Malas Decisiones

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Capitulo 11

La abrace largo rápido se calmó, me empujo despacio y dijo: ya es muy tarde me voy a dormir.

-Sí, son las doce en punto, mañana te toca el turno de la mañana.

-No tengo el turno de 2 a 10 pm. Gracias por escucharme, por no juzgarme.

-No sabemos, que es lo correcto, a veces tomamos decisiones que afectan a unos y benefician a otros, yo estoy lejos de mi familia también por mi decisión, no quise hacer lo que ellos tenían planeado para mi vida y me quedé solo.

Me quede pegado a su cuerpo mientras hablábamos. Le fui a dar un beso, ella volteo la cara y se lo di en la mejilla, no quiso yo se esperar pensé.

Que duermas le dije

En la mañana me levanté y me encontré con el hermano de Carolina, estaba en la cocina hablando con Carolina, era un joven algo moderno, demasiado moderno, vestía jeans rotos, sin camisa, tenía varios tatuajes parces, lengua nariz y cejas. Una cobra tatuada en la parte de atrás. Lo salude.

-Buenos días. Como amanecieron.

-Bien él es mi tío.

-Hola par cerito, yo soy Juan soy el tío de estos méritos y esta es mi hermanita.

-Que bien, vienes de visita.

-Sisas, yo ando en el rebusque no soy de ningún lugar

-Gabriel, siéntese y nos acompaña a desayunar.

Aceda y me senté, era su hermano y jamás me había hablado de él, no parecía una buena persona, pero no soy de los que juzgan a la ligera, "el vestido no hace el monje". Decía un adagio popular.

Desayunamos, todos hablaban.

-Niños y ustedes no fueron a la escuela. Pregunte

-Nos cogió la tarde.

- A la caro le cogió la tarde, se le pegaron las cobijas a la socia. Dijo Juan.

Terminé de desayunar y me fui.

-Niños nos vemos en la noche, le di la mano a Juan. -Que tengan buen día.

Le di un abrazo a Caro y un beso en la mejilla. Su hermano no dejaba de mirarnos.

Fue un día normal, Llegué a casa, no había nadie, estaba todo a oscuras, fui a mi cuarto. Me acosté en la cama, dormí un buen rato, me despertaron los gritos de los niños.

-Auxilio, suéltala, llorando decía Diego, Ana miles lloraba, me pare algo confundió.

Juan tenia a Carolina tirada en el piso y le estaba dando punta pies. Cogí un bate de béisbol que tenía y me le fui encima le di dos batazos con ganas. Salió corriendo. Me agache y la ayude a incorporar, Carolina no reasignaba. El alce y la lleve a un sillón.

-Caro, Carolina, por favor háblame.

No hablo solo lloro, la abracé y le di palmaditas en la espalda.

-Ya paso todo, ya paso todo.

-Es mi culpa, decía.

-Tu culpa, por Dios, que forma de echarte la culpa de todo. Deja de ser una mártir, María Teresa de Calcuta te quedo en pañales le dije en voz fuerte.

-Los niños nos abrazaron.

-Ya se fue dijo Diego.

-Están ustedes bien le dije cogiéndole la cabeza a Diego y luego a Ana miles

-Bien, se puso loco, es eso que se fuma dijo Diego.

No la quería juzgar, pero como dejaba a esos niños con ese loco. Busqué hielo en la nevera y le puse en la cabeza tenía una inflamación en la parte frontal.

-Vamos al hospital a la EPS, donde quiera que te revisen. Le dije

-No solo golpes. Me voy acostar mañana amaneceré bien. Dijo Carolina

-Te voy a traer un calmante para el dolor, para que puedas dormir.

Fui y busqué un Ibuprofeno 600, se lo di a tomar con un poco de agua.

-Gracias que pena, que familias de locos susurro.

-Tranquila la abrace y la lleve a su cama, duerme. Niños a dormir les dije.

-Sí señor, salga para trancar bien la puerta, no sea que se devuelva. Dijo Diego

Salí, me fui al cuarto, vi una sombra traía unas medias con algo dentro, me las abalanzo, las pude esquivar bien era dos piedras dentro de dos medias, era Juan, no se quería quedar con el golpe. Le di un empujón y fue a caer sobre las materas.

Salió Diego con un palo y le daba como quien quiere matar una rata.

-Veci déntrese que ya lo dominamos, con esta paliza ya no se para.

-Dentarte tú, vamos para tu habitación, no le digas nada a tu hermana. Es nuestro secreto.

Parecía muerto, le tome el pulso y respiraba, lo deje ay en la intemperie, no merecía más.

Me dirijo a mi habitación, tranqué bien y me dispuse a dormir, que nochecita.

En la mañana me levante fui al patio de ropas, la puerta estaba abierta, se notaba que la habían abierto forzándola. Entre despacio, no había nadie.

Me quede afuera y escuche la voz de Diego renegar.

-No yo les dije, no hay estudio, no me creyeron madrugar por nada.

-Hola vece me dijo.

-Hola niños, como amaneciste Carolina.

-Bien, está abierto, dijo asombrada.

-Eso parece, pero la abrieron con un destornillador.

Entro presurosa y encontró la caja donde guardaba la plata también forzada.

No lloraba Diego, se llevó lo del arriendo dijo.

Fui a la zona de ropas, busqué camisa de uniforme y me fui a trabajar, en la tarde no vi a Carolina en el casino, pensé que seguía enferma. Le pregunte a él señor Molano.

-Señor Molano, no vi a Carolina. Le paso algo.

-No vino la asaltaron, se le llevaron lo del arriendo y la golpearon fuerte, tiene una contusión en la cabeza, pobre mujer, le dimos el día hoy. dijo

En la noche llegue a apartamento, estaban en la cocina.

-Hola veci, quiere tortillas, las rellenamos con carne molida quedan deliciosas,

-No gracias, ya comí, solo quería saber cómo siguen.

-Bien dijo Carolina ya mejor.

Diego estaba haciendo tareas,

-Los límites son por el norte mar caribe, por el oeste el mar pacifico. Decía Diego

-Que bien Diego te gusta la geografía, si encuentras al mar muerto, él ya estaba muerto, tu hermana no lo mato. Así ella te diga ella no es la culpable bromee.

Carolina me miro enojada.

-No debemos juzgar, nadie sabe lo de nadie, siéntese ya le hice una tortilla, pruébela, para que se le pase el enojo.

-No estoy juzgando, solo que no soy mártir y no me gusta la gente que se la pasa poniendo la cabeza para que le den, todo tiene su límite. dije

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LA CAIDA DEL CIEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora