4. Quizas tenia mil defectos.

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Los siguientes días, el profesor se ausentó varias veces, eso significaba dos horas de María José para mi grupo y como se imaginarán, yo era la persona más feliz en ese pequeño lapso de tiempo.

Durante esa semana, mi residente me había dejado conocerla un poquito más a fondo, lo suficiente para saber que era una persona hermosa y divertida, pero tenía sus ratos donde su ego le ganaba y se volvía bastante molesta.

El lunes la clase la dio uno de mis compañeros y María José hizo lo posible por hacernos llorar con lo difíciles que eran sus preguntas, pero al final de la clase nos explico todo tan lindo que me dio una razón más para sentir que perdía mi cordura por esa chica.

El martes, no tuvimos clase, en su lugar, nos llevo a ver a unos pacientes, un niño de 11 años, al trato como a mi me hubiera gustado que me tratase, lo saludo con un sonoro y largo beso en la mejilla, intercambiaron un par de bromas y hablaron de cómo se sentía y lo que estaba pasando con respecto a su enfermedad y tratamiento, nos hizo algunas preguntas acerca de cosas que según ella "debíamos saber" y se molestó un tanto cuando no le contestamos, nos sacó de la habitación, nos regañó por no haber estudiado lo suficiente y nos dejo revisar a su paciente, ella se fue a algún lugar del hospital y no la vimos en el resto de la hora.

El miércoles nos vimos en la sala, mis compañeros decidieron faltar a clase, pero los muy estúpidos olvidaron avisarme, así que si, fui la única tonta que llego a clase, María José estaba enserio molesta, pero termino por relajarse y contarme cosas que había vivido en el hospital y experiencias mientras era interna, algunas eran cosas divertidas, algunas tristes y me contó de otras donde murió de miedo a media noche durante sus guardias.

Después de las dos horas de la clase, salimos de la sala, y se convirtió en una María José distinta, levantó la barbilla y no miro a nadie a la cara, ni siquiera a mi y se puso algo distraída de nuestra conversación.

El jueves, María José llegó unos minutos tarde, regañó durante quince minutos a mis compañeros por haber faltado el día anterior y después nos dedicamos a solo a escuchar la clase de una de mis compañeras, no hizo preguntas ni aclaraciones y nos retiramos de salón; antes de perderla, la alcance y le pregunté si estaba bien, me dijo que solo había tenido un día pesado y le regalé un chocolate, yo amaba los chocolates, y siempre traía al menos uno en mi mochila, María José valía lo suficiente como para quedarme sin mi chocolate ese día.

El viernes no fue María José, solo el profesor, fue la clase más aburrida de la semana, extrañaba a mi residente y ahora estuve segura de que efectivamente, comenzaba a perder la cabeza por ella.

Quizás tenía mil defectos, pero tenía otras mil cualidades que le hacían tan especial como sólo ella podía hacerlo.

Mi doctora favorita (Calle y Poché)- Pausada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora