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Un día, citó Melody en su mente, mostrándose radiante, sumamente emocionada. Apenas tenía que soportar un día más para finalmente poder abrazar al chico que tanto quería. Había imaginado el instante cientos veces, pero le resultaba imposible decantarse por alguna en especial.

Estaba en clases, el profesor explicaba no sé qué cosa sobre la lengua española, pero Melody no le prestaba atención; no podía. Su mente había desterrado la Tierra y se hallaba perdida en algún lugar recóndito del espacio.

Asomó el celular por debajo de la mesilla una vez más y vio la única foto que tenía de él.  Su corazón se aceleraba como una locomotora al verle. Sentía muchos sofocos, apenas podía respirar, vivía aferrándose a aquel hilo de oxígeno que a duras penas entraba en su organismo.

-Mañana -Murmuró para sí, acariciando la pantalla con el pulgar.

-Hey, Mel, ¡despierta de una vez!

Su mente regresó en un parpadeo, en el que un agudo dolor se instaló en su mejilla, haciéndola gemir. Martha tiraba de ella sin piedad alguna.

-¡Para! -Rogó, ya sintiendo el principio de las lágrimas. 

Su amiga accedió entonces.

-¿Qué pasa contigo? -Cuestionó la muchacha con evidente malhumor, mientras frotaba su mejilla enrojecida.

-Eso mismo te pregunto yo. Te he llamado mil veces y ahí seguiste, como toda una empanada -Martha cruzó los brazos, mostrándose ceñuda. Tenía aquella típica antipática mirada suya.

-Ah, ¿en serio? ¿Eh? ¿Y dónde andan nuestros compañeros? -Preguntó al toparse con el salón vacío.

-Cielos, estás fatal... Hace cinco minutos que ya sonó el timbre -Martha acomodó el tirante de su mochila y le dio la espalda, dirigiéndose de una vez a la salida.

-¿Eh? ¡Esperáme!

Metió sus cosas de cualquier manera en su mochila y se apresuró en alcanzar a su amiga.

-Tú eres tan idiota como Vero.

-¿Eh? -Melody miró a su amiga confundida.

-Tú también te has enamorado -Soltó con todo asco, desfigurando los labios, como si estuviera comiendo algo realmente repulsivo.

-¿Qué?... -Sus mejillas se encendieron de golpe -Eso no...

-¿Vas a negarlo? -Se plantó ante ella, forzando a que se detuviera -¡Por favor! ¡Esa cara de empanada ya me la conozco!

-Ah... Bueno... -Con nerviosismo, comenzó a frotarse su antebrazo izquierdo.

¿Estaría bien hablarle de Dalai?

-¿Voy a tener que decirte esto a ti también? ¡Los hombres son todos unos patanes buenos para nada! -Explotó.

-¡No hables así de Dalai! ¡Él no es como los demás!

-Ah... Así que ese es el nombre de tu perdedor... Pues mira, al menos le pusieron un nombre decente... -Blanqueó los ojos. En verdad aquella conversación no le entusiasmaba en lo más mínimo.  Aborrecía las relaciones.

-¡Dalai no es un patán! -¡No toleraba para nada que hablaran mal de él-¡Él es diferente a cualquier chico que hayas conocido en toda tu vida!

Martha torció el gesto al escuchar semejante disparate. Aquellas eran las palabras que usaban siempre los hombres en su defensa... Resultando siendo más patanes que cualquier otro patán. 

-Claro, claro, cuéntame otra historia de princesas. Aterriza, este es el mundo real, donde los hombres no predican amor, apenas fingen para lograr su cometido: Llevarte a la cama.

Prometo no existir  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora