Día del Titán Eros V - Unidos

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A pesar de lo cálido del agua, ni él ni yo sentimos necesidad de alejarnos. El calor era suave, y su aroma floral mezclado con el toque amargo y dulce de la canela hacía un ambiente peculiar. Las paredes vacías hacían resonar incluso el más leve de los murmullos de mi música, y entre poemas, mi magia iba cuidando las heridas del hombre que estaba frente a mí.

A diferencia de lo que aprendí en mi visión, no recibía daño alguno por curarlo de este modo, ni si quiera me esforzaba en hacer magia, ¿Cómo sé que lo estaba sanando realmente? Simple: podía ver en los suspiros que él entregaba que ya no había dolor ni peso en su ser, que su alma estaba poco a poco tan limpia como su cuerpo; cada aceite, incienso y jabón cuidaba de su piel y se deslizaba entre sus hombros para esconderse bajo la superficie del agua.

Así, entre mis caricias, llegué a sentir cosas que con la ropa no podía. Golpes, cortes y cicatrices ocultas entre tantos conflictos, y en la caricia de cada una, sus ojos de bestia me observaban con lo que podía comparar a ojos de un niño perdido. Le sonreí con la mayor ternura que podía, tratando de sanar aquellas heridas mientras le preguntaba el origen de ellas.

—Los golpes son del escudero de Sir John Adler... En una práctica, logré tumbarlo pero su patada me dejó así —exclamó, mientras mi mano pasaba por su pecho y lograba ver, aún bajo lo turbio del agua, el color casi azul que la presión sanguínea le daba allí—. El corte es de una flecha...

Luego de decir eso, se quedó en silencio. Con su mirada hacia su lado, alejada de mi. Podía sentir en su costado una áspera cicatriz que marcaba su piel, y con sólo tocarla, un quejido de dolor salió de sus labios.

—¿Cómo sucedió esta? —le pregunté, esperando su respuesta inmediata, pero no terminó de decirlo hasta que me acerqué poco a poco a él—. Dime, Chris...

—Una amiga me disparó, y me lo tuve merecido —me dijo, bajando la mirada y con sus manos alrededor de mi cintura tratando de empujarme, pero rechacé sus intenciones y me quedé con él.

—No la mereces, ni esta ni ninguna herida. Por eso debo sanarte —confesé en medio de mis sentimientos.

Él no era malo, ni mucho menos esperaba que pudiera hacer algo que precisara ser disparado a traición. Ese no es mi Chris. Mi Chris es un hombre que rechaza incluso la idea de estar a mi lado para no herir mi corazón. Sus manos en mi cintura sólo buscan alejarme cuando cualquier otro hombre buscaría acercarme a él; no podía ser un Dragón lujurioso, porque si lo fuera, no tendría que esforzarme tanto en estar a su lado.

Seguí cantando mis poemas, acariciando con mis manos todo su cuerpo y acercándome lentamente a él. Un beso en su frente, como el que alguna vez él me diera, bastaba para aliviar todo su dolor y dejarlo relajarse entre mis brazos. Para cuando estaba menos tenso, ya estaba sentada en sus piernas, con mis manos alrededor de su cintura. Pude sentir sus musculos, eran firmes, podía creer que si alguien viniera por mí, su cuerpo detendría un golpe sin problemas; rígido, pero de algún modo deseable, como si desde siempre mi cuerpo supiera que él no era mi hermano, pero mi mente aún creara ese vínculo con él para unirnos.

—Alex... ¿Qué haces?

A pesar de su pregunta, sólo me acerqué más a él, hasta que mis piernas pudieran sentir su cuerpo y la distancia entre nuestros brazos me forzara a tener que rodear su pecho, aferrándose inconscientemente al objeto de mi deseo. Con mi rostro en su oreja, sólo susurré lo primero que pensé.

—Te amo, Bluend

Me separé unos pocos centímetros, sólo para unirme a él en un beso pequeño, lento y tranquilo. Pero no era lo que quería, y él tampoco. Su mirada de perrito regañado había desaparecido y en su lugar, veía una de duda, de temor, pero a su vez de interés. Como un suave brillo que reflejaba la poca luz del ambiente, y formaban un halo de deseo entre las pupilas, rodeando el reflejo de mi propio ser en ellos y señalando desde su alma que estaría conmigo. Le sonreí, estaba feliz como nunca había estado al estar junto a él. No dije nada, no hice nada, sólo esperé paciente.

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