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Jamás creyó que alguna vez correría como si su vida dependiera de ello. Bajo su húmeda camisa, agotada hasta la médula, la jovencita pasó el dorso de su mano por debajo de su barbilla, librándose del manto de sudor que cargaba.

-Lo logré... -Suspiró con profunda satisfacción.

-No, técnicamente te tardaste seis minutos y treinta y seis segundos en llegar. No has cumplido -Le informó Dalai del otro lado de la línea, rompiendo la boba sonrisa que colgaba de los labios de la muchacha.

-¿Qué? -Torció los labios, nada, pero que nada satisfecha con dicha sentencia - ¡Apenas fue un minuto! -Se quejó.

-Y treinta y seis segundos -Añadió Dalai, siendo ciertamente irritante para ella.

-Treinta segundos no son nada -Bufó, exasperada.

-Treinta y seis -Volvió a repetir como todo un metódico -Y en ese tiempo pueden ocurrir muchas cosas. Pudieron darse tantas situaciones en ese minuto y treinta y seis segundos...

-Ya, Dalai - Le riñó. Por primera vez en su vida tenía ganas de golpearle -Apenas fue un minuto y poco más. Merezco mi recompensa por lo tanto que me esforcé.

-No creo que sea correcto. Digo, imagina que todos los estudiantes le ruegan al profesor que les suban uno o dos puntos para lograr un aprobado. No creo que fuera justo.

-¡Dalai! -Lloriqueó -¡En serio he corrido como si mi vida dependiera de ello! ¡Quiero mi regalo!

Dalai torció los labios, pensativo, causando que un silencio se colara en su conversación.

-Mientras te lo piensas yo sigo en la calle -Canturreó ella, con la intención de molestarle tal y como él había hecho.

-Honguito... -Rogó él, verdaderamente preocupado.

-Nada de Honguito, no vas a convencerme usando mi apodo, sólo entraré al edificio si prometes enviarme ese vídeo -Melody comenzó a juguetear con el manojo de llaves, provocando, adrede, un sonido que Dalai era capaz de escuchar con absoluta claridad y el que asemejó al que se producía cuando su amigo sacaba las llaves de su bolsillo.

-Sí, te lo prometo, ¡pero entra en casa, por favor!

Melody tejió una sonrisa en sus labios y procedió a introducir la llave en la cerradura de la puerta principal de su edificio.

-Ya entré, ya no tienes que preocuparte por mí. Y dime -Canturreó, dichosa de haber vencido -¿Cuándo me enviarás el vídeo?

Pulsó el botón del ascensor y permaneció a la espera, ojeándose sus malogradas uñas.

-Pues, no sé, quizás mañana.

Total, salvo hablar con Melody, no tenía nada que hacer.

-¡Genial!

-Melody, eres mala conmigo -Se quejó él infantil, aun con el corazón en las manos por el mal rato que había pasado.

Su mente no había dejado de procesar cantidad insana de horribles acontecimientos que pudieron bien visitar a Melody aquella noche.

Si la perdía a ella... ¿Qué ocurriría con él? ¿Podría volver a aquel pasado en el que apenas era un ser que había prometido no existir?

-Tú empezaste al negarme el vídeo -Abordó el ascensor y pulsó el número tres de los siete números que disponía -Así que aquí el verdadero malo eres tú.

-Pero, yo había dicho que disponías de cinco...

-¡No de nuevo! -Negó, tocándose su ceño arrugado mientras se veía en el cristal en el que podía visualizar hasta su cadera -Además, ¿cómo sabes tú el tiempo exacto que me demoré en llegar?

Prometo no existir  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora