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La quinta carta la encontró nuevamente en el cajón de su pupitre. Ya no había mañana que no ansiara en encontrar un nuevo regalo. Más de aquel arte escrito en cursiva. Siempre con una diferente forma de decirle cuánto le amaba, las veces que se detenía para observarle.

Era tan perfecto, tan fantasioso, que incluso llegó a pensar que aquello era una broma por parte de su mejor amigo, el que siempre estaba dispuesto a molestarle, pero tras haberle negado varias que nada tenía que ver, Óscar volvía a sonreír ante aquel compuesto de letras plasmadas en un lindo papel con el mar atrás, pareciendo que aquella espumosa ola, al igual que borraba las marcas en la arena, fuera a eliminar aquella carta.

-¿Te escribió otra? -Le susurró su amigo tras él, haciéndose con el papel en un momento de distracción. 

-Tan sólo no la estropees -Le advirtió.

Héctor comenzó a leer, pero no alcanzó el final de la segunda línea.

-¿Quién escribe así en el siglo que estamos? -Cuestionó con pereza, regresándole el papel a su amigo -En serio, esa chica y tú estáis hechos el uno para el otro. Ve y pídele ser el padre de sus futuros hijos.

Óscar sintió un leve picor en sus mejillas.

-Ojalá pudiera hablarle... Pero no sé nada de ella. ¿Ves? -Le mostró tanto el sobre como la carta, señalando toda esquina -No está su nombre.

-Vaya, creo que esa chica no se cree capaz de gustarte - Héctor ocupó el asiento de al lado, el que correspondía a otro compañero, pero al ser la hora del patio no había problema.

-Eso pensé yo... -Dobló el papel con cuidado y lo regresó al interior del sobre -Acaso... ¿Yo parezco superficial?

-Pues, no sé, supongo que eso pensará después de lo tuyo con Bianca. Que por cierto -Añadió antes de que Óscar replicara lo que ya sabía -¿Ya no te interesa? Pregunto porque ya no te veo mínimamente afectado. 

-Tienes razón.  Mira, yo creí que me iba a importar, que me iba a doler bastante y que iba a pedirle regresar, pero no, la verdad es que ya me da igual, incluso la vi siendo simpática con otro chico y no me importó. Supongo... Que no la quería tanto cómo pensé. 

Se llevó la mano tras la oreja. Se sentía satisfecho de haber podido olvidar tan rápido a Bianca. Era verdad que le había impactado que le dejara tan a la ligera, y aunque el primer día se sintió un tanto alicaído, al despertarse a la mañana siguiente se dio cuenta de que se sentía aliviado, que había sido una suerte para él que ella decidiera terminarle, porque al final no la quería como había imaginado.

-El corazón es todo un embustero. A todos les pasa alguna vez. Menos mal que fue así - Héctor se mostró complacido.  Le alegraba que Óscar no hubiera pasado por un trago amargo. Aquella tipeja no se merecía su sufrimiento. 

-Totalmente -Presionó ligeramente los dedos que sujetaban la carta.

Quizás las palabras impresas en aquel papel le habían ayudado a aclarse. No deseaba a una chica como Bianca en su vida.  Quería a una como ella, como la escritora de aquella carta. Una persona que pudiera sentir los sentimientos a flor de piel.

-Ahora, regresando a la carta, me parece que lo mejor sería intentar agarrarla por sorpresa. Piénsalo -Señaló su cerebro -Ella está dejando las cartas en sitios en los que le es posible hacerlo sin ser vista, y lugares como esos pocos hay, así que se está quedando sin alternativas. De hecho creo que ya no las tiene. Salvo que quiera arriesgarse a entrar en los baños masculinos cuando nos estemos duchando y te eche la carta por encima, dentro de un sobre de plástico -Se burló al decir lo último.

Prometo no existir  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora