🍒 Capítulo 2 🍒

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Aquella mañana, la señora no se topó con los extranjeros que había hospedado el día anterior. Ellos ya estaban bastante alejados de allí, de hecho. Tomaron aquel bus algo somnolientos, pero ese era su deber. Su destino era visitar Menia, una ciudad que está al rededor de unos doscientos veinticinco kilómetros al sur de El Cairo.

-Por allí hay bastantes necrópolis, no me extrañaría que hubiera otra flecha por aquí cerca. Stauber me contó que aquí, o sea, no en ésta ciudad, pero si que en Egipto, se desenterraron seis flechas. No me sorprendería que hubieran más -Le comentó Kakyoin a Polnareff. Estaba a su lado sentado mirando el mapa. Al frente, estaba Adalia cabeceando por no quedarse dormida.

-Tú sí que le sacaste información a ese viejo. Keenan siempre me dijo que era un quebradero de cabeza hacerlo -Rió Polnareff. Miró a su compañera rubia-. Eh, Adi, duerme por mientras ¿No acostumbras a viajar, verdad?

-Uhhhh -La alemana parecía un zombie-. Pues nunca me pude dar ese lujo hasta hace unos pocos años...

-Va, duerme entonces -Polnareff se levantó un momento a darle un golpecito suave en la cabeza-. Bonne nuit.

-Uhh... Los veo en un rato, chicos -Bostezó Adalia- Guten nacht.

Kakyoin estuvo en silencio un momento. Sonrió. Era extraño estar en una aventura así. Le emocionaba de cierta manera pero, por otro lado, también le preocupaba . Miró a su amigo platinado y comenzó a charlar de nuevo. Hablaron por largo rato de cosas que poco tenían que ver con la búsqueda.

Llegaron al rededor de tres horas a la ciudad de Menia. Tenía edificaciones muy altas y robustas, era como cualquier otra ciudad más o menos grande. Despertaron a Adalia -que parecía que verdaderamente era un zombie y que no tan sólo tenía sueño- y bajaron del bus. En la estación de buses tomaron un café y salieron en búsqueda de la flecha. Para llegar al río Nassar quedaba largo trecho, pero no podían descartar la idea de que hubieran más flechas en Egipto con los antecedentes que tenía Kakyoin.

Comenzaron a caminar por las calles y el puntero que indicaba la ubicación más próxima de la flecha no se movía de aquel sitio. Lo siguieron incondicionalmente. Los seguía dirigiendo al mismo lugar: El lago Nasser. Suspiraron algo decepcionados.

-¿Qué hacemos ahora? -Preguntó Adalia- ¿Tomamos otro bus?

-Podemos visitar alguna necrópolis -Sugirió Kakyoin-. Cuando visité Egipto cuando tenía diecisiete, investigué bastante lo que había. Claro, mis padres sólo pudieron costearse una visita al Cairo y poca cosa más, pero vi las ciudades cerca del Nilo. Esta era una de ellas. Podríamos ir a una que está al sur.

-Bueno, así pasamos bien el día -Polnareff sonrió pícaro-. Eh, Adi ¿Haz visto alguna vez ruinas egipcias?

-Que crees tú cerebrito, obviamente no -Ella le hizo una mofa-. Nunca he podido viajar así.

-Oh, ya veo, que descuidado -Polnareff rodeó los ojos suspirando-. Si quieres comprarte algo a esos vendedores ambulantes, dímelo. Tengo buen ojo con ese tipo de cosas.

-¿A que te refieres? -Kakyoin levantó una ceja.

-Oh, bueno, no creo que te haya contado eso. Bueno, antes de encontrarme con este tipo, eh... Cómo se llamaba... Ah, sí, Chaka, tú estabas en el hospital. Yo me alejé del grupo para enfrentarme a él pero ¡Claro! Tenían que intentar estafarme con un papiro que claramente estaba impreso y quemado por los lados -Polnareff rió-. Ah, que idiotas...

-Vaya, si que se encontraron con usuarios de stand ahí, ¿Eh? -Comentó Adalia.

-Oh sí, sí que sí, ahí si que nos pillamos con todo un tropel de usuarios de stand ¡Qué agotador! -Suspiró el platinado. Luego sonrió-. Pero también fue divertido.

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