Dad?

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Durante el transcurso de los días de los días el tema principal de conversación era el mismo: “la cámara de los secretos”. No había día en que no lo escuchara siquiera por los pasillos.

Llegó el sábado y con él el partido de Quidditch entre Gryffindor y Slytherin, aunque, sinceramente, estábamos abocado a la derrota con mi hermano como buscador, por muy bueno que sea su capitán (James) y las Nimbus 2001 de parte de mi padre.

Después de desayunar bajé a las gradas con Copeland para ver cómo nos ganaban y cómo mi hermano, después de hacer un muy buen partido, montó un numerito al final.

Al bajar me encontré con mi padre y Severus.

-¿Qué haces aquí? – pregunté colgándome de su cuello por la espalda y haciendo que se sobresaltara.

-Pensando en qué momento me pareció buena idea venir. Buenas, señorita Quinn – saludó con un gesto de cabeza a mi amiga.

-Buenas, señor Malfoy – dijo tímidamente.

-Volviendo al tema – dije –, al menos hemos sacado algo bueno.

-¿El qué, si se puede saber? – preguntó el rubio mientras por detrás vi a Sev levantar una ceja.

-Hemos podido vernos antes de Navidades.

-Cierto – me dio la razón –. Es mejor que me vaya antes de la avalancha humana, acompañadme si queréis – nos guiñó un ojo a Cope y a mí.

Partimos los cuatro en dirección a las puertas del castillo.

-No se me olvida que tenemos una charla pendiente – soltó el rubio con un chasquido de lengua.

-Yo no tengo nada pendiente contigo – comentó el pelinegro.

-Sí que lo tienes, no me contestaste la otra vez.

Entonces comprendí de qué se trataba, aquella conversación que tuvieron el anterior verano cuando él vino a casa. Copeland me miraba extrañada y yo sólo atiné a gesticular con los labios un “luego te cuento”.

-Sí te contesté – alzó un poco la voz.

-En verdad nunca me dijiste ni sí ni no, asique no lo hiciste.

-Eres idiota.

-Si sigues evadiéndolo tanto pensaré que es un sí, digas lo que digas.

-¿Queréis dejar de batallar? – rogué.

-A empezado él – mi padre señaló al otro hombre.

-De verdad papá, eres increíble, nunca cambiarás – me reí ante la impotencia.

-¿Para qué cambiar si soy perfecto?

-Dátelas más de egocéntrico si puedes – dijo Severus.

-¿Eso es un reto? Porque no pienso perder.

Copeland por lo bajo se destornillaba de risa. Cuando llegamos a las puertas de los terrenos del castillo se despidió de Severus un apretón de manos que luego se convirtió en un abrazo, de Copeland con un cortés beso en la mano y de mí abrazándome y luego dando un beso en mi mejilla.

-Señoritas, creo que será mejor que os vayáis ya si no queréis que vuestros compañeros os atosiguen a preguntas, y Malfoy, si no le importa, me gustaría poder hablar con usted esta noche - propuso muy cordialmente Severus.

-Sin problemas alguno señor.

Dicho eso las dos nos fuimos de allí y acabamos en las cercanías del lago.

Dark Shadow ~Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora