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-¡Vero!

Tanto Melody como Martha se sorprendieron gratamente cuando al toque de queda, Verónica abordó su clase.

-¡¿Dónde estuviste?! ¡Estuvimos muy preocupadas! -Melody emprendió una correría hasta ella, recortando la vaga distancia que las dividía y la abrazó.

-Me apeteció vaguear -Forzó una pequeña risa, al tiempo que sonreía -No dormí bien anoche, así que me escondí en el almacén del gimnasio y dormí sobre una colchoneta.

Martha torció el gesto ante semejante excusa, mas decidió no hurgar en el asunto. Era evidente que no quería hablar de ello. Esperaría que ella misma quisiera contarles.

-¿En serio? -Melody se mostró sorprendida -¿Seguro fue eso? -La vio un tanto desconfiada.

-¿No ves las ojeras que traigo? -Señaló, riéndose una vez más.

Ella asintió. En efecto, su aspecto no era el mejor. Se la notaba tan cansada, que con ello obtuvo la credibilidad de Melody, aunque Martha no se mostraba tan confiante.

-A la próxima nos dices algo -Le riñó Martha, fingiendo creerle.

-Claro, lo siento - Tomó su mochila de las manos de Martha y enfundó sus manos en ambos tirantes.

-Bueno, por hoy dejemos el trote. Será mejor que vayas a dormir.

-No -Negó ella de inmediato. No iba a fallar, siquiera un día -Quiero correr. Ya descansaré más tarde. Además, ahora ya me siento mejor.

Sonreía, y sin embargo Melody seguía sintiendo dudas al respecto. Su amiga no parecía la misma de siempre.  Era como si alguna novedad se hubiera presentado en su vida, en aquel corto instante en que se separaron. 

-Ah, por cierto -Melody sacó el taper de su mochila, ya lavado y se lo entregó a su amiga -Como se nota que tenías sueño.

-Oh, cierto -Tomó el objeto entre sus manos. Sonrió un tanto apenada -Me había olvidado completamente. Gracias por recogerlo y lavarlo. ¡Qué buena amiga tengo!

-¡No hay de qué!

A cada paso que daba, Verónica pensaba en lo tanto que deseaba regresar a casa, en la absurda necesidad que sentía en verse sola para llorar una vez más.  Sabía que estaba así por haber sido una grande idiota. Tuvo la oportunidad de terminar con todo aquel embrollo.  De decirle directamente a Óscar que era ella. Que no tenía porque buscar más.  Presentarse como la autora de las cartas... Ojalá lo hubiera hecho en su momento. Si tan sólo tuviera en su mano el poder de regresar al pasado.

-Esperen, necesito tomar el antiguo cuaderno de matemáticas -Comentó Martha repentinamente, haciendo que el grupo se detuviera.

Verónica bajó la mirada y observó sus piernas abultadas, los michelines... Sin duda no le gustó nada aquella imagen. Quizás después de todo no había sido un error mentirle a Óscar.

Por estar tan distraída, tan perdida en su afán de autocriticarse, no vio cuando un alumno corrió en su dirección y chocó con ella. Ambos cayeron al suelo, llevándose un buen golpe.

-Ah... Lo siento...

Verónica miró a su lado. Allí estaba un sujeto, sin embargo no se hallaba en el suelo, sino de pie, eran apenas sus delgadas piernas lo que avistó, por lo menos hasta que decidió alzar la mirada.

-¡La tengo!

La sonrisa de Óscar se presentó en compañía de su mochila.  Su mochila... Verónica abrió grande sus ojos al comprobar que ya no la tenía.  Entonces recordó su amenaza de quitársela... ¡¿Hablaba en serio?!

Prometo no existir  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora