♧ x40

51 14 4
                                    

-Odio esta parte.

Melody clavó sus orbes en el transporte que recién había estacionado frente a ellos. Un trasto rojo que odiaba con todo su ser. Ojalá sufriera alguna avería. Ojalá todos los vehículos se estropearan. Ojalá que la tierra originara una interrupción entre su hogar y aquella villa.

Mas por mucho que deseara o visualizara. Nada iba a cambiar. El mundo no iba a ponerse de su parte, sino en su contra, atrayendola de nuevo al peligro, a su desgraciada vida.

Se acarició el adolorido vientre, recordando al detalle la paliza que recibiera aquella mañana.

-Melody...

Dalai tomó una de sus manos y la envolvió con fuerza, transmitiéndole de él, de su desmesurable energía. 

-Estaré bien. Pronto terminará todo esto, te lo prometo -Pegó su frente a la suya. Disponer de su apoyo le ayudaba a no derrumbarse, a seguir adelante -Tienes razón, ya no puedo seguir soportando todo, arriesgar a mis hermanos, mi abuela...

Aquellas palabras formaban parte de un secreto que existía entre los dos. Nadie salvo Dalai sabía de su maltrato, ni siquiera a sus amigas les comentara.  Esconder su dolor, sus heridas, no había sido sencillo, pero había ayudado que el adulto lo hiciera siempre cuidando de no lastimarla en lugares que las prendas no pudieran ocultar.

-No sé cuándo podamos volver a vernos después de que una casa de acogida nos tome en custodia, pero te prometo que me esforzaré para poder hablarte.

Su voz temblaba conforme profesaba dichas palabras, semejante promesa, mientras se cuestionaba si realmente podría contactarle, no teniendo ni idea de cuándo volvería a verle.

-Pero, Dalai, tú podrías ir a...

-No -Negó él, sintiendo como su corazón se oprimía -Melody, no podré ir, y te diré la razón en su momento. Un día serás capaz de comprenderme.

A través de sus orbes miel descubrió el rostro alicaído de su Océano, sembrado bajo una capa que ocultaba uno o más secretos.

-¿Dalai? -Ella no pudo con su aire misterioso.

¿Por qué sentía que lo tenía que decirle era sumamente importante? ¿Acaso no era su minusvalía lo que le restringía allí?

-Melody, tienes que irte ya -Rodrigo la tomó del brazo y tiró de ella, haciendo que se levantara, un tanto tambaleante -El autobús se va a ir.

Era incapaz de ver algo o a alguien que no fuera Dalai, el que tras un aire misterioso, volvió a sonreír con su toque dulce, como si lo que tuviera que decirle no fuera tan importante, haciendo que se sintiera como una tonta por suponer demasiado. 

-Ah, sí -Jaló del tirante de su mochila, y todavía insegura se encaminó hasta el transporte -Ah, espera.

Regresó a los brazos de Dalai, fundiéndose en un profundo beso de despedida.

-Hasta luego, mi Océano.

-Cuídate, Honguito.

Se miraron a los ojos con anhelo, con ansías de volver a fundirse, mas tuvieron que contenerse. Melody tuvo que desempeñar la arduosa acción de alejarse y abordar aquel trasto.

Miró al chófer con desánimo, y apenas le pidió un viaje de ida hacia su ciudad. Comenzó a avanzar hasta el final, hallando su lugar favorito vacío, aguardando por ella.

A través de la ventana, tras el brillo de gotas de lluvia que recién habían comenzado a caer, vio a Dalai, el que la veía con una sonrisa tímida. Su largo cabello se balanceaba en su esplendor, causando que otros le miraran, que fuera un punto de atracción. 

Prometo no existir  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora