A la deriva

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Capítulo 48.

A LA DERIVA

Me desperté en la orilla del rio, muchos metros abajo, Jean me estaba sacando del rio, me dio la vuelta y me trato de sacar el agua, vomite mucha agua, por nariz y boca, me sentía fatal

-Te tragaste toda el agua del rio.

Quise responder algo, pero el vómito no me dejo.

Seguí inconsciente un rato más, me desperté el dolor de cabeza era horrible.

Jean me llevo hacia un terreno más seguro. Llego la noche hizo fuego, me trajo agua para beber.

-Estas deshidratado, bebe agua decía.

-Sabes en donde estamos balbucee de nuevo me dio tos.

-No hables no sé dónde estamos, vamos a descansar mañana, nos ubicamos y empezamos nuestro regreso. En ese momento no tenía hambre, tenía el estómago revuelto, las imágenes del terremoto, de la balacera se repetían en mi cabeza, serré los ojos y traté de callar mis pensamientos.

Me dolía todo, me dolía el alma, pensar que mi madre ya no estaba con nosotros, mi padre como estaría muy triste. Llore en silencio, de las guerras no se saca nada, solo desgracia, cuando empiezas una guerra ya vas perdiendo. Solo los tontos creen que en las batallas se gana.

Se hizo de noche, Jean Paul hizo una fogata, nos acostamos alrededor de ella.

Amaneció, el día estaba nublado, empezó a llover, nos refugiamos debajo de un árbol. Se apagó el fuego.

-vamos a caminar por la orilla del rio, allí encontraremos comida, pescado, uno que otro pájaro. Animo, tu hijo y tu esposa te esperan. Me dijo

-Alexander se la llevo de todas formas nos ganó, ella era nuestro lado humano, fue una gran mujer, le toco una vida muy difícil, jamás la vi derrotada, lucho por nosotros como una guerrera. dije

-Si lo admito es una mujer de admirar. Siempre me demostró amor, nos quería a todos los del orfanato. Fue la única madre que conocimos. Dijo Jean

-Nunca le dije que la amaba, presumía tontamente que ella lo sabía. Como me duele no habérselo dicho. Te amo mamá, se quedó conmigo atorada en mi garganta esa frase llore, mis lágrimas se confundían con la lluvia, mire a Jean Paul y él le pasaba lo mismo, tenía los ojos inundados de lágrimas.

-Como quisiera devolverle el tiempo, la vida se nos va en un segundo. Hemos perdido personas muy importantes en tan poco tiempo. Dijo Jean Paul

-Pobre mi padre, debe estar muriéndose, él es el gran perdedor, cuando creyó que por fin las cosas se le estaban dando, se muere su gran amor.

Me abrazo.

-Lo bueno, si ay que rescatar algo, es que Alexander murió, García se retiró, voy a ir por mi padre, lo traigo a vivir con nosotros, podemos volver a la misión.

-Si volvemos a la mansión, voy a encargarme de que Caro estudie, ella quiere estudiar Agronomía Zootecnista, que se dedique a ella. A encargarme de la constructora, de lo que dejo Daniel.

-Me parece bien, Alicia quiere irse del país, yo la apoyo, donde ella vaya iré yo, no tengo las mismas oportunidades de ustedes, pero algo encontrare que hacer.

-No, porque no te quedas a trabajar conmigo en la constructora, estudias, que te gustaría estudiar.

-No, se, Mecatrónica como tu hermano, me gusta mucho todo lo que él hace.

-Bueno, pues trabaja conmigo y estudia. Le aconseje

-Por ahora dediquémonos a salir de esta selva. Tu padre debe estar desesperado buscándonos, no puede también perder a su hijo.

Comimos hongos, (champiñones), los cogimos de los árboles, Jean los aso, comimos con agua, me comí dos, calmé el hambre.

-Come todos los que quieras, ay suficiente.

-Qué bueno, porque tengo un hambre. Le dije

-Tienes un filo que si te agachas te cortas se rio.

Me dio risa su ocurrencia, Subimos a la cima de la montaña, queríamos estudia el terreno, no sabíamos dónde estábamos. Jean Paul era muy diestro en esto. Dijo que debíamos caminar hacia el sur, allí encontraríamos la aldea.

Nos aventuramos. Caminamos, como tres horas. Llego la noche, nos hallamos en el rio, Jean hizo una fogata, esta vez me dio a comer raíces.

-Ya somos vegetarianos. Le dije.

-Gabriel debemos de comer de todo lo que encontremos. Pescados no hay animales montunos no veo.

No dije nada, no me gustaba los niños exploradores, pertenecí a un campamento, pero solo fui una semana y no volví.

Me acosté en la hierba, estaba húmeda, puse mi mente en blanco, pero no pude, pense en caro en mi hijo. Jean se quedó un rato sentado junto al fuego, estaba preocupado.

Me incorporé, Jean estaba preocupado se le notaba en la cara, me senté en lo que parecía un árbol, estaba frio, parecía una piedra.

-Gabriel, que haces, me dio la mano y me ayudo a parar.

-Estas sentado en una serpiente, párate con cuidado.

Me paralice, no había visto una serpiente tan inmensa.

-Esta invernando, así dura mucho tiempo, las anacondas como le llaman a esta serpiente, se queda mucho tiempo así, no se mueven atraen la comida Asia ellos, sueltan un bao. Que hipnotizan a los animales y ellos vienen hacia ellos. Los nativos siempre los cruzan de lado, jamás se les ponen de frente. La anaconda se traga a sus víctimas y la tritura. Dura varios meses digiriendo este alimento, se echa sobre la hierba a descansar.

Caminamos hacia las rocas, buscamos una cueva, no estay nos dedicamos a descansar. Una cueva no muy profunda.

En la mañana seguimos nuestra aventura, caminamos por la orilla del rio, encontramos huellas de pies descalzos.

-Tenemos compañía dijo.

Si efectivamente los nativos de la tribu Ocainas, eran vecinos de los Huitorós. Compartían muchas costumbres, se la pasaban buscando casería. Jeans los saludo.

Nos confundieron con caucheros y nos apresaron, nos amarraron las manos y nos condujeron a su aldea. Nos entramos en la selva, oímos un ruido, los nativos se subieron a un árbol, jean Paul me empujó hacia unos troncos de árboles, pasaron muchos animales eran jabalís, a su paso se llevaban todo lo que encontraban, formaron una polvareda a su paso, el último de los animales iba un poco quedado aprovecharon para casar, se quedaron con dos animales de estos, lo llamaban mano (pecarí barbiblanco). Les había ido muy bien en la caza llevaban danta, porquerizo y una pava. Al llegar a la aldea nos recibieron, los guerreros tomaron un circulo, el cacique nos dijo al centro del hablamos con uno de los hombres que pertenecen a un grupo más civilizado, los resguarda y protege de los madereros y caucheros, hablaba bien el español.

-Nosotros vamos para donde los huitorós, nosotros estamos quedándonos allí, caímos al rio y nos llevó hacia los rápidos, nos alejamos de la aldea. Le dije

-Somos de la familia de Alejandro Arango. Estamos en la aldea de los huitorós

-No, ustedes ser amigos de Alejandro, buen amigo, Alejandro ser buen amigo.

Nos ayuda a enfrentarnos a los caucheros. Nos provee de armas. Y de comida.

Enci Silva

LA CAIDA DEL CIEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora