Día del Titán Eros I - Revelación

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Desperté lentamente, aún sintiendo su peso sobre mi pecho, justo en mi corazón; la calidez de nuestros cuerpos se unía y nos alejaba de cualquier mal, y el sol de la mañana del día de Eros y Valentina iluminaba su rostro y resaltaba su cabello teñido de azul nuevamente. Fue el despertar más hermoso que había tenido en mi vida, aunque no quitaba lo incómoda que estaba. Dormía tan plácidamente, y aunque fue un lindo despertar, no era lo que quería, quería más, quería que él fuera sincero de sus sentimientos.

Me moví de mi lugar y traté de verlo al rostro, acariciando una vez más. Mi propio hermano estaba a mi lado, era lo que deseaba, aunque en las mismas reglas de Valentina estuviera prohibido, era a quien quería diariamente. Iba a acercar mis labios a los suyos, pero me sentía seca, agotada, como si la energía de mi cuerpo se hubiera ido. Maldije para mis adentros, pues la magia que usé me cansó y no tuve suficiente descanso. ¿Valía la pena? Si eso hacía que mi padre y mi hermano estuvieran tranquilos, pues valía por completo.

Me levanté lentamente y dejé que mis ropas de dormir se desprendieran de mi cuerpo, no importaba su presencia, Chris ya me había visto desnuda, e incluso era algo que quería que hiciera, que perdiera ese pudor al verme de este modo. Sonreí para mí misma mientras buscaba ropas que ponerme para aquel día; aunque la tarde sería informal, debía estar preparada para la noche más especial de mi mejor amiga, su propio debut.

En cierto modo, me sentía feliz, alguna vez había pensado en que las dos lograríamos nuestros objetivos. Gracias a Mesos y Beck, ambas estábamos un paso más cerca, y hoy era un día de celebrar mutuamente aquello. Toda idea de celos que me había cruzado quedó en segundo plano, pues ya tengo la certeza de que mi hermano no sería capaz de abandonarme, sé más sobre él, y no importaba si no compartía mi sangre o si era un Dragón, sólo importaba que estaba a su lado. No dejaba de ser el hombre que amo.

Sin vestirme, me acerqué a él y bese su frente, esperando darle ese mismo escudo que tantas veces él me entregó, esa protección del mal y de los problemas que por fin llegué a sentir de nuevo. Con lentitud, me acomodé entre sus brazos y decidí darme unos minutos más a su lado, sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo, y unir esta calidez de ambos. Me atreví a besarlo una vez más, y mi mente cruzaba la idea de decirle... Revelar todos los secretos sobre él que nuestro padre había ocultado. ¿Sería fiel a sus sentimientos si lo supiera? Pero me negué. Aquello no era una carta blanca para que nuestra relación fuera aceptable, ni si quiera se acercaba a arreglar ningún problema con mi padre, sólo lograba sentir que me alejaba de él, y que todo ese vínculo que imaginé era falso...

—¿Alex...? —lo escuché murmurar, sacando de mis pensamientos la idea de ese secreto— ¿¡Alex!?

Su grito me asustó un poco, y sentí como me apartó, notando en su rostro el rojizo color de las mejillas. Sonreí un poco, entregándole un suave saludo matutino, y acercando mis labios en un dulce beso.

—¿¡Qué haces así...!? Dime que no... —se notaba el miedo en su voz, pero lo callé con mi dedo en sus labios.

—No arruines el momento. No pasó nada aún... A menos que... —quise ofrecerme lentamente, mostrando un poco de mi cuerpo hacia él, pero su mirada se desvió hacia otro lado.

—Alex... No tan rápido, por favor —dijo, soltando un leve suspiro—. Apenas puedo aceptar todo esto... —llevó su mano a la cabeza, en una expresión que hacía notar la culpa que aún guardaba, ese código de caballero que era incapaz de rechazar.

—Tu fuiste quien me vió primero, hace mucho —le recordé, suspirando para dejar ir mis emociones temporales.

—Ver y tocar son... Sólo... Sólo vístete —pidió, levantándose de la cama para mantenerse de espaldas a mí.

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