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Melody avistó a Óscar sacando de su casillero un sobre rosado que tenía sobre el cierre una pegatina con un oso abrazando un corazón rojo.  Sintió curiosidad por ver su reacción, así que permaneció allí, oculta tras la fila lateral de casilleros.

Óscar dio la vuelta al sobre, y después retomó el lado posterior, buscando el nombre de su escritora, pero tal no existía.

—Vaya...

La muchacha se mostró sorprendida al ver la grandiosa sonrisa nerviosa que él le mostraba. Comprendió el por qué Verónica hablaba tan bien de él, y también el por qué decía que Bianca no lo merecía.  Había comprendido que un corazón tan hermoso como para emocionarse por una carta no merecía ser corrompido por la maldad de una chica.

El chico permaneció dudoso, manteniendo las manos en el casillero, ocultando de ese modo la carta que tanto ansiaba por abrir. Empleó la punta de la uña de su pulgar para alzar la pegatina y abrir con cuidado el sobre, procurando que no se rompiera.

—¡Buenos días, amor!

Bianca lo abrazó por la espalda, sorprendiéndole de sobremanera.

—Buenos días.

Se giró hacía ella y depositó en su mejilla un pequeño beso.

—Cielos, ya te dije que somos novios y es normal que... ¿Qué es eso que tienes ahí?

De inmediato le quitó la carta y la abrió de mala manera, haciendo mil pedazos el sobre.

—¿Quién se atreve a mandarte mensajitos de amor? —Cuestionó molesta al leer las tontas palabras de amor que allí habían impresas en letra cursiva —¿Quién aún en el siglo en el que estamos escribe en prosa? —Propinó un golpe al papel.

—¿No fuiste tú quién me la escribió?

Óscar se mostró un tanto decepcionado. Se había emocionado tanto con la idea de que su novia hubiera tenido tan hermoso detalle con él... Pensó que finalmente había despertado su imaginación con sus poemas, pero al parecer se había equivocado. 

—¿Ah? ¿De verdad me crees tan tonta cómo para escribir algo así? —Hizo bola el papel y lo lanzó a la basura. Sonrió orgullosa de haber encestado.

—Ah, lo siento...

Óscar no veía razón para que su novia se ofendiera por su suponer, pero pensó que era mejor disculparse ya que no quería que se enfadara con él. 

—Buenoooo, no importa —Bianca envolvió el cuello varonil con los brazos y estampó un beso en sus labios —Es normal que pensaras que tu chica te dejara una carta romántica, es de lo más normal, pero lo que no es normal es que otra haya tenido semejante descaro —vio con fastidio a toda aquella que estaba presente, viendo a todas como posibles culpables —Amor, si ves otra de esas tontas cartas tiralas directamente a la basura, ¿ok?

—Claro —contestó sin ninguna intención de contradecirla, enternecido por su ataque de celos.

Comprendía que le hubiera pedido algo así.

—Ay no...

Melody, que no había sido la única en testificar la escena, vio a Verónica consumida sobre su mesa, tras la protección que le otorgaban sus brazos.

—Verónica, no le des importancia a lo que sucedió. ¿Acaso no viste lo feliz que se puso cuando vio la carta? —Le dijo, empeñada en hacerla sentir mejor. 

—Eso fue porque pensó que era de Bianca... —La escuchó murmurar afligida —Nunca pensó que hubiera alguien más...

La vio apretando las piernas bajo la mesa, sofocando el dolor impetuoso que tanto la dañaba. Sabía lo tanto que se arriesgaba, pero aún así le dejó una segunda carta... Qué idiota había sido. 

Prometo no existir  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora