Tomando de nuevo el control

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Capítulo 17

En la tarde, mi auxiliar me dijo que me necesitaba Carolina Rodríguez y Azucena Pérez.

-Hágalas pasar y déjame solo.

-Hola ingeniero, no le vamos a quitar mucho tiempo Dijo Azucena

-Gracias por recibirnos. Dijo Carolina

-Nosotras vinimos porque nos despidieron, sabemos que no debimos irrumpir en su reunión, pero es que nosotros los pobres no tenemos que ser el desecho donde ustedes votan su basura dijo Azucena

-Solo le quería pedir un favor que no despida a Azucena, ella en estos momentos necesita mucho el empleo, su familia depende de ella. Dijo Carolina

No dejaba de mirarlas, aparentando mucha seriedad. Las escuche sin interrumpir.

-Yo admito que yo fui la que le dije a Caro, me entere de que usted era el hijo del Señor Alexander Arango socio de la cementera, dueño de Gestosproy construcciones etc., pertenece a una de las familias más ricas del país, lo descubrí en una revista de farándula, donde anunciaba su boda con Daniela Villa. Carolina estaba muy ilusionada con usted, yo le dije y le mostré la revista y no me creyó, dijo que le iba a preguntar, no me parece justo, por eso la lleve al lugar de su reunión. Para que se diera cuenta con su propios ojos. Ella es como Tomas hasta no ver no creer. Dijo Azucena

-Que buena amiga, solo te preocupa Carolina. Dije en tono burlon. Me enojaba la hipocresía con que hablaba Azucena. Carolina noto que los ánimos se subían y dijo:

-Qué pena molestarlo ingeniero, Vamos Azucena, Gracias por recibirnos. Tomo de la mano, juntas se dirigieron hacia la puerta.

Era la oportunidad que esperaba para hablar con ella, no la podía dejar ir.

-Bueno, yo te hago el favor, pero te voy a pedir un favor le dije a Carolina. Azucena, ve a trabajar tranquila yo ya hablo con el ingeniero Martínez, el sabrá que hacer.

-Caro no te preocupes, usted ya tiene trabajo con el señor Molano, si ve lo que es tener un buen padrino. Chao nos hablamos amiga. Ingeniero muchas gracias. Dijo Sonriente, como quien a formado una pelea y sale ileso de ella.

Salió y cerró la puerta.

-¿Tienes trabajo con Molano? y en que si se puede saber. Dije con un tono fuera de si.

-Voy a ayudarle a la esposa de él, en el puesto de arepas.

Esto si era el colmo, Molano tenia a donde quería a Carolina, en sus redes. Hice mi mejor sonrisa y le dije:

-Pues yo te tenía un trabajo mejor. Mira al pie del supermercado, están arrendando un local. Podríamos colocar una salsamentaría, yo ya tengo los proveedores. Tengo todo lo que se necesita, están refrigeradores, si quieres consigues una empleada, o yo te recomiendo a alguien.

-Trabajaría para usted. Dijo sin mirarme.

-No señorita seria su propio negocio, lo hago pensando en sus hermanos, allí estaría con ellos todo el tiempo, hay tres habitaciones, la sala, la cocina, yo lo estuve mirando y me pareció bueno para ti.

-Y me tocaría pagarle mensual cuanto, según las utilidades, como sería el negocio.

-No me tendría que pagar nada, antes de que usted me arrojara un zapato a la cabeza, yo había planeado vivir todos allí, que construyéramos un hogar, yo trabajando aquí y tú en la salsamentaría, pretendía dejarlo todo y empezar una vida los dos.

No dijo nada, se quedó callada. Después de un segundo se paró con ánimo de salir de mi oficina

-Yo también planeaba un futuro juntos, le pregunte muchas veces, si tenía esposa, usted dijo que no.

-No tengo esposa, si lo dices por lo de Daniela, ella me planto el día de la boda en el altar y se fue con el que decía llamarse mi mejor amigo. Busque en el computador un artículo que había descargado por internet de la boda de ellos.

-Mira esta fue la boda de ellos, se casaron hace ya seis meses.

Me miro asombrada, quise cambiar de tema

-Señorita Carolina, no me dijo nada, le interesa el local, le gustaría ser su propio jefe.

-Si dijo, está bien, me interesa.

-Ya le pasaron su carta de despido.

-No dijo con los ojos llorosos.

-Yo le voy hacer una carta donde diga que usted no quiere más trabajar en este lugar, mira yo hable con Martínez para que despidiera a Azucena. No dije nada de ti, se me hace muy raro.

-La señora Yolanda dijo que su papa no nos quería ver en esta fábrica.

-Si analizamos las cosas, saliste por una mala jugada, que conveniente,

¿Conveniente para quién? para el señor Molano.

-Bueno, si haga la carta de renuncia a mi trabajo y se la llevo a la señora Yolanda, me encantaría verle la cara, de pronto le da un infarto.

-Tampoco, pero si le dañamos el día. Nos reímos.

-Señorita regálame su número de cedula, saca una fotocopia de la cedula, para el contrato del arriendo del local. Le dije

-¿El local lo voy arrendar yo?

-Claro preciosa, todo va a estar a tu nombre. Lo único que me preocupa es tu hermano.

-Se fue para el Perú y se demora.

-Qué bueno, te dio vacaciones.

Imprimí la carta de renuncia laboral, se la di para que la firmara.

-Bueno señorita, vamos, la entrega y se va para su local, yo voy a llamar al dueño para que vaya y te de las llaves, antes de firmar el contrato revisa todo muy bien.

Me miro

-Bueno, porque no me acompaña, yo de eso no se mucho. No le parece.

Esa era la respuesta que esperaba.

-Vete para el apartamento, yo arreglo unos documentos y voy te acompaño.

-Bueno Ingeniero Arango, nos vemos me dio la mano. Yo le ofrecí la mía y me dirigí a abrirle la puerta, tuve un impulso de besarla, la tome por la cintura y le robe un beso.

-Por favor, es que no puede ser, su padre jamás lo aprobaría. Dijo Carolina

-Mi padre ha hecho cosas que jamás yo aprobaría y no le importa, lo mismo me pasa a mí, amor yo te dije que no me importaba los terceros, solo eras tú y yo.

-Ingeniero, me está abrazando y nos están observando.

La tome de la cabeza y la bese.

-Que se enteren, vas hacer mi esposa muy pronto, tendrán que acostumbrarse.

La lleve de la mano y la deje en el casino, vi a través del vidrio como Carolina le entregaba la carta a la señora Yolanda. Tomo la carta la leyó, vi como Azucena y el Sr Molano quedaron con la boca abierta. Carolina se despido y salió, se fue dejando a todos no muy contentos.

El único que estaba feliz era yo,

Enci Silva

LA CAIDA DEL CIEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora