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Los últimos días en Hogwarts fueron muy tranquilos. Al contrario de los días que me esperaría al volver a casa.

Bajé del tren y vislumbré a mi padre a lo lejos, apoyado en unas de las columnas de la pared del vagón recostado y con cara de fastidio y desgana. Muy probablemente por tener que estar allí.

Cuando me acerqué esa cara de disgusto pasó a una sincera sonrisa.

- Mi mujercita - me estrechó con fuerza entre sus fuertes brazos y me besó la cabeza -. Te he extrañado mucho.

- Yo también, papá - respondí con fuerza a su abrazo.

- ¿Cómo ha ido todo?

- Pues creo que bastante bien.

- Da lo mismo en realidad, solo con tu apellido y el título de Hogwarts tendrás asegurado el puesto que quieras en el Ministerio.

- Intentaré que no sea ahí. No me gusta el camino fácil, ni tampoco los puestos que me serían ofrecidos por el Ministerio.

- Nunca me has dicho que quieres hacer.

- Nunca te lo he dicho porque no has preguntado.

- Pues lo hago ahora, ¿qué es lo que querrás hacer?

- Una maestría en pociones.

- Ja, venga, deja de tomarme el pelo - dijo diverdo.

- No estoy bromeando.

- No hay a penas ningún pocionista decente en toda Gran Bretaña. Además, después de eso podré estudiar medimagia.

- ¿Por qué no estudias directamente medimagia?

- Porque son unos inútiles que nunca mandan lo que deben.

- Y si hay tan pocos, ¿donde vas a encontrar uno?

- En Hogwarts hay uno.

- ¡¿Severus?! Buena suerte con eso.

- Tan difícil no puede ser.

- Difícil es justamente su definición.

Me empecé a reír por aquello. Era tan cierto...

- Bueno, de algún modo u otro aceptará.

- Espero que no sea así - dijo con una mueca rara que decidí por mi bien ignorar -. Está también Slughorn.

- ¿Quien?

- El anterior profesor de pociones de Hogwarts.

- No gracias, seguro que no tiene tantos conocimientos como Snape.

- No puedes decir eso sin conocerlo.

Iba a protestar pero en ese momento llegó mi hermano con su cara de falso niño bueno y responsable.

- Padre - lo saludó educadamente, educación que gracias a Merlín no me impusieron.

- Bien, a hora que estamos todos nos vamos - dijo el apuesto y elegante hombre -. Vayamonos, no aguanto aquí ni un segundo más. Es un asco estar rodeado de tantos idiotas.

Aparecimos en las sobrias verjas de la mansión, que se abrió con el movimiento del baston de mi padre. Entramos por el camino principal, con paso rápido y nada más llegar a la entrada los elfos salieron a recoger las maletas.

Mientras Draco subía directamente las escaleras, yo me dirigí al salón, donde supuse que estaría mi madre.

- Hola mamá - dije acercándome al sillón donde se solía sentar.

Dark Shadow ~Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora