Festival del Fuego II: Feuertanz

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En medio de la muchedumbre y el gentío, Sir Guillaume y yo paseamos por el lugar hasta llegar a la torre de paredes rojas que adornaba el centro del pueblo; una figura religiosa levantada en honor al Titán Pyros que se hallaba ardiendo un fuego eterno mantenido cada año durante el apogeo del festival. Al menos, eso era lo que Beck me había dicho que leyó sobre el pueblo, el cual fuera de sus grandes emanaciones de maná, no poseía registros que valieran documentos o libros sobre él.

El lugar parecía adornarse con los motivos de rojo, naranja y amarillo que muchas personas vestían, haciendo que mi vestido blanco destacara sobre los demás. El caballero que me acompañaba sólo reía ante la situación que me veía en el que algunas personas me veían y otros ofrecían sus artilugios a la venta para adornar. Trataba de ignorar todos, el dinero que tenía era para mi supervivencia y, aunque era una cantidad algo grande, igual no estaba en mis posesiones, pues Mesos lo guardaba para evitar posibles hurtos. Sir Guillaume vestía con adornos azules por sobre su armadura, los cuales solían destacar del mismo modo entre los habitantes del pueblo. Era interesante ver el tipo de armaduras y ropas que cargaban las personas y el cómo estas se diferenciaban entre los mismos ciudadanos del reino.

El sonido de la música alegre me hizo salir de mis pensamientos, notando que había un grupo de músicos y bardos que tocaban con alegría en torno a la plaza central, donde la gente se reunía para danzar a gusto en medio de lo que parecía un muro de fuego que rodeaba a los bailarines. Me asusté y mostré el interés sobre esa clase de baile, pues las personas no temían quemarse sino que, al contrario, usaban el fuego para avivar el espectáculo.

Me acerqué a Beck, la cual veía la danza mientras aplaudía con leve interés al ritmo de la música.

—Veo que te diviertes... ¿Por qué no bailas? —pregunté de forma burlona, esperando que con un empujón ella se animase más

—Sabes que ese no es mi estilo —explicaba, viendo como las demás personas entraban y salían de aquel círculo de llamas que era el centro del baile—, de hecho, es tu hermano quien disfruta —señaló a Chris, quien ahora estaba en el centro del fuego bailando alegremente, en un ritmo con Karen que mostraba la armonía de ambos.

Quise empujarla y tomar su lugar, extender mi mano y decir «¿Me permite el caballero para esta pieza?» como tan simple era un baile entre los que me habían enseñado. Pero estaban tan concentrados, tan alegres. Mi sonrisa se perdió y me llenó un ligero vacío, era notable desde hace tiempo que Karen y Christopher se llevaban bien y eran cercanos, y si había alguien que pudiese cortejarlo, era ella... O lo opuesto, que fuera él quien estuviera en aquel ritual.

Viendo mi mirada, Beck me empujó un poco, tratando de animar el ambiente que mi rostro había causado.

—¿Por qué no vas a bailar tú? Se te da mejor —dijo, aún siguiendo el ritmo de la música con las palmas.

—Bueno yo... —necesitaba una excusa, no podía demostrar abiertamente mis celos—, no tengo pareja de baile —pensé que aquello dentendría su insistencia, pero su única respuesta fue señalar al caballero que estaba al lado mío.

—Aquel chico parece que podría interesarle —exclamó con una leve risa, empujándome en su dirección.

Pedí perdón por el tropiezo y le dediqué una mirada de enojo a mi amiga, esperando cobrarle aquella inconveniencia de un modo u otro, pero el caballero de forma sonriente sólo extendió su mano.

—¿Desea bailar esta pieza, mi Lady?

Su mano estaba extendida hacia mí, y su sonrisa era decidida, sus ojos café estaban fijos en los míos, como un cazador al ver su objetivo. No pude evitar sentir ese calor en mi rostro, el que únicamente había sentido con mi hermano, pero no podía dejar que eso pasara. Sólo era un baile, nada más. Traté de zafarme de mis pensamientos, enfocándome en el baile, pero podía ver en el centro a mi hermano junto con Karen, recibiendo un poco la atención por su increible sincronía. Juntaban sus manos en una pose de combate que poco a poco se movían hacia arriba y abajo, siempre caminando en círculos al ras de las llamas, viéndose fijamente a los ojos en todo momento...

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