Quién me diría que esa persona que un día conocí como un desconocido podría despertar en mí tanto interés.
No sé en qué momento pasó, ni cómo fue que empecé a sentir aquello.
Su nombre resuena siempre como un susurro dentro de mi cabeza... Severus S...
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- Con esto levantamos la sesión de hoy - dio por terminada la sesión Albus Dumbledore.
Antes de que cualquiera pudiera decir nada Severus se marchó a paso rápido de la sala.
- Snape tan simpático como siempre - comentó mi prima. Su pelo rosado se tornó por un momento en negro.
- ¿Qué le vamos a hacer? - Albus se levantó cansado.
Los componentes de cada reunión iban cambiando en cuestión de la disponibilidad de los integrantes. En ese par de semanas había faltado a la última, por coincidir con una inesperada llamada del Señor Tenebroso a sus filas.
Me giré hacia la persona a mi derecha, quien hace unos días se había mudado a la Mansión Prince.
- Nik - le susurré -, ¿vas a quedarte?
- Eso creo - se dejó caer sobre el respaldo de la lujosa, aunque descuidada, silla -. Además, seremos más en la cena, teniendo en cuenta quienes ocupan los cuartos superiores.
Me quedé pensativa sobre a qué se referiría. Era evidente que la casa estaba algo más limpia que la última vez que estuve allí, y de seguro no había sido aquel viejo elfo que parecía idolatrarme.
Me levanté del viejo asiento para estirar un poco las piernas.
- Querida, ¿te quedarás a cenar? - preguntó la señora Weasley tan amable como siempre.
- Si no es mucha molestia estaría encantada de unirme - respondí educadamente.
- Oh, claro que no, además, siempre sobra mucha comida.
Aquel día llevaba una camiseta de manga corta. No solía salir de la Mansión más que para ir a las reuniones o a tomar el té con mi madre, por lo que la marca estaba descubierta. Para mi suerte, esta se notaba menos que nunca, solo alguien que se fijara muy bien se daría cuenta.
- Lyra, siéntate a mi lado - comentó Sirius golpeando el asiento a su lado -. Tengamos una charla como las de antes.
Indecisa, dirigí mi mirada hacia Nik.
- Ve - me animó mi cuñado -. Tranquila, estoy ya integrado aquí, ¿no ves que soy un amor?
- Egocéntrico - contesté.
- ¿Yo? - hizo un gesto dramático.
Me alejé riéndome, para tomar asiento entre Tonks y Sirius. Frente a mí se encontraba el ex-profesor Lupin.
- ¿Cómo te ha tratado la vida desde nuestro último encuentro? - preguntó el fugitivo de Azkaban, colocando sus manos bajo su mentón.
- Mejor que a ti seguro. Deberías recortarte esa barba - le recomendé.
- ¿Tú crees? Quizás me quite interés.
- ¿Desde cuándo tratas de hacerte el interesante? - preguntó el castaño a su lado.
