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Melody clavó su mirada en ella, la mujer que se hallaba frente a sí, Claudia. No la conocía de nada, pero sabía claramente que la odiaba. Era ella la que había decidido hacer de Dalai un evento, un objeto de coleccionista.

La mujer sonreía, de un modo de falsa amabilidad. Sabía muy bien el motivo por el que la hiciera llamar. Deseaba saber más de él, del joven tritón que ahora poseía, la mayor noticia del mundo.

-¿Deseas algo de tomar? -Le ofreció Claudia.

-No -Apretó las manos contra su regazo, conteniendo su odio.

No podía volver a equivocarse. Hablarle mal podría significar no poder volver a ver a Dalai, y eso no podía ocurrir. Ante sus sentimientos estaba Dalai. No podía dejarle solo en semejante situación.

-Bueno -La mujer se relajó en el mullido asiento y cambió el cruce de piernas. Sus ojos brillaron antes de iniciar la conversación que tanto picaba su curiosidad -Y dime, ¿cómo le conociste?

Melody no pudo contener una mueca de profundo desagrado. Seguía sin querer hablarle de su relación con Dalai. No quería que nadie supiera de ellos, de su amor único y especial.

-¿Eso realmente importa? -Desvió la mirada. Era incapaz de ser amable con ella, de fingir que le agradaba.

-A mí sí -La mujer comenzó a juguetear con sus largas uñas artificiales, clavando en Melody una mirada ciertamente posesiva -Quiero saber todo sobre mi tritón.

Recibió una mirada pugnada de verdadero odio. "Mí" esa palabra causó en ella miles de revoluciones. ¡Dalai no es tuyo! Quiso gritarle, pero tuvo que obligarse a callar.

-Hablaré, pero... -Se hizo para adelante, apoyando los codos en sus muslos -Quiero que a cambio me deje estar a solas con él esta noche.

-Uno de mis guardias te vigilará en la lejanía -Claudia se sirvió café en una taza y añadió dos cubitos de azúcar -Esa será mi condición.

Melody se removió en el asiento antes de asentir. Se sentía un tanto aliviada de haber obtenido su aprobación, aunque la idea de hablarle de lo suyo seguía sin agradarle. Lo suyo era intocable, puro, lejos de la compresión de la mente perversa de los demás. Detestaba a aquella mujer, a su padre y a todas las personas que habían venido a ver a Dalai; y también a aquellos que habían deseado asistir.

-Apenas concidimos en un chat en Facebook y comenzamos a platicar -Dijo, tratando de que sonara lo más sencillo posible, teniendo presente el deseo de reservar lo especial que verdaderamente había sido. Deseaba apagar la curiosidad que reinaba en los ojos de la mujer.

-Oh, así que eso de que habla es cierto -Claudia sonrió emocionada -A mí ni a ninguno de mis empleados ha querido dirigirnos la palabra. Ni siquiera cuando le quisieron quitar esas gomas viejas que tiene en la muñeca.

El corazón de Melody se sacudió al escuchar aquella verdad. Se imaginó a Dalai aferrándose a aquellos pedazos de tela como si fueran su propia vida. Sus ojos humedecieron. Dolía tanto el saber que por su culpa se hallaba allí. Y aún en aquella situación, no se imaginaba una vida sin haberlo conocido. No deseaba apagar aquel pasado, aquel instante en que se interesó en su perfil y decidió hablarle.

-Se las diste tú, ¿cierto? -Claudia parecía ahora una colegiala amante de las historias románticas. Sus ojos brillaban como dos estrellas perdidas entre tanta oscuridad.

Melody únicamente asintió, incapaz de sonreír, de sentirse emocionada. Detestaba estar en compañía de aquella que tanto hacía sufrir a Dalai.

-Vaya, ¿y cómo reaccionaste cuando supiste que era un tritón?

-No lo sabía... -Dejó caer la mirada, sintiendo aquella punzada de traición, del saber que Dalai no había logrado confiar en ella -Apenas lo vi hoy...

Prometo no existir  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora