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-Melody, ¿Te sientes mejor?

Para irrumpir el silencio, estaba Rodrigo, quien estaba decidido a echarle un cable a su amigo; aunque más que un cable necesitaba de una tijera.  Debió de haberle dejado que se cortara el cabello cuando tuvo oportunidad, de ese modo no lo tendría ahora, allí, oculto tras él. 

-¿Eh? Ah, sí...

¡Perfecto! Se lamentó Melody en su mente. La situación ya era lo suficiente penosa, no necesitaba que Rodrigo se lo hiciera peor al mencionar la situación de bochorno del autobús. 

¿Por qué se lo preguntaba? ¿Acaso Melody se había sentido mal?

Para bien o para mal, la necesidad de saber, logró que tuviera el valor de retirar la cortina de cabello.

-Melody, ¿te sentiste mal?

El cuerpo de ella vibró en respuesta, sintiéndose principalmente conmovida por la preocupación que el chico profesaba. Aunque por otro lado, se sentía muy apenada por lo ocurrido. No quería mencionar su pesadilla. Tan sólo quería olvidarlo y ya. Quería empezar su regalo de cumpleaños. 

-No, para nada, tan sólo fui víctima del sueño...

Ahora sí que Dalai estaba agobiado por el viento. Ya no buscaba la necesidad de abrigarse tras su cabello, de hecho quería deshacerse de él.  Le incordiaba con creces.

-Esto... ¿Puedo ponértelo?

Dalai se mostró receloso cuando vio una goma blanca entre dos de los dedos de la chica. La imaginaba bien capaz de burlarse de él tal y como había hecho Rodrigo. Ambos tenían eso en común.

-Bueno...

Pero decidió darle un voto de confianza al no percibir ninguna malicia en su mirada.

Ambos corazones resonaron cuando Melody se puso tras él y sus dedos se hundieron en la masa capilar.

-Vaya, es tan sedoso -Comentó la chica, mientras recogía cada hebra de cabello, uniéndolo todo con su goma, todo con mucho cuidado y cariño, uno que jamás le daba al suyo -Yo tengo el cabello corto y está muy seco, no le veo solución. ¿Qué cuidados utilizas?

-Bueno... -Era más difícil platicar con ella tras él, tocándole el cabello, sintiendo la punta de sus dedos en el cráneo -No hago nada en especial... Al menos eso creo.

Melody permaneció allí un rato más, acariciando su largo, sedoso y hermoso cabello oscuro, el que le fascinaba más de lo que había podido imaginar.

-Ya está...

Creía haberse ganado ya la confianza necesaria para hablarle con un poco más de naturalidad, pero cuando se topó con su rostro, al fin descubierto, tan visible, tan cerca de ella, entendió que se había hecho falsas esperanzas. Es que... ¡La foto no podía competir con la realidad!

-Gracias -La sonrisa sincera de alivio que éste le mostró causo que su corazón se perdiera en el interior de su ser.

-Ah... De nada -Tuvo la obligación de desviar la mirada. Aquella mirada de cristal era peligrosa para su perdido corazón.  Iba a apuñarlo.

Rodrigo observó a la penosa pareja. Sabía que Dalai era un caso perdido, el rey de las penas, pero había esperado algo más de ella, pero allí la tenía, de pie, jugueteando con su flequillo desordenado.

-Bueno, ¿Qué tal si nos vamos a tomar un café? -Propusó Rodrigo, sintiéndose un socorrista. 

Menos mal que había tenido la genial idea de quedarse. Claro que desde un principio no había tenido planes de irse. Debía procurar que su amigo estuviera a salvo en todo momento.

Prometo no existir  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora