El rescate de mi sobrino Gabriel

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Capítulo 43

Mi hermana no tuvo paz desde ese día, ella quería tener a su hijo con ella, no quería dejarlo más tiempo con Alexander. Jean y mi padre, la convencieron de esperar, pero con la promesa que le rescatarían a su hijo.

Mi padre se dispuso a idear un plan para rescatar a nuestro sobrino. Nada podía fallar, la vida del niño corría peligro. Para ello conto con la ayuda de un viejo amigo. Un teniente retirado, Pertenecía a una familia muy influyente, Teniente García, desde muy joven se le opuso a mi tío Alexander, siempre competían en los negocios, el que protegió a Daniel cuando decidió alejarse, Nos proveyó de hombres.

Empecé a entrenar todas las tardes, tenía que ponerme en forma nadaba tres horas diarias, al principio solo, después con el equipo de buceo y luego incluimos a Diego. Tenía que llevar a Diego como si fuera mi prisionero, el trataba de escapar, me pegaba puños en el estómago, yo tenía que sostenerlo, no dejarlo flotar hacia la superficie.

Jean Paul supervisaba el entrenamiento.

-Debes darle puños, tratar de quitarle la careta. No conoces a Gabriel y él te va a secuestrar. Dale duro. Le decía Jean.

Diego se lo tomo a pecho lo tome de la mano y lo lance a la piscina, arranco a toda, lo alcance y lo trate de hundir me dio una patada en el estómago y lo deje ir. Quede resentido del dolor, me toque el estómago. Cuando sentí que diego me estaba ayudando a salir.

Mi hermano y Jean se reían, terminamos riéndonos todos.

-No lo tienes que ayudar, tú debes es escapar. Le decía mi hermano

-Cabezón te falta ponerte el equipo de boxeo le dijo a Diego.

-Claro el equipo pesa. No sabes bucear con el equipo esa es una ventaja para mí. Le dije a Diego.

Empezamos a entrenar con el equipo de buceo, Diego se sentía muy incómodo al principio, pero luego le gusto, se apasiono por el buceo.

Caro también, practicaba conmigo, nadábamos una hora diaria, para empezar este era un buen ritmo.

Jean Paul, entreno a varios mercenarios, para bajar por el lago sin ser vistos. Utilizar las armas que escogimos para este fin. Mi hermana se encargó de ayudar a mi hermano Sebastián con las cámaras, ellos nos dirigirían desde la mansión, si nos veíamos en peligro, Sebastián nos iba ayudar con el Ícaro, mi hermana debía seguir guiándonos sola, por esos Sebastián la estaba entrenando, a ella y a Caro, las dos se veía muy interesadas.

Nos preparamos por seis largos meses. Llego el día, estaba muy nervioso, ansioso, teníamos a favor nuestro factor sorpresa, eso pensábamos nosotros.

Llegamos al lugar, estaba ubicado entre árboles, era una zona despoblada.

Nos hablamos por señas, Solimán, Maximiliano, Jean Paul dividieron los hombres en tres grupos, unos debían entrar por el lago, los otros dos grupos debían ir por el norte y occidente para dar apoyo. Entre al lago junto con Jean, sus hombres me acompañaron hasta la cascada, hice lo que me dijo Diego, atraviese el agua no le de miedo, el agua es una cortina, dentro hay unas escaleras, baje y llegue a un sótano, jean me indico que siguiera, nos separamos, llegue hasta una puerta de aluminio, era un garaje. No supe como entrar.

Mi hermana por el micrófono me hablo.

-Gabriel, espera unos segundos Jean esta entrado, ya le indiqué y te va a abrir, después de solucionar un pequeño inconveniente.

-Si cual le dije en voz baja.

-Neutralizo a Martínez, el muy desgraciado estaba allí, que bien, tan raro. Dijo mi hermana

-Tenemos un infiltrado en nuestro operativo, dile a Jean. Avísale a todos. Le dije,

Jean Paul abrió la puerta, entre enseguida debíamos apresurarnos, pronto tendíamos al ejército, nos estaban esperando, mi hermano me dijo por el micrófono.

-Seguimos con el plan, te espero al final del lago con el Ícaro, no te preocupes apague los demás micrófonos solo los sabes tú, teniendo a su único hijo no se atreverá, tendrá que dejarte ir.

Llegué a la habitación, según las indicaciones de Diego, lo vi, tenía unos ocho años, mono de ojos claros, me vio y se asombró.

-Hola

-Hola soy tu nuevo doctor, vengo a revisarte. Le dije sonriéndole

-Mi papa, ¿dónde está?, él te dejo entrar. Me pregunto asombrado, moviendo las manos

-Claro que sí, te traje un caramelo. Le dije tocándole la cabeza.

Le di una barra de chocolate. Y empecé a tomarle el pulso.

-No puedo comer, tengo dieta especial. Me dijo con cara de tristeza

-Bueno, guárdala. Le dije

- Tu padre te preparo una sorpresa, quieres ir a una fiesta. Le pregunte entusiasmado

-Fiesta que bueno, mi padre la autorizo. ¿Qué cosa es una fiesta me preguntaba?

- Claro que sí, habrá

Globos, piñata, muchos niños, sorpresas, vamos a salir afuera de este sitio, para ello tenemos que hacerlo por el lago, te pones este equipo. Le dije colocándole el equipo.

-Que emocionante. Salir por fin saltaba de alegría.

-Vamos pues, rápido antes que tu papa se arrepienta. Las aletas te las pones cuando lleguemos al lago para que puedas caminar.

-Vamos, vamos. Me dijo, me dio la mano, luego me soltó asustado.

-no, no puede ser, Los medicamentos, llevémoslo. Decía

-Si ven todos los que necesites, yo te ayudo.

Le ayude a empacar en mi bolso.

-El aire afuera me hace daño. Me dijo y se sentó en la cama

-No te preocupes, ponte esta careta. Respira, inhala por la nariz, exhala por la boca. Entiendes.

Me dijo que si con la cabeza. Las alarmas estaban desactivadas. Active la señala que indicaba, que estaba afuera. Para despertar al infiltrado. Me fui con él. llegamos a la puerta, estaba nerviosísimo, respire profundo llegue a la puerta, Jean tenía la puerta cubierta pude salir, sin ningún problema. Llegue a la cascada le dije cierra los ojos lo monte a caballito sobre mi espalda, los maletines en mis manos y salimos al otro lado de la cascada, no se escuchaba estaba mudo.

-Estas bien. No me conteste le moví los brazos.

-Gabriel que si estás bien. Le dije

-Sí, pero no grites, nunca había salido, yo estoy enfermo el aire de afuera me hace mucho daño. Pero la careta sirve, me siento bien. Decía muy pausado, algo nervioso. Llegamos al lago, le coloque el equipo de buceo, sabia respirar con la máscara. Nos entramos al agua y nade, hacia el fondo, lo llevaba de la mano, pasaron minutos segundos, trato de quitarse la careta, me aruño, trato de quitarme mi careta. Lo abrace y nadamos juntos. al cabo de veinte minutos estábamos al final del lago. Salí, luego lo ayude a salir, mi hermano llego y lo colocamos junto con mi hermano en el Ícaro, esta era una aventura que jamás olvidaría. Sonreía feliz

Enci Silva

LA CAIDA DEL CIEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora