo ser afectuoso aunque crea que no es requerido, solo para que vea cuán dispuesto estoy a demostrarle que el afecto que le tengo es verdadero.

Avergonzada, oculta su rostro en mi pecho. Rio con ganas mientras enredo mis dedos en su cabello, dándole un beso en la coronilla.

—¿Por qué la vergüenza? —cuestiono, intentando que me mire pero no lo consigo. No obstante, de repente me da un mordisco en el pectoral. Gruño de dolor aunque no es nada grave.

Consciente de lo que hizo, siendo engreída, se yergue arqueando la espalda para apoyar un brazo en mi pecho, apenas cubriendo sus senos que siguen descansan contra mi brazo.

—¿Por qué ese mordisco? —cuestiono con el ceño fruncido, aparentando molestia.

—Te lo buscaste por ser tan hermoso —explica como si no fuera la gran cosa, encogiéndose de hombros y curvando los labios hacia abajo.

Cuestión de amor © [Cuestiones III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora