Noche Violeta

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La noche se sentía fría, y mi cuerpo parecía estar expuesto al viento junto con ella. Las cobijas no me daban ese mismo calor y el escudo que me protegería de cualquier enemigo se había desvanecido de nuevo. Había podido sobrevivir así por ocho años, incluso más. Sólo tenía a mi padre y a mi mentora; con mi padre dejé de dormir a los siete, y Rozen sólo me hacía compañía durante las noches de tormenta. Tuve que vivir cada noche de este modo exceptuando fechas especiales, con las que podía dormir con alguien más, siempre cerca de alguien. Con mi hermano al fin podía sentirme segura, protegida, él lograba hacer que incluso las tormentas pasaran sin ningún problema, pero sólo duró dos meses... ¿Volvería? a diferencia de otras veces no podía saber si estaba vivo o no, no recibiría sus cartas, nada. Estaba totalmente sola y sin la esperanza de su retorno.

Ya había pasado por esta situación antes, ya lo había soportado, no tenía que sentirme así, podía obligarme a dormir. Me quedé en esa posición quieta por varios minutos, sin lograr nada; no podía dormir. Mi mente se llenaba de varias ideas, ideas para el poema, para una composición musical, para escribirle una carta a Chris... necesitaba calmarme. Me levanté con dificultad y traté de hacer aquel hechizo que aprendí recientemente, lograr que un objeto se iluminara y me permitiría ver, pero algo fallaba, no podía iluminar nada, no lograba aún repitiendo los mismos movimientos y las mismas palabras que Rozen me enseñó. Estaba frustrada, ¿por qué no podía lograrlo? En estos dos meses pude avanzar con rapidez cada magia, ahora estaba bloqueada. Pensaba en lo que quería, en el candelero iluminándose, siendo una luz que guiaba mis pasos...

Nada. Tenía que pensar en algo más, quizá cambiarlo, tal como Beck me había sugerido. Cerré mis ojos, intenté pensar una vez más en ello, una luz que me guíe a cada paso... por un momento pensé en mi padre, en mi hermano y en Rozen; los tres me guiaban de modo distinto, los tres eran un camino que deseaba seguir. Nada. Suspiré, ni si quiera mi hermano era una musa tan fuerte como para poder realizar ese hechizo. Debía haber un modo... Repetí por costumbre los mismos movimientos una vez más.

—¡Lett Luce! —exclamé con fuerza el conjuro, concentrándome.

Esta vez, funcionó. Sentí como si mi madre estaba allí, señalándome la forma en que debía hacerlo, iluminando en una luz violeta el camino hacia su cuadro, y así, el candelero se iluminó con una intensidad similar a la de una antorcha, y una luz violeta que dejaba ver todo a detalle. Sonreí para mí misma, abriendo los cajones de mi escritorio para buscar mi pluma y tinta, aunque me detuve un momento; esa luz no duraría más que unos minutos, y podía perderla. Intenté encender las velas con una chispa mágica, pero una vez más mis capacidades fallaban. Suspiré y decidí salir a buscar la llama continua de la casa y me encaminé fuera de mi cuarto una vez más.

Aquel artilugio se encontraba en el salón, dispuesto allí para cualquiera, sirviente o miembro de la familia para encender las velas. Rozen y yo no necesitábamos usarlo pues la chispa mágica bastaba, pero en ocasiones como esa, tuve que salir. Estaba justo frente a aquel solitario fuego, encendiendo la vela cuando la luz violeta que aún no se apagaba se reflejó en el cuadro de mi madre. Lograba marcar ciertas partes brillantes: la luz de la ventana y sus ojos, como si resaltaran por todo lo demás que estaba en el cuadro. Me acerqué con lentitud para verlo y me quedé allí, parada, ensimismada. Podía sentir un cálido viento recorrer mi cuerpo, y una voz susurrando palabras de aliento, parecía mi propia voz, halagando una labor bien hecha y recordando que fuera a dormir; pidiendo que cuidara de mi padre y hermano y que mantuviera mi mente en el objetivo. Sonreí y allí me quedé hasta escuchar los leves pasos y la voz de mi padre

—La escuchas ¿no es así? —preguntó él, cruzado de brazos y parándose a mi lado—. Yo lo hacía al comienzo y pensé que estaba enloqueciendo.

—¿Cómo puede hacer eso? —pregunté confusa. No conocía magia alguna capaz de esos actos.

—Nunca lo entendí, y Rozen no detecta nada... sólo sucede —dijo él, acercándose a mí para rodearme con su brazo—. Siempre creí que partió su alma en dos... una en tí y una en este cuadro, y que nos protege siempre desde allí —comentaba, repitiendo en parte las palabras de la mañana, pero sin soltar lágrimas— ¿Qué haces despierta tan tarde? —preguntó al final, de forma tan súbita que no pude responder con claridad

—Estaba teniendo dificultad para dormir —dije rápidamente— Sabes que...

—No te gusta dormir sola. —terminó él, soltándome y cruzándose de brazos—. Tienes que acostumbrarte a eso, no puedes depender siempre de alguien más. Habrá días en que tu esposo esté lejos, en una guerra o sólo trabajando ¿Tú qué harás? ¿Desvelarte por él?

Cada palabra de esas me hacía pensar en la situación de mi hermano actual, donde sea que el estuviese, estaba lejos, y tenía razón en su punto, no podía desvelarme, pero tampoco podía quedarme dormida. Era algo que me impedía dormir en paz y que estaba allí en mi mente, moviendo mi cuerpo y haciéndome pensar una y otra vez. Debería haber una forma de relajarme, algún somnifero...

—Padre, ¿Y si tomo hierbas relajantes? —comenté, pensando en el té que hacía Rozen—, mi hermano sufre de pesadillas y a ambos nos vendría bien.

Él bajo la mirada para pensar. No era tan mala idea, simplemente era una infusión que podría dormirnos sin tener que recurrir a mi magia, aunque esas plantas solían estar reguladas por su uso en venenos, debía haber alguna que fuera útil para ambos.

—La Madre Noble es una buena planta para eso, la prefiero a las otras —señaló él, mientras su cara mostraba expresiones de recuerdo y preocupación—. Durante el festival podrías comprar unas, te daré el dinero para ello —explicaba, sonriéndome.

Por un momento me detuve a pensar, hablaba del festival como si él no fuera a ir. Si no iba a estar, no me vería en mi presentación. Crucé mi brazo izquierdo y le miré molesta, esperando llamar su atención

—Querrás decir «Podríamos» ¿no? —le reclamé, esperando una respuesta inteligente—. En el festival será la presentación de mi poemario y la primera obra corta, ¡No puedes faltar!

—Lo siento hija... —respondió de forma serena—, tengo cosas que administrar en la ciudad, y el pueblo de Zomerwald no está dentro de mis planes. —su voz no sonaba en disculpa, sino seria, dedicada a su trabajo al fin y al cabo. Suspiré, sabía que él no iba a ir no importa lo que yo pidiera.

—¡Pues iré con el Maestro y con Chris! —expresé al final, sabiendo que invitaría a Rozen a protegerme—. Ellos dos pueden cuidar de mí y así Rozen se queda cuidando la casa —tenía el plan, una vez allí, eran tres días en total libertad, tres días sólo con mis amigas y mi hermano y mi padre no podía negarse. Escuché su respuesta afirmativa y le abracé, buscando agradecer por esa oportunidad—No te defraudaré, Lord Padre.

Volví a mi habitación más relajada, viendo el libro en blanco y la pluma con tinta en el escritorio. Podía pasar la noche escribiendo algo nuevo, dejar a Solis y Trois de lado mientras me enfocaba en los aún sin nombre ángel y hada. Su historia los había separado, pero ambos deseaban volver con el otro. Sentí una súbita necesidad de llorar justo cuando leí lo que yo misma había escrito; me recordaba cada momento que pasaba con mi hermano, el cómo nos separamos y como queríamos volver a estar juntos. Tomé eso y lo plasmé en los siguientes versos, dedicando la noche a escribir con las ideas que venían a mi mente.

No sé en qué momento quedé dormida, pero escribí todos los sentimientos del hada hacia aquel ángel guerrero como si de mi propia boca salieran, y faltaba poco para poder terminarla. Aquel festival de verano sería especial, lo presentía con sólo escribir. Chris estaría conmigo y sería parte de nuestro pequeño elenco, presentaríamos una obra al público, y podría divertirme con mis amigas. ¿Qué podría salir mal? Dejé que mis ideas se fueran y en algún momento, los sueños se volvieron parte de ellas en un remolino de sentimientos.

AdolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora