13. ¿Mario?

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El jueves a la hora de clínica quirúrgica, María José, lo que me hacía sentir algo mal, aunque era bastante normal que no llegara.

El profesor dio la clase y salimos justo a las cinco, lo que me pareció aún buena hora para ir a ver a Mario.

Hoy le diría que por fin había decidido decirle a María José que lo que sentía, al final de cuentas, supongo que ella ya estaba al tanto.

Subí al piso 11 y tu que a su puerta, aunque nadie respondió. Abre la puerta, pero estaba vacío.

Sentí una mano en mi hombro y quiere para encontrar a María José detrás de mí.

- Hola- la salude y sonreí.

- Hola- sonrió sin ganas.

- ¿Sabes donde está Mario?

- sobre eso... ven- Me pidió y fuimos a la sala de espera para poder sentarnos- sabes que el ayer entró a la cirugía- asentí con la cabeza, ay no, ya sabía por dónde va esto- las cosas no salieron como todos esperábamos y el no salió del quirófano.

Sentí como si me hubieran dado una bofetada, ¿en serio Mario estaba muerto? Creí que saldría perfectamente de esta. Comencé a sentir lágrimas formándose en mis ojos, podía parecer exagerado, pero era una persona genial.

- Daniela- Me llamó María José bajito cuando se dio cuenta de lo qué me pasaba; gire para verla- guarda la calma tres minutos, por favor, no vayas a llorar- me pidió nerviosa.

Se acercó una mujer hablar con María José, supongo que era familiar de Mario y por eso me pidió calma.

Hablaron un momento, María José se despidió con un apretón de manos y volvió conmigo.

Me llevó a la sala de residentes mientras me abrazaba por los hombros, alcancé a ver algunas miradas curiosas y los entendía perfectamente, si yo hubiera visto a María José así hace cinco semanas, no lo habría creído.

Cerró la puerta para que nadie más entrara y nos sentamos en el sillón.

Yo me senté primero con la vista perdida en el suelo y después sentí el peso de María José a mi lado. Me envolvió en sus perfectos brazos y yo me aferré al cuello de su bata intentando frenar mis lagrimas, en vanos esfuerzos.

Cinco minutos más tarde era un mar de lágrimas, María José pacientemente la sacó con un pañuelito y no dijo nada, sentí sus labios en mi cabeza para depositar un corto beso y luego recargadas sobre mi.

María José me dejo el tiempo suficiente así para que me tranquilizara y cuando lo hice, con una de sus manos levantó mi barbilla para que la viera.

- Daniela, esto siempre es así. Siempre habrá pacientes a los que llegas a querer por como son y lamentablemente muere porque su estado de salud no era el óptimo- dijo con una voz suave intentando hacerme sentir mejor.

Algunas lágrimas rodaron por mi rostro y observé a María José que no desviaba su vista de mis ojos sin decir una palabra.

Seguí mirándola por algunos minutos, hasta que inconscientemente, mi mirada bajó a sus labios. Sus hermosos labios. Sentí mi cara arde por el rubor e intenté bajar la vista, pero María José no me dejó, aún mantenía su mano en mi barbilla.

Con todo el valor que encontré en mí, acerque mi cara a la suya, muy lentamente por si María José no reaccionaba bien.

Nuestras narices se tocaron y podía sentir su aliento chocando contra mi boca, la mejor sensación que había podido experimentar hace muchísimo tiempo.

Me acerque un poco más hasta sentir mis labios tocar contra los suyos. Comencé a besarla increíblemente María José me correspondió.

Mario tenía razón.

Era inexplicable la manera en que se sentía tener los tibios labios de María José jugando con los míos y como el sabor de sus labios se hacía presente con cada movimiento.

María José intentó ir al su cuerpo y me atrajo más hacia ella pasando sus manos por mi cintura, yo seguía sujeta a su bata.

Luego de unos minutos, María José se apartó de mí, se le veía consternada por lo que acaba de pasar, a diferencia de mí, que la felicidad era evidentes.

- María José...- Me miró aún confundida pero después de unos segundos, ella volvió a unir nuestros labios.

No sabes lo estúpidamente feliz que me haces.

No separamos y nos quedamos unos minutos solo mirándonos hasta que María José desvió su mirada.

- Yo... yo me tengo que ir, Daniela, eh, ahhh... te veo pronto, ¿si?- Me dio un beso en la mejilla y salió.

Mi doctora favorita (Calle y Poché)- Pausada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora