Capítulo 106 - Raíces perdidas

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- Menudo espectáculo habéis dado

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- Menudo espectáculo habéis dado.

Tras la partida del Señor, la mayoría se fueron, solo quedaron los que habitualmente venían a aquella celebración. Severus quiso irse inmediatamente, pero mi padre lo detuvo con la excusa de tener algo que comentarle, argumentando a su favor que Nic trabajaría hasta la mañana siguiente.

- Nadie se ha dado cuenta – argumenté a mi favor -, solo quien debía hacerlo.

- Pues yo lo he hecho también y al igual que yo seguro que otros también– indicó el carismático aristócrata -. ¿No te da vergüenza, Severus?

- Aquella vez que me obligaste a bailar con ella no te pareció mal – se limitó a contestar Severus con indiferencia.

- No era la misma situación, no estaba en una esquina apartada los dos solos, demasiado pegados para gusto de cualquiera.

- No seas crío, Lucius. Sabes perfectamente que le estoy haciendo un favor.

- ¿A quién a ella o a ti mismo?

- Creo que te olvidas de que esto ha sido cosa mía - intervine.

El rubio ignoró por completo mis palabras.

- Severus, contéstame – insistió.

- Hazme un favor, déjate de idioteces, Lucius.

Furioso, el nombrado se dio la vuelta y salió de allí. Ambos quedamos solos en el salón.

- ¿Nos vamos? – preguntó Severus en voz baja, inclinando un poco cuerpo para acercarse a mi oído.

- Sabes que está fuera intentando ver algo, ¿no?

- Sí – dejó mostrar una sonrisa cínica.

- A mí no me hace gracia – comenté lo más serena posible.

Salí de allí sin pensármelo demasiado y me desaparecí sin tener muy claro a donde ir.

Acabé en medio de un pasto, únicamente iluminado a lo lejos, donde había una carretera. Al darme la vuelta me topé con el cielo estrellado frente a mí, perdiéndose en el horizonte con el oscuro mar, que reflejaba como un espejo distorsionado a la Luna.

- Gales... - susurré.

Agarré la tela del caro vestido y me senté sobre una roca que había cerca. Estaba húmeda y era algo desagradable, pero al menos no mancharía el vestido con hierba.

Era cuanto menos irónico que queriendo no ver a Severus acabara en un sitio donde él me había llevado con anterioridad para ayudarme a despejarme.

Allí se respiraba aire fresco y el peculiar olor del mar inundaba mis fosas nasales. El sonido de las rocas siendo golpeadas por las olas eran relajante.

Me tumbé sobra aquella piedra. No era nada cómoda, las irregularidades provocaban que tuviera la cabeza inclinada hacia un lado y filos angulosos presionaban contra mi espalda, sin embargo, la vista del cielo estrellado compensaba las molestias.

Dark Shadow ~Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora