Capítulo 11

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- ¿Qué te pareció mi familia? – pregunta cuando nos subimos al auto.  – Exquisita, ya sé por qué eres como eres, tu familia es muy educada, respetuosa y por lo que veo muy unida – respondo, él sonríe orgulloso.  – Aunque tus padres y yo somos contemporáneos... - comienzo a decir, pero él me interrumpe.  – Aquí no por favor no estamos solos – dice en voz baja para que Khaleb no lo escuche.  - ¿Quieres ir al club? – me pregunta.  Lo pienso por unos minutos – Mmm...no – respondo.  - ¿Ya quieres ir al hotel? – pregunta.  Me acerco a su oído un poco – Quiero estar a solas contigo – susurro y noto cómo tensa la mordida.  Me mira a los ojos y asienta con la cabeza y le habla otra vez a Khaleb en árabe supongo que para avisarle que vamos a su casa.
Llegamos y mi corazón comienza a palpitar fuertemente, estoy más nerviosa que el día que perdí mi virginidad.  Entramos y al cerrar la puerta pienso que me va a besar, pero no lo hace, me toma de la mano y vamos al patio. 

- ¿Algo de tomar? – pregunta.  – Estoy bien gracias – respondo.  – Ahora sí, háblame Anabel, dime todo lo que has pensado, las preguntas que quieres que te conteste, todas tus preocupaciones – dice sentándose de frente a mí.  – Empecemos con mis preocupaciones, tus padres y yo tenemos casi la misma edad, el mismo año que tú naciste yo me hice señorita, cuando tú tenías ocho años yo perdí mi virginidad, cuando me casé tu recién eras considerado mayor de edad, al menos en el país donde vivo.  Me he preguntado si debo ser yo tu primera experiencia, por qué no lo reservas para una chica que sea de tu edad, cómo le has hecho para aguantar el deseo, cuándo te diste cuenta que querías acostarte conmigo, cómo te has podido aguantar.  He pensado que besas delicioso, que tus labios son mi adicción, que tus ojos son mi perdición, que me haces sentir como adolescente, que a pesar que tienes 28 eres mucho más hombre que otros mayores a ti, que sí me encantaría ser tu primera mujer... - digo y me interrumpe. 

– Para mí no hay diferencia en la edad por más crudo que hayan sido tus ejemplos.  La contestación a tus preguntas, definitivamente debes ser mi primera experiencia, no lo reservo para una chica de mi edad porque no me interesan, la mayoría son unas interesadas que piensan que con sexo me van a comprar, ignoro el deseo estando cien por ciento dedicado a mi trabajo, me di cuenta que quería estar contigo desde la noche que vimos el amanecer, aunque me gustaste desde que te bajaste del taxi el día que llegaste, la última pregunta la hiciste dos veces y ya la respondí.  Tus besos también son mi adicción...hasta ahora, tus ojos me hechizan...como también tu cuerpo, me gusta hacerte sentir como adolescente...no te da miedo aventurarte y estar conmigo, sí, soy mucho más hombres que otros porque valoro a las mujeres y no las engaño, no las uso para saciar mi cuerpo, me excita saber que quieres ser mi primera mujer... -. 
Siento que se me revuelve el estómago, escucharlo hablar así, me sorprende, pero me enciende.  - ¿Quieres seguir hablando? – pregunta, su respiración es rápida, no contesto, solo lo miro.  – Anabel, enséñame lo que te gusta, lo que te place, enséñame a ser tu hombre – dice haciendo que casi sienta un orgasmo con lo que me pide.  – Nasire – digo agitada.  Él se levanta y me da su mano para que me levante y nos vamos a su habitación. 

Entramos y lo primero que hace cuando cierra la puerta es besarme, ahora sí, sin pena alguna, comienzo a desabotonarle la camisa.  Tiene una piel muy suave, su cuerpo es perfecto, se le marcan sus músculos, tiene un abdomen increíblemente sexy.  Mientras le beso su pecho le acaricio su espalda, toda su piel está erizada. 

Me separo de él, me abro el cierre del vestido y me lo quito.  – Anabel...eres hermosa – dice mirando mi cuerpo.  Mi autoestima comienza a jugar con mi mente queriendo arruinar el momento.  Me acerco a él para besarlo y borrar esos pensamientos recordándome que mis senos ya no están en el mismo lugar que estaban 15 años atrás, que tengo una que otra mancha indeseable en mi cuerpo, que las pequeñas venitas por mis tobillos reflejan mis cansadas piernas...que soy solo seis años más joven que su madre. 

– Nasire... - digo pegada a sus labios pero él hace caso omiso y continúa besándome.  – Nasire...no puedo – esta vez pongo mis manos enfrente de sus hombros.  – ¿Estoy haciendo algo mal?... – pregunta preocupado.  – No...pfff...no...solo...que no puedo dejar de pensar que solo soy seis años menor que tu madre... ¿entiendes eso?...es como si una amiga de ella fuera tu pareja – digo negando en desaprobación.  – Pero no lo eres Anabel...yo te veo como una mujer la cual me gusta, a quien me quiero entregar porque sé que solo me falta tenerte en mi vida para poder decir que tengo todo lo que necesito para ser feliz – dice mirándome con sus bellos ojos tentándome a comérmelo de pies a cabeza. 

– Ay Ojitos – digo suspirando – Es muy rápido para que estés diciendo algo así, tú necesitas experimentar más, con otras personas para sentir eso que estás diciendo.  No te niego que me haces sentir extremadamente bien...pero pienso que la curiosidad te está persuadiendo demasiado – digo acariciando su rostro.  Él me mira y sonríe – Mi Anabel...yo estoy seguro de lo que quiero y siento...pero está bien...si no estás cómoda yo lo entiendo.  Solo dame un minuto para ir al baño y regreso... ¿sí? – dice y se va.
Me quedo parada como una boba, mis ojos miran para todos lados.  ¿Qué estará haciendo en el baño? me pregunto, de pronto escucho el sonido de la ducha.  "Anabel entra a esa ducha y restrégale el cuerpito a ese muñeco" grita mi subconsciente, pero me abstengo. 

Camino hasta el closet, es inmenso y está muy bien organizado.  Me pongo una de sus camisas, espero no se moleste, salgo al pequeño balcón de la habitación y me quedo pensando haciendo un resumen de todo lo acontecido desde que llegué a este bello lugar. 

Después de unos minutos escucho la puerta del baño abrirse, al voltearme, veo a Nasire salir con la toalla envuelta en la cintura, su cuerpo y cabello aún están mojados.  "Madre mía...uffff...este chiquito está como me lo recetó mi doctor" me digo a mi misma.  Me mira y sonríe – Te queda bien la camisa – dice sonriendo.  – Y tú te verías mejor sin esa toalla – digo en voz baja sin poder quitarle los ojos de encima.  - ¿Perdón? – pregunta.  – Que si no te molesta que duerma aquí – digo sonriendo.  – Encantado de que te quedes, ya regreso me voy a vestir – dice y camina hacia el closet pero no cierra la puerta.  Trató lo mejor posible de encontrar un ángulo para poder verlo, desafortunadamente solo puedo verle el brazo.  – ¿No te quieres poner algo más cómodo? – pregunta saliendo del closet con una T-shirt blanca – Esta tela es más suave – continua.  – ¿Sí, verdad?...gracias.  Me cambio y regreso – digo tomando la camiseta de sus manos y me voy al baño. 

De frente al espejo estoy, me he quitado el sostén y miro mis senos.  Me viro de lado para observarme – No están tan mal – digo en voz baja – Ay que haces Anabel – me digo y me pongo la camiseta.  Al ser blanca se marcan mis pezones y tiento a ponerme el sostén nuevamente. "No me voy a poner nada, voy a ver si le gusta lo que se puede ver a través de la tela" pienso.  Me enjuago la boca con su enjuague bucal y salgo. 
Está sentado en el filo de la cama mirando algo en su celular y al escucharme, su mirada automáticamente va a mis pechos.  – Santos cielos...me tendré que dar otra ducha con agua fría – comenta haciéndome reír.  - ¿De verdad? – pregunto.  - ¿Por qué crees que entré al baño? – dice sonriendo.  Camino hacia la cama para meterme adentro de las sábanas y me acuesto, él hace lo mismo.  – Ponte de lado, quiero abrazarte – me pide, y como lo más que quiero es tenerlo cerca, obedezco.  Su brazo abraza mi cintura, la otra mano apoya su cabeza, su pelvis está pegada a mi trasero y se siente muy bien.  Comienza a besar mi cuello haciéndome jadear – No te preocupes princesa, no voy a hacer nada, solo te disfrutaré de esta manera – comenta pegado a mi oído cuando siente que pongo mi mano en su brazo.  Me volteo lentamente para besarlo, en medio del beso abro mis ojos, Nasire está con sus ojos cerrados muy entregado al beso, se ve tan sexy que creo que tengo un orgasmo mental.  

Luego de un rato, Ojitos se queda dormido y yo lo admiro como duerme.  Me provoca acariciarlo, pero lo dejo descansar.  – Mi chiquito de ojitos preciosos qué voy a hacer, me has hecho sentir viva nuevamente con deseos de experimentar, no quiero que esto termine – digo en voz baja sintiendo un nudo en mi estómago porque recuerdo que cuando regrese no solo dejaré a Nasire atrás si no que tendré que afrontar mi divorcio con Sam.

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