🍒 Capítulo 7🍒

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Polnareff suspiró viendo a Prezzemolo en el suelo a duras penas moviéndose para respirar. Reposó a Adalia sobre la arena, parecía seguir en ese trance, pero notaba que estaba mucho más tranquila. Retiró a Silver Chariot y se acercó al cuerpo de Kakyoin. Lo arrastró y lo dejó al lado de Adalia. Buscó sus mochilas y las acercó. Vio los sándwiches.

-Ya no tengo apetito -Se quejó- ¿Habré traído un paquete de cigarrillos? Maldición.

Rebuscó en su mochila. Nada. Ninguno de sus dos amigos así que estaba prácticamente jodido. Volvió a suspirar. Hacía tiempo que no vivía una situación así de tensa. Se sintió como un salvavidas en medio de la tormenta: siempre sobrevivía. Volvió a echar un vistazo a Prezzemolo. Fue a inspeccionarlo.

El aspecto que tenía era desagradable por decir poco. Revisó el pulso, era muy irregular. Esperó unos minutos. Poco a poco, se hacía más difícil encontrarle el pulso. Hasta que de pronto. Nada. Su corazón había dejado de latir. Moriría de cualquier forma, de todos modos. Kakyoin le hizo unas magulladuras bastante feas en el cuello. Ni hablar de los cortes que tenía por todo el cuerpo. ¿Qué harían con él? Pensó en las posibilidades que tenía. Volvió a invocar a Chariot. Estaba solo hasta que sus amigos se recuperaran. Comenzo a escarbar un agujero. Era lo único que sé le ocurría. Tirarlo al lago no era una buena idea. Si su teoría era cierta, era más probable que lo encontraran allí al ser el sitio más obvio. Lo mejor era no dejar rastro alguno.

Busco unas ramas bastante gruesas cerca de la vegetación que había en el lago. Las llevó hasta el agujero. Chariot continuó haciéndo el hoyo mientras su  usuario arrastró al caído hasta allí. El agujero era lo suficientemente grande como para que cupiera en posición fetal. Entre el stand y él lo colocaron dentro. La arena comenzó a taparlo y cuando faltaba la mitad para rellenar el agujero, Polnareff puso las ramas. La arena continuó cayendo. Ahora no parecía que hubiese pasado nada. Removió la arena con las manchas de sangre y esperó con intranquilidad.

Adalia fue la primera en despertar del trance. Se levantó con la cabeza abombada y con mucha sed. Polnareff le dio un abrazo como nunca antes. Ella era como una hermana para él y aquello lo había asustado de una manera que nunca esperó. Había entendido claramente los objetivos de Prezzemolo al dejarlos así.

-¿Y el tipo? -Preguntó la rubia.

-Se lo tragó la tierra -contestó Polnareff. La rubia comprendió a lo que se refería y movió la cabeza-. Vamos a ver si nos queda algo de agua.

Tomó la botella con la que había tomado momentos antes de la segunda pelea con Prezzemolo. Aún quedaba algo de agua. Lo limpió y se lo dio de beber a Adalia. Se lo tomó todo de un sorbo. Aún tenía sed.

-Me duelen mucho los ojos -Dijo ella tapándoselos con las palmas de las manos. Estaban ardiendo.

-Lloraste demasiado -Afirmó Polnareff-. Seguramente el agua del lago está buena, vamos a beber -El platinado la condujo hasta allí.

-¿Me debería de preocupar de si el agua es potable? -Su amigo negó con la cabeza.

-No, es agua potable. Mira lo clara que es, tampoco huele -El platinado llenó la botella de agua. La limpió bien y probó-. Y no sabe a nada. De hecho es una sensación un tanto desagradable.

Adalia tocó el agua con sus manos. No sentía esa sensación de extrema sensibilidad que antes. Comenzó a beber el agua hasta quedar saciada. Se miró en el reflejo del agua por unos momentos. Una figura se alzó detrás de ella. Dio un pequeño saltito.

-¡Ah! ¡Nori! -Ella respiró aliviada- Qué susto me diste...

-Perdón, vine al lago porque tenía mucha sed. No esperaba que estuvieran aquí -Polnareff miró a Kakyoin. Sintió que tenía un cierto aire a cuando recién lo conoció. Parecía muy reservado.

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