44. Habia sido fantastico.

5.6K 337 16
                                    

La mayoría de los "POV" van hacer de calle, así no tiene caso de seguir poniéndolo. Cuando le toque a Poché en el "POV" yo lo pondré para que sepan bueno si es que va haber... bueno disfruten!!
                                      •***•

Cuando desperté me encontré con los ojos curiosos de María José, quién sabe cuánto tiempo llevaría observándome así, lo que me perturbaba un poco.

Si somos realistas, eso no es muy lindo, da más miedo que otra cosa, se aprovechan de que duermes y no eres consciente para acostarte.

Intenta sonreír y ella me devolvió una tímida sonrisa.

- Creí que estarías de guardia hoy

- Buenos días para ti también- dijo bromeando

- Buenos días- respondí rodando los ojos. ¿En serio tenía que ser falsamente educada? Ella lo era sólo para molestarme.

- Pedí el día, voy a cambiar el día con Judith- me explicó- supuse que podría quedarme hacer cosas interesantes en casa hoy- sonrío de lado.

- ¿Si? ¿Como dormir? O ¿mas divertido aun?- dije con sarcasmo.

- Tenía pensado algo mejor- dijo riendo.

- No me lo imagino.

Me levanté de su cama y fui al baño para cepillarme los dientes y lavarme la cara. Volví con María José y seguía acostada en la cama viendo mi dirección y sonrío cuando salí.

- ¿Porque me miras así?- pregunté sonrojada.

- Acércate y te lo dire- me pidió.

Camine insegura hacia ella y me tomó del brazo para jalarme y dejarme caer sobre ella.

- Podemos hacer muchísimas cosas interesantes aquí- dijo y dejó un beso rápido sobre mis labios.

Me alejé un poco de ella, no me gustaba sentir que era la que tenía que buscar a María José.

Puso sus manos en mi cintura y me acerco hacia ella, en realidad me gustaba estar así, considerando que ella había dormido en ropa interior y tenía toda su piel a mi disposición.

Continuó besándome cada vez con más intensidad y más calor al menos por mi parte y supuse que lo mismo le pasó cuando tomó el dobladillo de la camisa que traía puesta y me la quitó.

- Esto es jugar sucio, ¿sabes?- Me dijo al ver que no tenia puesto nada debajo.

Ignore su comentario y volví a besarla, quería sentirla sólo mía.

Después de un rato quito mi pantalón, comenzó a besar mi cuello y con cuidado me volteó sobre la cama para que quedara debajo de ella, pero esta vez no la dejaría, me levanté de la cama y ella se sentó confundida.

La empuje de los hombros con cuidado para que se acostara y me senté sobre ella, me acerqué a su rostro y volví a besar sus ya algo hinchados labios.

Con mi mano izquierda la caricias sobre sus bragas y con la otra mano tome su mejilla mientras la seguía besando.

Comencé a bajar mis besos por su cuello y luego su clavícula cuidando no hacerle daño, besar sus pechos en la parte que la tela dejaba descubierta y el otro lo masajeaba con cuidado mientras la observaba, se veía simplemente perfecta.

Decidí seguir con mi línea de besos por todo su abdomen hasta llegar a la tela, la bajé casi en un intento desesperado, esperaba que María José no le hubiera notado.

Deje un último beso y volví a sus labios. Lleve uno de mis dedos a su sexo para recorrer la zona y buscar los puntos que a María José le gustaban, comencé a dibujar círculos con mi dedo y seguí recorriéndola de lado a lado.

Seguí masturbándola hasta que sentí como se arqueaba de placer y dejaba escapar un gemido. 

Introduce uno de mis dedos en ella esperando a ver si tenía una buena reacción, vi que mordió su labio y poco a poco se relajó hasta que sume un segundo dedo y comencé a entrar y salir de María José, era indescriptible su cara, me encantaba, con sus ojos cerrados, su boca entre abierta y su sudor en la frente, era simplemente perfecta.

Baje un poco hasta quedar a la altura de su parte íntima y empecé a hacer juego con mi lengua mientras salía y entraba en María José con mis dedos, María José agarro mi cabello muy fuerte mientras gritaba de placer. Sentí como sus paredes se cerraban así que acelere mis embestidas y moví mi lengua más rápido y succionaba su clitoris.

Subí hasta su boca Y vi las manos de María José aferraste las sábanas y sentí como por fin su cuerpo se relajaba y dejaba escapar un gemido mucho más fuerte que los demás que se vio abogado por uno de mis besos. Había llegado a su orgasmo.

Había sido fantástico.

Mi doctora favorita (Calle y Poché)- Pausada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora