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Un error, eso supo en el preciso momento en que le envió la imagen del Google Maps.

-Buenos días. 

Rodrigo entró sonriente en la estancia donde se hallaba siempre el tritón. Pronto evidenció que algo malo pasaba con él. 

-¿Estás bien? Hey, ¿Dalai?

Movió la mano frente a sus narices, pero nada, el tritón siguió en las mismas, con la mirada puesta en la nada. Estaba perdido en sus pensares, una situación que nunca antes se había dado. Allí encerrado no había nada que le pusiera a pensar de ese modo, así que supuso cuál podría ser la razón. 

-¿Ha ocurrido algo con Melody?

Nada mas nombrar su nombre, Dalai levantó la cabeza de sopetón, tal y como un avestruz sacando la cabeza del agujero.

-¿Qué pasa con ella? -Le dio un ataque de tartamudez.

Era incapaz de verle directamente a los ojos, para nada podía decirle el tremendo error que había cometido, aunque... ¿Qué podría hacer él por su cuenta?

-¡Rodrigo!

El tipo dio un sobresalto al sentir que repentinamente le agarraba un brazo, forzándole a agacharse. 

-¡Ayúdame! -Gimió, verdaderamente desesperado, sintiendo que un agujero se abriría bajo él de un momento a otro y lo engulliría como una aspiradora.

-¿Qué? ¿En qué? -El amigo lució asustado. Dalai parecía tener verdaderos problemas -¡¿Te duele?! -Se oscureció su semblante al imaginarlo. 

-¡No se trata de eso! -Sollozó ahora como un auténtico niño -¡Ojalá fuera eso!

-¿Qué?...

¿Qué podía ser peor que su dolor? No comprendía nada en lo más mínimo...

-¡Tienes que golpearme! -Rogó el anfibio comenzando a soltar lágrimas. 

-¡¿Qué?! -Alargó el "e" espantado por la semejenta petición -¡¿Te has dado una hostia en la cabeza o qué?!

-¡Es que...!

Su exclamación murió en un silencio. En ese mismo silencio sollozó amargadamente, haciendo puchero. En aquella situación le daba toda la razón a Rodrigo. ¡En verdad era todo un mocoso!

-¿Qué sucede? -Posó una mano en su cabeza en un intento por consolarle.

Nunca había visto a su amigo de ese modo.

-Yo... Ah, necesito que me ayudes, aunque es algo delicadoooo... -Comenzó a juguetear con los dedos con sumo nerviosismo. 

Su amigo le miraba con el ceño fruncido, creyendo que de una vez el tritón había enloquecido. 

-¿De qué se trata?

No se le ocurría nada que el tritón pudiera desear que fuera delicado. Es mas, nunca le había pedido nada, salvo tonterías como lápices de colores, una idea para un poema...

-Pues... Verás... Tienes que ayudarme a simular que soy humano -Soltó como si fuera una especie de broma, un intento de suavizar el grado de semejante petición.

-¿Qué?... Dalai, ¿qué hiciste?

El tritón desvió la mirada, al parecer había sido demasido evidente al pedirle semejante cosa...

-Pues... Me dejé llevar y terminé indicándole a Honguito la villa costera de la que me hablaste y... Me cité con ella ahí mismo para el día once, siendo ese mi regalo de cumpleaños. 

Prometo no existir  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora