Quién me diría que esa persona que un día conocí como un desconocido podría despertar en mí tanto interés.
No sé en qué momento pasó, ni cómo fue que empecé a sentir aquello.
Su nombre resuena siempre como un susurro dentro de mi cabeza... Severus S...
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Por suerte, los alumnos transferidos se encontraban en el curso superior, así nuestras clases serían más tranquilas, o eso pensaba yo.
La primera clase de la mañana fue altamente caótica y terminó con un shock anafiláctico en una alumna de Ravenclaw por inhalación de polen de la Tacca chantrieri o flor murciélago. En Aritmancia aprendimos mucho, pero no de nada relacionando con la asignatura, pues Vector estaba melancólica por algún motivo y nos contó todos sus desamores. Aunque sin duda la guinda del pastel se la llevó DCAO.
La lección con Alastor Moody comenzó poco después del almuerzo, con una duración de dos horas, donde la primera de estas estaba destinada a teoría y la otra a práctica. El ex-auror trajo consigo una alumna de Drumstrang, para que pudiéramos comparar nivel.
- Esta es Irina Borisov, será interesante ver como os desempeñáis con alguien como ella.
Era rubia, con los ojos claros y una cara de estar en un basurero, lo que hacía que su presencia se me hiciera familiar a la de mi madre cuando pisaba la calle.
Uno a uno la mitad de la clase fue cayendo estrepitosamente, ninguno consiguió aguantar cinco ataques. La chica tenía malas maneras, atacaba con hechizos cortantes.
- Señorita Malfoy – me nombró -, su turno – di un paso delante -. Esto va a ser interesante, dos mujeres de alta cuna, y por lo que parece una tiene ganas de partirle la cara a la otra – dijo por la mirada que me echaba, quizás por mi tranquilidad.
La chica comenzó a atacar. Ya había analizado su técnica en el primer encuentro, eran hechizos que no se enseñaban en esta escuela, no eran complejos, pero tenía métodos muy rastreros.
Uno a uno iba desviando sus encantos hacia otro lado sin mucha dificultad, aunque de vez en cuando por aparentar que me estaba costando controlarlo, los dirigía al lado de algún compañero, lo más cerca posible de ellos sin que peligrara su integridad.
Entonces un rayo que no provenía de la varita de mi contrincante se dirigió hacia mi cara.
- Profesor Moody – me quejé.
- Dejé de defenderse y ataqué. Deje de hacer esto aburrido, hasta a usted se le nota el aburrimiento y no creo que su estrategia sea precisamente hacer que su oponente se canse – siguió atacándome -. Venga, muéstrenos a todos aquello que, parece, tanto intenta esconder. Estoy intrigado en cual es su verdadero potencial.
Mi mente iba a mil por hora, me sería imposible desarmar a alguien con tanta experiencia en las artes oscuras con facilidad y, mientras ella atacaba, el profesor atacaba exclusivamente con hechizos de desarme. No podía dejar que me desarmara, porque aún no sabía cómo reprimir la magia sin varita.
Los demás miraban asombrados mientras yo seguía en el centro del aula desviando y esquivando los hechizos que podía.
La del Norte estaba muy concentrada en atacarme, así que en un rápido movimiento me agaché y la hice perder el equilibrio. Se desconcentró y su varita dejó de emitir conjuros. Con un simple giro de muñeca la desarmé. Entonces, el profesor guardó su varita en el cinturón.
