Festival del Fuego VII: Un Verso que nos Una

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La noche era cálida, marcaba el comienzo del verano, las paredes no ayudaban a que el viento entrase pero yo seguía fría. Abrazaba aquella almohada con fuerza, no quería ponerla bajo mi cabeza, quería abrazarla, quería sentir qué se siente abrazar a alguien al dormir. Siempre lo hacía, durante los meses de tormenta, pero no ahora, en mi cumpleaños, quería pasar sólo una noche tranquila, pero el sentimiento de soledad seguía allí. Veía en las otras camas a mis amigas, realmente no estaba sola, tenía compañía, pero no era la que yo buscaba. Quería sentir a un hombre, sentir que mimara mi cabello, que me arrullara con lentitud mientras yo le arrullaba también, dormir abrazados y con la compañía del otro, en total soledad, ocho horas completas en el sueño para cada uno de nosotros, viajando tomados de la mano. Tomé mi propio cabello, acariciándome con suavidad; no era lo mismo, nunca lo sería...

Me levanté de la cama, sosteniendo únicamente mi almohada. Un pensamiento había cruzado mi mente: escabullirme con Chris. Era el único momento en que podría hacerlo sin que nadie me regañara, aunque los demás nos viesen raro, íbamos a poder dormir juntos una vez más. Mis piernas temblaban al dar cada paso, y el rechinar de la puerta subía mis nervios ¿Karen y Beck seguirían dormidas? Caminé lento, esperando no conseguir a nadie, ya era tarde después de todo, pero unas pisadas fuertes delataban la presencia de alguien más.

No conocía esa casa, no podía ir a oscuras, tropecé con tan sólo intentar caminar a otro lado, y la luz de la vela que acompañaba esas pisadas hizo ver a la figura que estaba despierta: era Sir Guillaume.

-¿Está bien mi Lady? -preguntó con su ya usual amabilidad, extendiendo su mano vacía hacia mí- debe tener cuidado. ¿Iba a la cocina?

-No -nerviosa, debí mentir, iba a mentir pero mi boca reveló mis intenciones. Quizá si lo pedía-. Sir Guillaume, ¿Puedo pediros algo?

-¿Qué ocurre señorita?

-Quisiera dormir con mi hermano esta noche -admití, tratando de ocultar mi rostro lo mejor que pude entre las sombras.

-Hoy me toca guardia, no hay problema, el cuarto estará solo -explicó él, haciendo que mi corazón diera un ligero salto que casi logra provocar un salto en mí también.

Agradecí y caminé hacia la habitación, siendo guiada por él. Noté que aún cargaba el camisón de dormir, y que ahora estaba frente a un chico desconocido mostrándome de ese modo. ¿Qué iba a pensar de mí? Usé la almohada para cubrirme un poco y caminar hasta el lugar deseado. Sir Guillaume se despidió con una reverencia y tras pasar, allí lo ví. Mi hermano. No estaba durmiendo plácidamente, al contrario, temblaba, lo podía sentir, murmuraba aquel típico nombre y palabras en medio de un conflicto. ¿Por qué Kira? ¿¡Por qué lo molestas tanto!? Puse mi mano en su pecho, su corazón estaba acelerado, como si hiciera ejercicio, y de un sobresalto y un grito, me abrazó con fuerza.

-No mueras Kira... no... -poco a poco respiró con fuerza, tomando aliento. Su pecho estaba sudado al igual que su rostro, y su abrazo sólo empeoraba esa calentura-. ¿Alex? ¿Sigo soñando?

-No, tonto -le dije, dedicándole una sonrisa que sé que él podría ver- vine a... pedir algo -admití. No podía preguntarle, él me lo debía por su comportamiento-, quiero dormir a tu lado.

En medio de fuertes respiraciones mi hermano aceptó, y se acomodó para dejar suficiente espacio para mí. Su cuerpo seguía temblando, y no podía ocultar el temor que sentía. Lo acerqué a mí y tomé su cabeza, acostándolo en mi regazo.

-¿No vas a...? -iba a preguntar, pero puse un dedo en sus labios. No quiero que sufras más, quiero que durmamos los dos juntos tranquilos. No le dije nada, pero debía estar agradecido por ser yo la que cuidara de él cuando el día era para mí.

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