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-Ay, no sé...

Dalai se hallaba solo en su habitación, reproduciendo una y otra vez aquel vídeo que grabara hace poco con la ayuda de su amigo.  Aunque Rodrigo le hubiera dado el visto bueno, no una, sino varias veces, seguía sin convencerle. Había dicho al final del vídeo que a veces lo imperfecto era lo que más gustaba. Ahora ya no estaba tan seguro de ello.

Se removió indeciso, movió suavemente su cola, comenzó a morderse las uñas. Se mantenía en la pantalla del chat, viendo el archivo de vídeo, pulsando y cancelando el envío. No quería que Melody se decepcionara tras haber aguardado tanto por el vídeo.

-No sé...

Volvió a reproducirlo y entonces le pareció más horrible que las veces anteriores. Desafinaba, según él.  Era desagradable.  No era lo suficiente bueno. No transmitía todo el amor que sentía. ¿Estaba bien enviarle algo que no le complacía?

Arrugó el labio inferior. Era incapaz de decidirse. Había pensado en eliminar el vídeo y grabar otro cuando Rodrigo tuviera tiempo, pero tampoco era capaz.  Cuando iba a hacerlo sentía que aquel vídeo era más especial de lo que pensara antes.

-¡Esto es tan complicado! -Gritó, sintiendo su corazón tambaleante, inseguro en su pecho.

Cuando pensaba profundamente en Melody le ardía el pecho. La amaba tanto. La necesitaba tanto. Ojalá pudiera estar ahora con ella, cantarle en vivo todos los días, amarla como se merecía.

-Quizás le diga la próxima vez que la vea...

Observó aquella parte de él, la que antes odiara tanto, pero que poco a poco le afligía menos.

¿Por qué sentía que Melody encajaría su realidad? No le iba a señalar como un monstruo ni iba a repudiarle. Estaba seguro de que le confundiría mucho, quizás necesitaría incluso tiempo, pero, sentía en el alma que ella volvería a él y se amarían para siempre.

Quizás se estaba ilusionando demasiado, pero no le importaba, estaba dispuesto a arriesgar, por ella, por la mujer que amaba.

De repente, un extraño ruido irrumpió en sus pensamientos. Procedía de fuera de la habitación, estaba casi seguro que era en la entrada.

-¡Rodrigo! -Exclamó emocionado, apoyándose en el borde de la bañera. 

Deseaba pedirle de nuevo su opinión y entonces sí enviaría el vídeo.  Aunque lo dudara mucho lo iba a enviar.

-¿Qué tal te ha...?

Cuando la puerta terminó de abrirse, Dalai estremeció ante la presencia de un desconocido. Aquellos ojos oscuros se le hicieron peligrosos, y allí estaban, enfocando su ser, pudiendo ver su...

-Tú, ¡¿eres el cabrón que ha andado folland* con mi hija?!

Dalai no era capaz de hablar, tampoco de moverse, al menos eso pensó hasta que el hombre avanzó un paso. Entonces se arrastró para atrás a gran velocidad, hasta que su espalda chocó contra la pared, haciendo que su cabeza brincara por el golpe.

-¡¿Pero qué demonios?! -Bramó el hombre al avistar su mitad inferior -¡¿Pero qué clase de broma es esta?! ¡¿Esto lo planeaste con la estúpida de mi hija?!

Dalai quiso retroceder más, atravesar la pared, mas no pudo. Su cuerpo sufrió una explosión de temblor ante el abrupto acercamiento del hombre. También era incapaz de formular una sola palabra. Ni siquiera pensó a quién se estaba refiriendo él.  No podía pensar en nada más salvo en el horrible futuro que le podría deparar. 

-¡Quítate es...! ¡¿Qué demonios?!

El hombre comenzó a tirar de su cola, tratando extraerla de su cuerpo, descubrir sus piernas, pero tras varios tirones comprendió que era real. ¡Aquella cosa era real!

Prometo no existir  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora