50. Gine

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POV Calle:

- No puedo creer que sólo quedan dos semanas más de clase- le dije a María José sorprendida mientras hablábamos en la cafetería en su descanso.

- Sólo para ti, cielo, en este hospital aún existe la esclavitud y yo soy la prueba viviente de ello- me respondió con su tono sarcástico que usaba cada vez que bromeaba.

- No te quejes, te pagan bastante bien- le dije riendo.

- Eso dices porque no vives sola; si mis papás no me quisieron, habría muerto de hambre hace más de un año- rió.

- No diré nada entonces- dije al notar cierta hostilidad en su último comentario.

- ¿Que harás estas últimas semanas? Además de no dormir con exámenes.

- En realidad no estoy tan saturada como esperaba.

- Entonces hagamos algo esta noche- me dijo con su modo natural otra vez.

- ¿Como qué?- Pregunté mordiendo mi labio inferior.

- Nada de eso, mi amor- dijo sonrojando ser un poco- una guardia, estoy segura que la amarás.

- Las guardias de cirugía siempre son aburridas a menos de que llegue alguien con apendicitis y en todo el semestre sólo vi dos, tu piso es muy aburrido.

- Cirugía no, Daniela, ¡Gine!- Me dijo sonriendo y yo respondí con una cara de asco.

- Es broma, ¿no?

- ¿Alguna vez has entrado?

- No en realidad

- Te encantará. No es mi servicio, pero cuando no tengo guardia, de vez en cuando me paso por ahí.

- Ugh- me queje- si tu lo dices- y mi cara de asco aún no se iba.

- Te veo a las ocho en el elevador- asentí con la cabeza- te veo entonces- me dio un suave beso en los labios, nos levantamos y cada una tomó su camino, yo a la biblioteca a estudiar y ella al piso 11.

De los servicios que más odiaba del hospital estaban gine, no es porque, quizás porque siempre he escuchado los quejidos de la señora parturientas al pasar al lado de la rampa o porque los residentes eran extrañamente amable y eso era muy raro.

Seguí caminando hasta la biblioteca, entré y me senté a estudiar durante dos horas en mi espacio muerto.

Volví a clases, aún tenía dos para el día, clínicas quirúrgicas, donde ya casi no veía a María José porque el profesor a cargo estaba muy activo en la clase y epidemiología, la peor clase con el peor profesor.

Afortunadamente luego de sobrevivir a esas clases, volví caminando al hospital para encontrar a María José.

No estaba de ánimo, no quería pasar toda la noche en el piso sin dormir y volver a clases como si nada. El lado amable es que esperaba salir a comer algo comprado por María José, algo bueno debía hacer por mí.

- Creí que no vendrías- me dijo María José bromeando cuando la encontré en el elevador.

- Creía lo mismo- dije sin mucho ánimo- ¿al menos cenaremos algo rico?

- Lo que quieras- me guiño un ojo y subimos al piso 9.

- Aquí es como en quirófano, gorro, botas y pijama, okey?- Asentí.

Dejé mi mochila sobre los casilleros esperando que no robaran nada, ya que no tenía donde más guárdalo, tome mi celular y salí al pasillo. María José había desaparecido. Tome un gorro y me lo puse después de acomodar mi cabello, me senté en el banco que divide el área normal de los menos contaminado y me puse las botas para entrar. Afortunadamente, ya tenía puesta la pijama quirúrgica, y ninguna enfermera me dio o me habría matado ahí mismo.

Entré a la sala donde se escuchaban las señoras quejándose y ahí encontré a María José con otras dos residentes.

- No sabía si había salido corriendo del hospital- bromeó- ella es Karla y Estefanía, son las encargadas de guardia hoy.

- Llegaron cuando lo mejor paso, María José. Te juro que no sé donde salieron tantas mujeres, pero atendimos 5 parto desde las 4.

- Y ¿hay algo próximo?

- La de la 3 pero aún le falta un par de horas, no dilata.

- Voy por un refresco, entonces- dije algo enfadada y me di la vuelta.

Bajé a la entrada principal pero estaba cerrada y no había ningún guardia cerca, así que camine por el pasillo de la izquierda que normalmente usa el personal para entrar, pero también estaba cerrada, además de solo y con cierta vibra que no me gustaba intenté abrir la puerta una vez más y sentía alguien detrás de mí. Cerré los ojos y me giré.

- ¿Qué haces aquí?- Preguntó la dulce y familiar voz de María José y suspire alivio. Sonara tonto, pero odiaba los hospitales de noche.

- No sé cómo salir- le dije frustrada y se rio de mí.

- En la noche sólo funciona la puerta de de urgencia, boba. Venimos acá para otras cosas- y se acercó a mí para dejarme contra la pared- supongo que imaginaras para que- me rodeo el cuello con sus manos y me besó por un buen rato hasta que la aleje.

- Vamos a comer algo- le pedí y asintió.

Fuimos a un puesto ambulante y cenamos hamburguesas caseras, bastante ricas, a decir verdad, intenté hacer tiempo para no volver pero María José no me dejó. No entendía el punto de estar sin hacer nada.

- Uno de los internos va a traer comida, ¿quieren pedir algo?- Nos preguntó Karen de vuelta a la sala de gine.

- Acabamos de comer algo, gracias.

Me senté en un sillón que había en una esquina de la sala y María José se sentó en el brazo del mismo y sin saber, me quedé dormida.

- ¡Hey! ¡Despierta!- Escuché decirme al oído- estás a punto de ver uno de los eventos más hermoso del mundo.

Me levanté y acompañar a residentes que llevaba en la camilla de la paciente a la sala de expulsión.

Me quedé parada a una distancia considerable de la residente encargado del parto y miraba algo perdida todo lo que hacía.

María José pasaba lo que se necesitaba, así que estaba relativamente sola, hasta que volvió y pude abrazarla porque hacía frío.

Después de algunos minutos de trabajo, vi justo lo que María José me prometió. Uno de los mejores regalos de la vida. Sentí mi piel erizada ese y solo miraba como tonta todo lo que ocurría. La doctora tomó al pequeño y quitaron los residuos de líquidos y cortaron el cordón umbilical. Después de María José, esto había sido lo más hermoso que había visto en toda mi vida.

- Te lo dije ¿no?- Sonrío María José- son las 2 am aún, ¿quieres ir a dormir a mi casa?

Sonreí y asentí. Había sido increíble, pero si podía terminar en casa de la chica que amo y durmiendo a su lado, lo aprovecharía y lo haría la mejor guardia que había tenido.

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Mi doctora favorita (Calle y Poché)- Pausada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora