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-¡¿Dónde está?!

Melody había despertado emocionada. Hoy finalmente volvería a ver a su amado Océano, y en su breve estancia planeaba convencerle de venir a verla en verano. Estaba segura que con su ayuda lograría que poco a poco fuera abandonando más y más la comodidad de su casa y tendría más ganas de visitar mundo.

Sin embargo, dicha emoción ya no la embargaba, ésta se había intercambiado por máxima desesperación.  Desde que hubiera ojeado en el interior del cajón de su mesilla, no había dejado de lanzar objetos, removiendo todo.

-¿Qué buscas, hermana? -Preguntó el hermano mayor, aún acostado en su cama.

-¡Mi dinero! ¡No está! -Las lágrimas comenzaron a brotar en su rostro. 

Si no encontraba el dinero no podría ir a ver a Dalai, no sólo aquel día, sino hasta que no dispusiera del dinero, y en su realidad era muy difícil el tenerlo.  Su padre jamás le daría dinero sin saber para qué lo quería.  Podría soltarle la treta de que necesitaba material escolar, pero ya estando al final del año dudaba que fuera a dárselo. 

-Ah, creo que se lo llevó papá. Lo vi anoche, hurgando en el cajón de tu mesilla. 

Melody se paró repentinamente. La sangre se le congeló. Dejó de sentir su cuerpo.

No... No. Susurró en sus adentros, apenas sintiendo el frío de sus lágrimas.  Si su padre le había echado mano al dinero ya no...

Salió disparada de la habitación, negándose a creer. Si alcanzaba a su padre a tiempo quizás lograría recuperar lo que le pertenecía.  ¡Ese dinero se lo había dado Dalai!

-Padre.

Lo encontró tirado en el sofá, apenas usando una vieja camiseta de manga corta con estampado de Superman y unos calzones viejos. Éste tenía a su alrededor una cantidad bárbara de botellas de cerveza vacías y una en su mano ya medio vacía. 

-¿Qué? -Le miró con su mirada sombría.

-¿Has tomado el dinero que estaba en mi mesilla?

No se dejó amedrentar por su hostil mirada ni por su voz sumergida bajo litros de alcohol. 

-Sí, porque es mío, ladrona.

-No te lo quité, era dinero que me dio el profesor para comprar material escolar, ya sabes, porque soy la delegada...

-Ah, entiendo -El hombre la miró con desconfianza -Pues nada, ya no lo tengo, así que largo, no me dejas ver el partido.

Melody se movió un poco, sólo para no taparle el partido de fútbol que estaba siendo emitido, pero no estaba dispuesta a irse, no iba a rendirse. ¡Tenía que recuperar ese dinero!

-Pero, tienes que dármelo, porque si no compro el material voy a tener problemas con el profesor.

-¿Ah? ¿Acaso estás sorda? ¡Te dije que no lo tengo! -Habló de mala gana -Ahora ve a cuidar de tus hermanos, que como lleguen tarde me van a molestar a mí -Se señaló con el pulgar. 

-Pero, podrían terminar expulsándome...

-¡¿Y a mí que mierda me importa?! -Gritó él, ya colmado de paciencia.

Aquella niña malcriada le estaba incomodando, provocando que no se estuviera enterando de nada de lo que sucedía en el partido. 

-¡Tienes que devolverlo! -Gritó con desesperación.

-¡Cállate, put*!

Le arrojó la botella de vidrio que sostenía, la que se rompió en mil pedazos al chocar contra su vientre. El grito de la muchacha se expandió por toda la vivienda, provocando que sus hermanos, ignorantes del maltrato constante que su hermana recibía, se ocultaran tras la puerta de su habitación y vieran con horror cómo su hermana, en el suelo, era pateada con violencia por su progenitor.

Prometo no existir  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora