37. Deseo de algo desconocido para mi

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POV Calle:

- Espera- Dije algo abrumada entre besos.

María José se detuvo a mirarme un poco confundida sin decir nada, supongo que era lo último que esperaba que dijera, considerando que tenía tiempo queriendo vernos en esta situación.

- ¿Que pasa?- Acariciando mi mejilla.

Pensé un par de segundos que ir a lo que iba decir mientras movía mi labio para que las palabras no salieron sin mi permiso.

- ¿Estas bien?- insistió María José.

- No lo se- dije al fin.

María José suspiro y me tomó de la mano, para sentarnos ambas en la cama.

- No tenemos que hacer nada- dijo finalmente María José mirándome y contarme una y creciendo mi mano.

- Quiero hacerlo...- Contesté intentando mantener la mirada en sus ojos- es solo que tengo algo de miedo.

- ¿Miedo? ¿Y por qué tienes miedo, Daniela?- Me preguntó María José.

- Nunca he hecho esto y tengo miedo de no saber qué hacer y terminan decepcionándote.

La mirada de María José se tornan más dulce y me abrazó en un intento de infundirme confianza.

- No creo que puedas decepcionarme- susuero en mi oído- sólo déjate llevar, y ten la suficiente confianza para decir no si algo no te gusta, todo lo demás llegará poco a poco- la abracé con fuerza, como en un intento de descubrir que todo aquello era real.

Afloje un poco la intensidad de la brazo para poder estar frente a María José y poder observar de cerca esa cara que tanto me fascinaba, puse mi mano en ella, intentando grabar en las yemas de los dedos cada rasgo, cada imperfección sin poder apartar mis ojos de la intensidad mirada de María José dejándose llevar por las sensaciones que transmitía.

Se levantó de mi lado para quedar frente a mí y se inclinó para besarme mientras iba desabrochando uno por uno de los botones de mi blusa y quitándola después.

Sentía mi corazón latir con fuerza y que terminaría por salir de mi cuerpo. Sabía que no podía más. Sabía que María José no podía más.

Estaba muy nerviosa, comencé a quitar totalmente su ropa y ambas fuimos perdiendo la ropa poco a poco.

María José se detuvo a observar mi cuerpo e hizo que mi cara ardiera por favor.

Se inclinó a mi rostro, me dio un suave beso en los labios y me ayudó a recostarme sobre la cama, seguida de ella.

Tenía claro que no había prisas, quería que esto fuera inolvidable.

María José tomó el control, ni siquiera se me sorprendió. Se puso encima de mí y recargada en sus rodillas y manos y paso su nariz por mi cuello oliendo mi perfume.

De una de sus manos libres y comenzó a recorrer mi cuerpo con ella, paso por mi abdomen y se detuvo en mis caderas mientras besaba mi cuello y yo temblaba por su contacto.

Por un momento se detuvo y me miro a los ojos.

María José sentía lo mismo que yo.

María José entrelazó nuestras piernas y fue en ese momento que caí en cuenta  de lo húmedas que estábamos, supongo que íbamos por buen camino.

- ¿Estás segura de querer continuar?- Me pregunto viéndome a los ojos.

- Segura- Te respondí sin ninguna duda.

Le sujete su cara y le di un beso desesperado para convencerla de mi decisión, ella correspondió con un beso lleno de pasión, del que tuvimos que separarnos sólo por falta de aire, y acariciaba mi cuerpo así siendo dibujos y paso sus labios por mis hombros y cuello dejando besos húmedos.

Regresó mis labios con su besos y mis caderas comenzaron a moverse acompañadas de ritmo de María José.

Después de algunos momentos, sus labios bajaron a mis pechos, sentía su tibia lengua jugando con ellos y como los mordía de vez en cuando con su mano tomo el pecho quedado libre y los masajeaba haciendo que un gemido salir de mi boca entre abierta por el placer.

Mi cuerpo se estaba convirtiendo en un volcán de nuevas sensaciones que jamás había experimentado.

Después de algunos momentos de besos y caricias, un pequeño grito afloró de mi garganta cuando sentí los dedos de María José recorriendo mi sexo, incrementando el deseo de algo desconocido para mí.

Sus caricias provocaban infinidad de pinchazos de placer en todo mi cuerpo, intenté dejarme llevar, pero María José también tenía que sentir esto, así que con una de mis manos tome uno de sus pechos y comencé a masajearlo y con la otra me acerqué a su sexo dispuesta hacer lo mismo que ella hacía conmigo y me sorprendí anotar todas humedad.

Deslice dos de mis dedos dentro de ella mientras sentía como al igual que yo, ella estaba temblando por el deseo y pasión que había entre nosotros.

Comencé entrar y salir con mis dedos siguiendo la velocidad de María José llevaba, sentía que estaba apunto de explotar y nuestro suspiros en un compás de placer, besos, gemidos y caricia estaban fuera de sí.

Unidas llegamos al orgasmo con sentimientos a flor de piel, además del cansancio y la tranquilidad nos llevó a recostarnos en la cama, tapar nuestros deseos cuerpo con una sábana y caer en un profundo sueño.

                                  •***•

Me tardé menos de lo que esperaba, disfruten!!!

Mi doctora favorita (Calle y Poché)- Pausada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora